Así protegen y evacuan a los animales de zoo en los incendios forestales

No todos los animales pueden ser evacuados de forma segura. Los incendios en el oeste de Estados Unidos son cada vez más frecuentes y los zoos deben estar preparados para el desastre.

Por Maraya Cornell
Publicado 19 nov 2018, 13:34 CET
Parque Griffith
El humo de un incendio en el Parque Griffith se eleva sobre el zoo de Los Ángeles, que inició el procedimiento de emergencia para proteger a sus animales.
Fotografía de Robyn Beck, AFP, Getty

A primeras horas de la mañana del viernes pasado, un incendio forestal se desató cerca del Zoo de Los Ángeles. Era el 9 de noviembre y los bomberos del sur de California ya luchaban contra unas llamas sin precedentes. Al noreste de Los Ángeles, el incendio de Woolsey había saltado a la autopista 101 a primeras horas de la mañana y ya ardía hacia el sur. Siete horas después, arrasaría Malibú hasta llegar a la playa, dejando a su paso una franja de ruinas calcinadas.

El Zoo y Jardín Botánico de Los Ángeles, ubicado en el lado noreste del Parque Griffith, de 1.700 hectáreas, alberga más de 1.400 mamíferos, aves, anfibios y reptiles, muchos de ellos especies en peligro de extinción. La propiedad de vegetación exuberante del zoo está respaldada por colinas cubiertas de chaparrales oleosos, resecas por la larga estación seca y llenas de hierbas invasoras ubicuas que, para finales de verano, se habían deshidratado convirtiéndose en franjas amarillentas de paja, que dan pie a las famosas «colinas doradas» de California.

A medida que el calentamiento global aumenta la frecuencia de los incendios, las inundaciones y los huracanes, los zoos de todo el país deben redefinir sus planes para proteger a los animales de la catástrofe. Julie Barnes, directora de cuidados y salud animal en el zoo de Santa Bárbara, afirma que la preparación para emergencias y desastres ha sido «un tema candente» en los últimos cinco años. «Un terremoto siempre es un riesgo, y de eso se ha hablado desde siempre», afirma. «Pero con el cambio climático observamos fenómenos meteorológicos extremos y sentimos sus efectos».

Un incendio en el Parque Griffith, cerca del zoo de Los Ángeles, comenzó a primeras horas de la mañana del 9 de noviembre. Debido al terreno, los camiones de bomberos no pudieron llegar a las llamas.
Fotografía de Robyn Beck, AFP, Getty

DJ Shubert, biólogo del Animal Welfare Institute, coincide: «En 2005, el huracán Katrina inició un debate sobre los animales y los desastres naturales» y la necesidad de planes de contingencia, nos dice. «Se hablaba de mascotas, pero también de animales de zoo y otros animales en cautividad».

En California, la tendencia en alza de los incendios forestales catastróficos durante todo el año ha puesto en primer plano la planificación para emergencias por incendios.

Planes y simulacros

A las 7:10 de la mañana, el Departamento de Bomberos de Los Ángeles se encontraba frente al zoo. Los bomberos no podían ver el fuego, pero el humo que ondulaba en el cielo sugería que estaba a solo unas colinas de distancia del límite norte del zoo y era inaccesible para los camiones. Los bomberos caminaron a pie por la pendiente.

A las 7:16 de la mañana, el personal del zoo inició el procedimiento de emergencia.

La Asociación de Zoos y Acuarios exige que sus miembros acreditados (siendo el Zoo de Los Ángeles uno de ellos) cuenten con un procedimiento escrito para incendios, así como otras tres categorías de emergencias: lesiones a visitantes o al personal, huida de un animal y emergencias medioambientales específicas de la región del zoo, como terremotos.

Los empleados de los zoos acreditados deben celebrar al menos un simulacro de emergencia —una simulación preplanificada— cada año para cada categoría de emergencia.

