Las orcas no soportan bien la cautividad. ¿Por qué?

Estos mamíferos marinos, estrellas de multitud de espectáculos en todo el mundo, suelen morir de forma prematura en cautividad

Por Natasha Daly
Publicado 25 mar 2019, 17:13 CET
SeaWorld San Diego
Unas orcas actúan en SeaWorld San Diego, en 2014. Los mamíferos son muy inteligentes y nadan vastas distancias en la naturaleza. Varias investigaciones han documentado conductas vinculadas al estrés en orcas cautivas durante décadas.
Fotografía de Sandy Huffaker, Corbis, Getty

Kayla falleció en enero de 2019. Era una orca de 30 años que vivía en SeaWorld Orlando. Si hubiera vivido en estado salvaje, es probable que hubiera alcanzado los 50 años y quizá hasta 80. Con todo, Kayla vivió más tiempo que cualquier orca nacida en cautividad en la historia.

La causa de la muerte no está clara (SeaWorld no ha publicado los resultados de su necropsia, algo que no se le exige por ley), pero es posible que la causa inmediata de su muerte no nos revele mucho: las orcas suelen morir de neumonía y otras infecciones oportunistas que arraigan porque el animal ya se encuentra débil, según demuestra una base de datos de informes de necropsias del Orca Project Corp., una organización sin ánimo de lucro de expertos en mamíferos marinos que se opone a que se mantenga a orcas en cautividad.

Desde 1977, han nacido 70 orcas en cautividad en todo el mundo (sin contar otras 30 mortinatas o que fallecieron en el útero), según los registros de dos bases de datos mantenidas por expertos en cetáceos. Treinta y siete de ellas, entre ellas Kayla, han muerto. Solo unas pocas orcas atrapadas en la naturaleza y mantenidas en cautividad han pasado de los 30 años. Ninguna orca nacida en cautividad lo ha conseguido.

Actualmente, hay 62 orcas en cautividad en parques marinos y acuarios de todo el mundo. Algunas han sido capturadas en la naturaleza; otras nacieron en cautividad. Un tercio de las orcas cautivas del mundo se encuentra en los Estados Unidos y todas salvo una viven en los tres parques de SeaWorld en Orlando, San Diego y San Antonio. Lolita, una orca de 50 años que fue capturada en 1970 en las aguas del estado de Washington, vive sola en el Miami Seaquarium, en una piscina con una azotea abierta que mide menos de la mitad de la anchura de su cuerpo.

Una orca llamada Kayla, fotografiada en SeaWorld Orlando en 2011, falleció en enero de 2019 a los 30 años. En la naturaleza, la esperanza de vida media de una orca hembra es de 50 años. Muchas viven hasta los 80 o los 90.
Fotografía de Phelan M. Ebenhack, Ap

Otras 10 orcas capturadas en la naturaleza languidecen en piscinas marinas en el lejano oriente ruso mientras el gobierno investiga su posible captura ilegal. Si acaban siendo vendidas a acuarios, probablemente en China, la cifra mundial de orcas cautivas llegaría a 72.

Existen abundantes pruebas de que a los cetáceos —ballenas, delfines y marsopas— no les sienta bien la cautividad. Son animales muy inteligentes y sociales que están diseñados genéticamente para vivir, migrar y alimentarse en grandes distancias en el océano. Según Naomi Rose, científica experta en mamíferos marinos en el Animal Welfare Institute, una organización sin ánimo de lucro con sede en Washington, D.C., las orcas, ya nazcan en cautividad o en la naturaleza, son las más afectadas.

En parte, se debe a su tamaño. Las orcas son animales enormes que nadan vastas distancias en la naturaleza —una media de 64 kilómetros diarios—, no porque puedan, sino porque lo necesitan, para buscar la comida que compone sus variadas dietas y para hacer ejercicio. Se sumergen entre 30 y 150 metros varias veces al día, todos los días.

«Es biología básica», afirma Rose. Según ella, una orca nacida en cautividad que nunca ha vivido en el océano tiene los mismos impulsos innatos. «Si has evolucionado para desplazarte grandes distancias para buscar comida y parejas, entonces estás adaptado a ese tipo de movimiento, ya seas un oso polar, un elefante o una orca», afirma Rose. «Pones [orcas] en una caja de 45 metros de largo por 27 de ancho y nueve de profundidad, y básicamente las conviertes en sedentarias».

