Estos perros ahuyentan a los osos para protegerlos

Los perros de osos de Carelia son una nueva herramienta para las agencias de fauna silvestre preocupadas por las visitas de osos que se sienten demasiado cómodos cerca de los humanos.

Por James Crugnale
Publicado 27 feb 2019, 13:53 CET
Perros de osos
Orca (izquierda), Dazzle (centro) y Rooster —perros de osos del Departamento de Fauna Silvestre de Nevada— ahuyentan a un oso negro en la cuenca del lago Tahoe de Nevada.
Fotografía de John T. Humphrey

Cuando decenas de osos polares descendieron al archipiélago ruso de Novaya Zemlya, nadie sabía qué hacer al respecto. Los osos entraron en viviendas y edificios públicos, y la gente tenía miedo de salir de casa. Pero los osos polares son una especie en peligro de extinción en Rusia y el gobierno federal se ha negado a emitir licencias para dispararles.

Esta denominada «invasión» ha desencadenado un debate sobre si las autoridades a cargo de la gestión de la fauna silvestre en Norteamérica están preparadas para la llegada de osos polares conforme pierdan su hábitat fundamental por el derretimiento de la banquisa y acudan a tierra en busca de alimento. De forma similar, las áreas de distribución de los osos negros están expandiéndose y la explotación de petróleo y gas está cada vez más cerca o dentro de territorios de osos.

Normalmente, si aparece un oso en un vertedero o rebuscando en la basura de alguien, «o bien acorralas al animal y lo sacrificas, o le disparas un dardo, lo metes en una jaula y lo llevas a kilómetros de distancia», explica Alan Myers, del Departamento de Pesca y Fauna Silvestre de Washington. «Esas eran las dos únicas opciones y ninguna ha resultado ser efectiva».

Carrie Hunt, bióloga especializada en osos, emprendió la misión de encontrar métodos eficaces y no letales de evitar los conflictos entre humanos y osos. Tras observar que los perros de los guardabosques podían ahuyentar a los osos, se le ocurrió una idea. En 1996, Hunt fundó el Wind River Bear Institute, con sede en Florence, Montana, para adiestrar a una raza especial de perros para que se convirtieran en «pastores de osos», ladraran para ahuyentar a los osos si se acercaban demasiado a asentamientos humanos y condicionarlos para que se mantuvieran alejados.

Los perros de osos de Carelia (en la foto, Orca, de Nevada) se criaron originalmente en Europa para la caza mayor.
Fotografía de Derek Reich

Desde entonces, las fuerzas de seguridad y agencias de fauna silvestre de los Estados Unidos y Canadá han recurrido cada vez más a los perros como alternativa para ahuyentar a los osos. Ahora, los perros de osos trabajan con administradores de tierras y fauna silvestre en los estados de Washington y Nevada, así como Alberta, en Canadá, e incluso en Japón. Varios parques nacionales, entre ellos Banff, Yosemite y Glacier, han contratado perros de osos.

«Los cánidos asustan a los osos por naturaleza», afirma Hunt. «¿Por qué? Porque las manadas de coyotes pueden robarles a sus crías».

La raza más común de perro de osos es el perro de osos de Carelia, un perro de trabajo blanco y negro que procede de una región entre Finlandia y Rusia denominada Carelia. Originalmente, los criadores finlandeses querían que el animal fuera un perro dedicado a la caza mayor, pero Hunt se dio cuenta de que también podían adiestrarlos para gestionar animales salvajes. El Wind River Bear Institute cría, adiestra y vende perros de osos de Carelia, y también los contrata a agencias que no cuentan con los recursos necesarios para tener un programa propio.

«Puedo afirmar con seguridad que miles de osos se han salvado de las balas por utilizar esta técnica no letal», escribió por email Rich Beausoleil, biólogo de fauna silvestre del departamento de Washington, que tiene ocho perros.

El oso «sale escopetado»

Los perros de osos son de gran ayuda cuando un oso se acostumbra a un lugar en particular, como un vertedero. El agente atrapa al oso en el lugar y, a continuación, trae a los perros.

«Ladran al animal y lo ahuyentan para que sepa que no debería estar ahí y que no debe volver», explica Myers. Cuando los perros ya han ladrado al oso un buen rato, se abre la jaula del oso.

«El oso sale escopetado. Como un cohete», afirma Myers. A veces, disparan ráfagas de balas de goma para ahuyentar aún más al oso y, después, liberan a los perros de osos.

«Quieren salir y atrapar al oso», afirma Nils Pedersen, el coordinador del programa de perros en el criadero de Fairbanks, Alaska, del Wind River Bear Institute. Lo rastrean, le ladran, le pisan los talones, hasta que los agentes llaman a los perros para que vuelvan. Para entonces, el oso, con suerte, habrá aprendido la lección: este no es un lugar al que deba volver.

«Lo bueno de los osos es que son lo suficientemente listos como para reconocerlo y aprender rápidamente. Algunos estudios han determinado que hay un buen porcentaje que no regresa», cuenta Myers.

Según Beausoleil, en los 20 años que lleva trabajando con perros de osos no ha visto a ninguno resultar herido por su trabajo. Hunt insiste en que la seguridad es su principal preocupación cuando manda a los perros a perseguir a los osos y dice que no tampoco han documentado heridas sobre el terreno.