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    Los trabajadores del zoo de Los Ángeles trasladan a las aves a una clase interna para proteger sus pulmones sensibles del humo del incendio.
    Fotografía de Robyn Beck, AFP, Getty

    El miércoles, un portavoz del Zoo de Los Ángeles se negó a hablar de los procedimientos de respuesta a emergencias del zoo alegando falta de tiempo, pero afirmó por email que los planes de contingencia del zoo se revisan cada año y «se actualizan según sea necesario».

    En un comunicado preparado, la directora de comunicaciones April Spurlock escribió que «el personal toma medidas preventivas como desbroce, uso de sistemas de aspersores por todo el zoo y colocación estratégica de extintores por toda la propiedad, que el personal ha aprendido a usar». Se organizan simulacros con regularidad que «permiten a los empleados estar preparados para actuar en cualquier momento para proteger a los animales, los trabajadores y los visitantes».

    Prioridades

    Como los incendios son un riesgo importante en el sur de California, Barnes afirma que el zoo de Santa Bárbara tiene diversos planes de respuesta, según la progresión de un incendio y las circunstancias.

    En 2017, cuando se desató el incendio sin precedentes de Thomas en Ventura, al sur de Santa Bárbara, los empleados empezaron a preparar la evacuación. Sacaron las jaulas de transporte que tenían guardadas y las colocaron junto a los recintos de los animales y en sus áreas de espera.

    El zoo tiene una lista de animales prioritarios: los que se encuentran en grave peligro de extinción, son genéticamente valiosos para los programas de cría o son un tipo de «animales embajadores» que atraen a visitantes. Esos son los animales a los que asistir primero en caso de emergencia.

    Los cóndores californianos fueron los primeros animales que evacuaron, días antes de que el incendio se acercara. «Son muy valiosos desde una perspectiva de conservación y queríamos asegurarnos de que esas aves estuvieran a salvo», afirma Barnes. Los cóndores y varias especies de buitres grandes se enviaron al Zoo de Los Ángeles. Ambos zoos participaron en un programa de recuperación que ha salvado al cóndor californiano de la extinción.

    ¿Evacuar o proteger en cada lugar?

    Además de los animales prioritarios, Barnes afirma que el personal debe sopesar si es práctico transportar a los animales y si pueden hacer frente al estrés de ser enjaulados y desplazados.

    Los cóndores son fácilmente transportables, pero las jirafas y los elefantes no. No están adiestrados para introducirse en jaulas, como las aves o los pequeños mamíferos, y desplazar a animales tan grandes es una pesadilla logística, sobre todo si se hace con prisa. «Las jaulas y los camiones necesarios son enormes», afirma Barnes. En lugar de eso, el plan consiste en mantener a los animales en el zoo y hacer que el personal los defienda allí.

    ¿Y si el incendio llega antes de poder evacuar a los animales? «Empezaríamos a reunirlos en zonas donde pudiéramos defenderlos de las llamas. Los moveríamos a nuestros edificios más seguros —edificios de hormigón, de bloques de cemento, espacios que pudiéramos defender del fuego más fácilmente», explica Barnes.

    Este zopilote rey es uno de los más de 1.400 animales del zoo de LA en riesgo por el incendio del Parque Griffith.
    Fotografía de Mark Ralston, AFP, Getty

    A medida que el incendio de Thomas se acercaba, las evacuaciones humanas obligatorias y el cierre de algunas carreteras dificultó que el personal llegase al trabajo. El aire estaba cada vez más lleno de humo. Una cría de oso hormiguero que necesitaba ser alimentada con biberón las 24 horas fue enviada al zoo de Fresno. En una sola noche, el incendio avanzó 21 kilómetros. El personal evacuó algunos renos que les habían prestado. Llevaron a los animales de granja a los establos de Santa Bárbara. Colocaron a las aves y animales pequeños en jaulas de transporte y los mantuvieron en el edificio con el mejor sistema de ventilación hasta que tuvieran que cargarlos en camiones para trasladarlos a otros zoos. Colocaron jaulas en áreas de espera y contaban con planes para cada uno de ellos; los animales peligrosos serían enviados al zoo de San Diego.