Rose explica que un indicador primario de si un mamífero se encontrará bien en cautividad es la amplitud de su área de distribución en estado salvaje. Cuanto mayor sea su área de distribución, menos probable será que soporte bien el confinamiento. Es el mismo motivo por el que algunos zoos han ido eliminando progresivamente los recintos con elefantes.

Podemos recrear entornos terrestres de algún modo —como una sabana, por ejemplo, según ella—, pero no podemos recrear el océano.

«Ningún mamífero marino está adaptado para prosperar en el mundo que hemos creado para él en un recinto de hormigón», afirma Rose.

Señales de sufrimiento

Según los expertos en bienestar animal, es muy difícil demostrar qué acorta exactamente la esperanza de vida de las orcas en las piscinas. «Lo que ocurre con las orcas cautivas es que su salud está rodeada de misterio», afirma Heather Rally, veterinaria de mamíferos marinos de PETA. Solo las personas contratadas por unas instalaciones con orcas en cautividad se acercan a ellas, y gran parte de esa información no se publica.

Está claro que la cautividad puede afectar a la salud de las orcas. Esto es evidente en la parte más vital de las orcas: sus dientes. Un estudio de 2017 revisado por pares en la revista Archives of Oral Biology determinó que un cuarto de todas las orcas en cautividad en los Estados Unidos sufren graves daños dentales. El 70 por ciento presenta algunos daños dentales. En estado salvaje, las orcas también presentan desgaste dental, pero es simétrico y ocurre de manera gradual a lo largo de décadas, algo que contrasta con los daños graves y regulares que se observan en orcas cautivas.

Según el estudio, los daños tienen lugar principalmente porque las orcas cautivas frotan los dientes contra las paredes de los tanques, muchas veces hasta que los nervios quedan expuestos. Estas partes desgastadas son cavidades abiertas, muy propensas a infecciones aunque los cuidadores los limpien con agua limpia con regularidad.

Las conductas inducidas por el estrés han sido documentadas en la investigación científica desde finales de los años 80. Estas conductas, denominadas habitualmente estereotipos —patrones de actividad repetitivos que no poseen una función obvia— y que suelen implicar automutilación, son habituales en animales cautivos que tienen poco o ningún entretenimiento y viven en recintos demasiado pequeños.

Las orcas poseen el segundo cerebro más grande entre los animales del planeta. Al igual que en los humanos, sus cerebros están muy desarrollados en las zonas de inteligencia social, lenguaje y conciencia de sí mismas. En estado salvaje, las orcas poseen grupos familiares unidos que comparten una cultura única y sofisticada que se transmite a lo largo de generaciones, según se ha demostrado.

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    En cautividad, las orcas son introducidas en grupos sociales artificiales. Unas pocas orcas cautivas, como Lolita, viven completamente solas. Las orcas nacidas en cautividad suelen ser separadas de sus madres a edades mucho menores que en estado salvaje (las orcas macho suelen permanecer con sus madres durante toda la vida) y son trasladadas a otras instalaciones. Kayla fue separada de su madre a los 11 meses y la trasladaron entre propiedades de SeaWorld por todo el país en cuatro ocasiones diferentes.

    El estrés de la perturbación social se ve agravado por el hecho de que las orcas en cautividad no pueden huir de conflictos con otras orcas o establecer conductas naturales de nado en las piscinas.

    En 2013, el documental Blackfish puso en evidencia la factura psicológica que pasa la cautividad a través de la historia de una orca llamada Tilikum, que había matado a dos adiestradores en SeaWorld Orlando. El documental incluía el testimonio de exadiestradores de SeaWorld y especialistas en cetáceos que sostenían que el estrés de Tilikum provocó directamente su agresividad hacia los humanos. Los expedientes judiciales demostraron que SeaWorld había documentado más de 100 casos de agresividad hacia los adiestradores por parte de las orcas entre 1988 y 2009. Doce de dichos casos acabaron con heridos o muertos.

    Blackfish también incluyó una entrevista con un excazador de orcas salvajes, John Crowe, que describió con todo detalle el proceso de capturar orcas jóvenes de la naturaleza: los gemidos de las crías atrapadas en la red, la angustia de sus familiares que se hacinaban alrededor frenéticamente, y el destino que corrían las crías que no sobrevivían a la captura. Los cuerpos de esas jóvenes orcas se abrían, se rellenaban con rocas y se hundían hasta el fondo del mar.