Soledad, la «cazadora»

Pedersen ha establecido un estrecho vínculo con su principal perra de osos de Carelia, Soledad.

«Con los años, Soledad y yo hemos crecido juntos de formas que solo podrían describirse como verdadero compañerismo», afirma Pedersen. «Creo que nuestras personalidades eran complementarias desde el principio... pero la alegría que me da no puede transmitirse con palabras. Soledad es una cazadora».

Juntos, han liberado osos negros de 225 kilos en Tahoe y expulsado a madres grizzly con oseznos de los campamentos de las Montañas Rocosas. Pero Soledad también ha sido adiestrada para hacer otra cosa: puede detectar guaridas de osos polares.

Según la Ley de Protección de mamíferos marinos de los Estados Unidos, se exige a los administradores de tierras en explotaciones de gas y petróleo y otros lugares de trabajo que establezcan zonas de separación de una milla (1,6 kilómetros) en torno a las guaridas de osos polares para evitar la actividad hasta que termine la hibernación.

Dazzle persigue a un oso negro en el lago Tahoe. Los osos aprenden a temer a los perros y a las personas durante esos incidentes, lo que hace menos probable que se conviertan en animales problemáticos.
Fotografía de John T. Humphrey

Es un papel cada vez más importante, ya que los osos polares se están acercando cada vez más a asentamientos humanos debido al derretimiento de la banquisa. Soledad puede oler osos polares bajo varios centímetros de nieve y alertar a Pedersen cuando encuentra una guarida, lo que permite que sus habitantes puedan finalizar su larga siesta invernal sin que se los moleste.

Investigando crímenes

Los perros de osos también han ayudado a resolver delitos contra la fauna silvestre. Beausoleil, encargado de los perros Indy y Cash, dice que, aunque sus funciones principales están relacionadas con osos y pumas, también han ayudado a investigar la caza furtiva.

Cuando el departamento recibió el soplo de que alguien había cazado un lobo furtivamente, era fundamental hallar el cadáver.

«Las autoridades buscaron durante horas, hasta que alguien se preguntó si los perros de osos de Carelia podrían encontrarlo», cuenta Beausoleil.

Los perros consiguieron rastrear el cadáver en 40 minutos. Con el cuerpo, las autoridades pudieron probar el delito y procesar el caso.

En otro caso, las autoridades recibieron un soplo sobre la caza furtiva de un alce, acudieron a la vivienda del sospechoso para investigar y descubrieron una cabeza de alce.

Pero necesitaban más pruebas para llevar al sospechoso a juicio. Los investigadores emprendieron la búsqueda del resto del cadáver del alce, pero volvieron con las manos vacías. Sin embargo, 20 minutos después de traer al equipo de perros de osos, uno de ellos encontró restos de alce. El ADN de la cabeza coincidía con el ADN de los restos.

«Pudieron procesarlo gracias a haber podido encontrar el cadáver, algo que jamás habrían conseguido sin el perro de osos», afirma Beausoleil.

Los problemas

Pese al entusiasmo respecto al programa entre algunos administradores estatales de fauna silvestre, los perros de osos de Carelia no son la mejor opción para cualquiera o en cualquier entorno.

Ann Bryant, directora ejecutiva de The BEAR League, un grupo de voluntarios para la conservación de osos en Tahoe, encontró obstáculos a la hora de usarlos en zonas pobladas. Hace 14 años, la organización se hizo con dos perros de osos de Carelia, Anya y Dmytry, y los adiestró.

«Anya y Dmytry fueron un exitazo en nuestras conferencias públicas y en las labores de difusión y nos ayudaron a sacar osos de debajo de casas, pero enseguida resultó evidente que permitir que persiguieran osos por barrios residenciales, carreteras concurridas o aparcamientos de centros comerciales no era una buena idea», contó Bryant por email.

Además, adiestrar a perros de osos requiere mucho trabajo y no todo el mundo está a la altura.

«Es un trabajo enorme a tiempo completo, porque ese perro está contigo todo el tiempo», cuenta Bryant. «Puede funcionar, no es la panacea... Tienes que documentarte, estar dedicado. Estos perros tienen que convertirse en tu vida».

Derek Reich, voluntario que ayuda al Departamento de Fauna Silvestre de Nevada con su equipo de perros de osos, dice que el tiempo y los recursos que exige el adiestramiento de perros de osos ha limitado la expansión del programa.

«A muchas agencias también les resulta más fácil matar al oso», afirmó Reich por email. «En la mayoría de los estados, los osos negros son una especie que se caza. Son mucho esfuerzo y recursos invertidos en un animal que quizá cacen la semana siguiente».

Tras más de 20 años al frente del instituto, Hunt dice que se retirará pronto del programa y Pedersen ocupará su puesto como director ejecutivo.

«Simplemente voy a trabajar en la cría de perros y los colocaré en agencias», dice. «Voy a intentar expandir el uso de estos perros en nuevas áreas con problemas de osos, como la costa este de los Estados Unidos».

Hunt dice que se enorgullece de su legado. «Tuve este sueño y se hizo realidad porque no me rendí nunca», afirma. «Estaba en mi ADN querer comunicarme con perros y osos y trabajar para ayudarlos».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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