    Un equipo pasó la noche en el zoo, listo para actuar si la situación empeoraba. El contacto directo con las llamas no sería el único peligro que tendrían que atender. Barnes cuenta que todos los animales, humanos incluidos, podían resultar perjudicados o morir por inhalación de humo. El calor intenso también puede dañar el aparato respiratorio. Y aunque los animales estén protegidos del fuego y el humo, está el peligro de quemarse en la superficie caliente de una jaula o un recinto.

    «Todo vale»

    Según su página web, la Asociación de Zoos y Acuarios «posee un historial verificable de aplicación de su normativa» y sus instituciones «están obligadas a repetir el proceso de acreditación entero cada cinco años». (La oficina de comunicaciones de la asociación no había respondido la tarde del jueves a las peticiones de comentarios por teléfono ni por email.)

    Sin embargo, no todos los zoos tienen la acreditación de la AZA. Y en el caso de los que no lo están, existe poca supervisión de los planes de respuesta ante emergencias.

    En diciembre de 2012, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos modificó las regulaciones de la Ley de Bienestar animal para exigir que los zoos (así como otras organizaciones que exhibieran animales) llevaran a cabo «planes de contingencia» y «formación del personal».

    DJ Shubert, el biólogo, cree que esta normativa es sumamente inadecuada. Señala que no se exige que estos establecimientos presenten sus planes para que los revisen y el Servicio de Inspección de Salud de Fauna y Flora estadounidense no tiene por qué evaluar el funcionamiento de los planes tras un desastre. La realidad, según él, es que «todo vale».

    «Terapia de oso hormiguero»

    Para las 7:53 del viernes pasado, los bomberos de Los Ángeles habían ubicado el incendio en el Parque Griffith y estimaban que cubriría un área de entre 8.000 y 12.000 metros cuadrados. Por suerte, los feroces vientos de Santa Ana que alimentaban los incendios de otras partes del sur de California no estaban presentes aquí. Sin embargo, los camiones fueron incapaces de alcanzar el incendio por el terreno.

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    El personal del zoológico trasladó a las aves adiestradas y a algunos primates pequeños al aparcamiento, que estaba más protegido del humo, y rociaron las laderas con agua para evitar que las ascuas prendieran.

    A las 9:29 de la mañana, el incendio había alcanzado los 121.000 metros cuadrados. Más de 125 bomberos trabajaron hasta tenerlo bajo control y los hidroaviones volaban en círculos sobre la zona. A las 10:24, los bomberos habían detenido el avance del fuego y a las 2 de la tarde estaba contenido al 60 por ciento. Ya no había peligro inmediato, pero los bomberos y tres camiones más siguieron vigilando durante la noche, por si se producían nuevos brotes.

    El año pasado, en Santa Bárbara, el incendio de Thomas se detuvo a tres o cuatro kilómetros del zoo. El personal permaneció en alerta máxima hasta asegurarse de que las líneas de contención resistían. Al final, solo tuvieron que evacuar a unos cuantos animales, pero se habían preparado para lo peor.

    Los animales soportaron la situación bastante bien, según Barnes. Pero el incendio (y los flujos de lodo letales subsiguientes) pasó factura al personal. Los planes de contingencia no habían tenido en cuenta la fatiga de ser evacuados constantemente de sus hogares, la dificultad de llegar a trabajar en una zona de desastre, trabajar con una baja calidad de aire, o la muerte y la destrucción en sus comunidades.

    El día de Año Nuevo, Nancy, la cría de oso hormiguero, regresó. Barnes cuenta que Nancy, nacida gemela en una especie que solo puede criar a un bebé a la vez, había sido alimentada a mano y era muy amistosa y afectuosa. «La gente que se sentía deprimida quería venir a abrazarla. En broma, dijimos que nos daba terapia de oso hormiguero para quienes la necesitaban».

    Mientras tanto, Barnes y el resto de los cuidadores y el personal de seguridad empezaron a redefinir los procedimientos de emergencias ante incendios basándose en las lecciones aprendidas en el incendio de Thomas. Practicaron para cuando se desencadene un nuevo incendio.

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