    Un cambio marino

    La reacción del público ante Blackfish fue pronta y furiosa. Cientos de miles de espectadores escandalizados firmaron peticiones que exigían que SeaWorld retirase a sus orcas o cerrase sus puertas. Las empresas asociadas como Southwest Airlines y los Miami Dolphins cortaron sus vínculos con SeaWorld. Las visitas se desplomaron y sus acciones iniciaron una serie de caídas en picado de las que nunca llegaron a recuperarse.

    «Éramos una campaña marginal. Ahora somos mayoritarios. Ocurrió de la noche a la mañana», afirma Rose, que ha defendido el bienestar de las orcas en cautividad desde los 90.

    Durante años, los grupos de defensa de los derechos de los animales han intentado emprender acciones legales contra el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, que se encarga de aplicar la Ley Federal de bienestar animal, por no haber supervisado adecuadamente el bienestar de los animales mantenidos en cautividad con fines de entretenimiento. Según Jared Goodman, subdirector de legislación animal en PETA que ha participado en muchas de las demandas, sus iniciativas nunca habían tenido éxito.

    Pero en 2017, la situación empezó a cambiar. California ilegalizó la cría de orcas en el estado. Poco después, SeaWorld, que tiene un parque en San Diego, anunció que pondría fin a su programa de cría de orcas en cautividad y afirmó que sus orcas actuales serían la última generación que viviría en los parques de SeaWorld. Aunque 20 orcas y otros cetáceos siguen viviendo y actuando en sus instalaciones, la empresa centra su marketing cada vez más en las atracciones del parque.

    A nivel federal, el congresista Adam Schiff, demócrata de California, ha presentado varias veces una propuesta de ley para eliminar progresivamente las exhibiciones de orcas en Estados Unidos. En Canadá, está a punto de aprobarse una propuesta de ley federal este año que prohibirá todas las exhibiciones de cetáceos cautivos: no solo de orcas, sino de delfines, marsopas y ballenas.

    El futuro

    Aún queda el problema de qué hacer con las 22 orcas en cautividad de Estados Unidos y Canadá si la legislación federal cierra las instalaciones o si instalaciones como SeaWorld deciden dar un paso más y retirar sus orcas actuales. Ninguno de estos animales podría ser puesto en libertad en la naturaleza: ahora dependen de que los humanos los alimenten.

    El proyecto Whale Sanctuary, dirigido por un grupo de expertos en mamíferos marinos, veterinarios, expertos en política e ingenieros, tiene el objetivo de fundar grandes santuarios marinos para cetáceos retirados o rescatados. La idea es que los animales puedan vivir en hábitats sin límites en el océano mientras son cuidados y alimentados por humanos. El grupo ha identificado posibles emplazamientos en la Columbia Británica, el estado de Washington y Nueva Escocia. Según Heather Rally, del consejo de asesores de la organización, la parte logística de hacer del santuario una realidad será compleja.

    «Tenemos santuarios para otras especies», afirma. Pese a los retos, «es el momento de [fundar] un santuario para mamíferos marinos. Ya era hora».

    El proyecto Whale Sanctuary espera poder asociarse con SeaWorld para el proceso de rehabilitación. SeaWorld se opone al concepto de santuarios marinos, refiriéndose a ellos como «jaulas marinas» y sosteniendo que los peligros medioambientales y un hábitat tan radicalmente nuevo provocarían un estrés enorme a sus orcas y harían más mal que bien. SeaWorld ha retirado un comunicado de 2016 de su página web en el que detallaba su oposición, pero un representante confirmó a National Geographic que la posición de SeaWorld sigue siendo la misma.

    Aunque parece quedar esperanza para el futuro de las orcas cautivas de Occidente, Rusia y China, la industria de los mamíferos marinos cautivos continúa. En Rusia, las diez orcas capturadas recientemente languidecen en una pequeña piscina marina aguardando a que se decida su destino. Actualmente, China posee 76 parques marinos operativos y otros 25 en construcción. La gran mayoría de los cetáceos en cautividad fueron capturados en estado salvaje e importados desde Rusia y Japón.

    China «no ha vivido su momento Blackfish», afirma Rose. Pero espera que llegue, porque ha visto cómo ha ocurrido antes. «No habrías escrito esta historia hace diez años», afirma.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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