Los tiburones ballena no son solo carnívoros: también comen plantas

Y resulta que también pueden ayunar durante meses. Pero ¿por qué?

Por Christie Wilcox
Publicado 4 feb 2019, 13:36 CET
Tiburón ballena
Al parecer, los tiburones ballena no son exclusivamente carnívoros, según ha determinado un nuevo estudio.
Fotografía de Brian J. Skerry, Nat Geo Image Collection

Los tiburones ballena son los peces más grandes del mar, aunque, como se alimentan por filtración, no poseen la reputación sanguinaria que sus parientes. Con todo, son tiburones, de ahí que se creyera que estos amables gigantes dependían casi exclusivamente de la proteína animal.

Pero un intrigante estudio publicado este mes en la revista Ecological Monographs ha descubierto algo diferente. Una minuciosa investigación de muestras de tejido y sangre de más de una docena de tiburones ballena sugiere que, en realidad, poseen una dieta omnívora que incluye plantas y algas.

El equipo de investigación, dirigido por el biólogo de la Universidad de Tokio Alex Wyatt, empleó una combinación de muestras de tiburones cautivos y salvajes para desmitificar los hábitos alimenticios de estos enigmáticos moradores del océano. Aunque estudios anteriores habían hallado algas en los estómagos de tiburones ballena, se trata del primer estudio que sugiere que las algas podrían ser un alimento básico en su dieta.

«Los tiburones ballena son criaturas muy carismáticas amenazadas a nivel mundial, pero todavía no sabemos lo suficiente sobre su ecología para lograr una conservación eficaz», cuenta Wyatt a National Geographic. «Quiero contribuir a mejorar lo que sabemos de la especie».

Estudiar qué come un animal es «algo fundamental», explica Alistair Dove, biólogo de tiburones ballena y vicepresidente de investigación y conservación del Acuario de Georgia, pero «también es crucial para los modelos demográficos necesarios para el desarrollo de planes de conservación inteligentes para especies en peligro de extinción».

Las personas que toman decisiones de conservación necesitan información concreta sobre los hábitos de una especie —detalles como su desplazamiento y su dieta— para determinar la mejor forma de protegerlos. Los estudios con marcado GPS han esclarecido la parte del desplazamiento, pero es imposible seguir a estos peces todo el tiempo para comprobar qué comen. De ahí que el enfoque de Wyatt y su equipo resulte tan interesante: han empleado muestras de sangre y otros tejidos que pueden recogerse de forma oportunista para observar qué ha estado comiendo un animal.

«Es una gran aportación a lo que sabemos sobre la alimentación y dieta del tiburón ballena», afirma Clare Prebble, científica de la Marine Megafauna Foundation.

Ayuno intermitente

Para determinar qué comen los animales, el equipo de investigación midió las formas diferentes, o isótopos, de átomos fundamentales como el nitrógeno y el carbono en las muestras de sangre y tejidos. La proporción de estos isótopos difiere en diferentes fuentes de alimento como algas, zooplancton y peces, de forma que si se analizan las proporciones de dichos átomos en los tejidos de los escualos, los investigadores pueden saber qué consumen los animales.

¿Se han vuelto vegetarianos estos tiburones?

Normalmente, este método tiene un pequeño problema. Aunque los isótopos estables se emplean con frecuencia para inferir las dietas de animales, el método suele depender de hacer conjeturas sobre cómo procesan los animales los nutrientes de sus alimentos. Pero este estudio pudo usar cinco tiburones ballena cautivos con dietas conocidas del Acuario Okinawa Churaumi para verificar los datos de ocho animales salvajes. «Es una cantidad de trabajo gigantesca que, en realidad, aprovecha lo que podemos aprender de los animales en acuarios y lo aplica a lo que queremos saber sobre esa misma especie en su entorno salvaje», explica Dove.

Al igual que los mamíferos marinos cuyo nombre llevan, los tiburones ballena son enormes. Pueden alcanzar 12 metros de largo y pesar casi 22.700 kilos. Se podría pensar que hace falta mucha comida para sustentar tanta masa corporal, y así es. Pero los investigadores descubrieron que estas bestias pueden pasar cuatro meses o más sin comer. Podría ser la causa de que no coman cuando se mueven, según Wyatt, quizá porque no hay nada por lo que merezca la pena detenerse por el camino.

Prebble afirma que el ayuno prolongado tiene sentido si se tiene en cuenta el entorno de los animales. «La disponibilidad de alimentos en el mar abierto es irregular, de forma que sería una buena estrategia llenarse cuando disponen de comida y usar esa energía para mantenerse durante periodos de viaje o mientras buscan su siguiente bufé de marisco», afirma.

Pero no todos los animales mostraban señales de dejar grandes espacios entre las comidas. Existía mucha variación entre los ejemplares, algo que a Prebble y Dove les resulta intrigante. Eso podría sugerir que los tiburones individuales se especializan en alimentarse en determinadas zonas o determinados alimentos. Y, en general, parecen consumir una mayor variedad de alimentos de la que se creía.

¿Omnívoros reales?

Según los datos de Wyatt, los animales obtienen la mitad de los nutrientes —o más— de plantas y algas. Entonces ¿por qué consumirían los tiburones ballena una gran cantidad de algas? Hay unas cuantas explicaciones posibles.

«No está claro si resulta ventajoso o si se trata de una elección de los tiburones ballena», afirma Wyatt. «Pero es posible que las algas aporten una fuente de alimento cuando otras presas son limitadas».

«Tiene sentido que los tiburones ballena ingieran una gran cantidad de materia vegetal, ya que su método de alimentación discrimina las partículas por tamaño, no por especie», explica Dove. Eso concluyó un estudio de 2013, en el que los investigadores sostenían que se han hallado algas marinas en los estómagos de los tiburones ballena. Pero estos nuevos datos demuestran que los animales usan muchos nutrientes de las algas que consumen, lo que podría sugerir que la dieta más vegetariana es accidental.

Para determinar si los tiburones ballena son omnívoros de forma accidental o intencionada, los investigadores tendrán que comprobar si los animales acuden a zonas con algas ante la ausencia de posibles alimentos animales. También tendrán que estudiar el grado de eficacia con el que los tiburones ballena usan los nutrientes de las algas. Eso hicieron los biólogos cuando encontraron algas en los aparatos digestivos de los tiburones cabeza de pala y, para su sorpresa, descubrieron que los animales digieren las algas gracias a unas enzimas gástricas especiales.

Dove afirma que no le sorprendería que los tiburones ballena fueran omnívoros verdaderos. «Los parientes más cercanos de los tiburones ballena son especies que habitan en el lecho marino y esperaría que algunas resultaran ser omnívoras», afirma. «Eso es lo fascinante de los tiburones. Cuando más los estudiamos, más desafían nuestras hipótesis básicas sobre su biología y eso los convierte en uno de los grupos de animales más interesantes de estudiar».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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