La mitad de las orcas del mundo podría desaparecer: ¿por qué?

La contaminación por PCB supone una grave amenaza para los mamíferos marinos.

Por Craig Welch
Publicado 1 oct 2018, 15:40 CEST

Viven en grupos y cazan en equipo, y a veces hasta colaboran para crear olas que derriben a presas desafortunadas del hielo flotante. Las inteligentes orcas, con su piel a manchas y sus vidas en familia, han sobrevivido a matanzas, a ser capturadas con redes y lazos, y a ser trasladadas y aerotransportadas a parques temáticos marinos.

Sin embargo, una nueva investigación publicada en la revista Science sugiere que más de la mitad de las poblaciones de orcas del mundo podrían desplomarse por completo dentro de 30 a 50 años debido a una serie de sustancias químicas tóxicas que el mundo ya ha prohibido.

Los PCB, o bifenilos policlorados, son compuestos orgánicos que se emplearon en condensadores, pinturas al óleo y refrigerantes, hasta que los consideraron tan peligrosos que su fabricación se prohibió en varios países en los 70 y los 80. A pesar de todo, las orcas del hemisferio norte son unos de los animales más contaminados del planeta.

Hoy en día, se cree que los PCB alteran la conducta de las orcas, perjudicando sus sistemas inmunes y afectando su reproducción hasta tal punto que los investigadores sospechan que muchas familias de orcas podrían no sobrevivir a las próximas décadas.

«Un grupo de sustancias químicas que ya no considerábamos un peligro todavía se encuentra presente en concentraciones que seguirán planteando un riesgo importante», afirma el autor principal del estudio Jean-Pierre Desforges, del Centro de Investigación del Ártico en la Universidad de Aarhus, Dinamarca.

Desforges afirma que los resultados son «aterradores», en parte porque los PCB son uno de los muchos peligros que amenazan a las orcas, y a veces ni siquiera es el principal.

Los PCB se acumulan en las superdepredadoras

Aunque en un principio los PCB disminuyeron una vez dejaron de fabricarse, los niveles en el medio ambiente han permanecido relativamente constantes en los últimos años. Se debe en parte a que los compuestos todavía se encuentran presentes en productos habituales, como transformadores, aislamiento de cables y algunas pinturas de barcos. Solo se ha destruido un 20 por ciento de las existencias mundiales de PCB.

Además, los PCB se descomponen lentamente y muestran atracción por las moléculas de animales vivos, de forma que se han introducido en la cadena trófica. Las orcas son superdepredadoras: se encuentran en la parte superior de la red trófica, pueden comer peces, focas, lobos marinos, tiburones o ballenas, y no tienen depredadores naturales. De forma que las sustancias carcinógenas se acumulan en su grasa.

Este es el primer vídeo de dos orcas, madre e hijo, matando a una cría
Estas son las primeras imágenes de una orca macho adulta y su madre matando a la cría de otra hembra. Los investigadores sugieren que esta conducta tiene motivaciones sexuales. El macho adulto agarró a la cría por la cola y la sumergió en el agua… mientras su madre impedía que la madre de la cría atacada siguiera a su hijo. La orca macho ahogó a la cría con la esperanza de que la joven madre estuviera dispuesta a aparearse. Esta conducta no es tan inusual en el reino animal. Se sabe que leones, roedores e incluso primates lo hacen.

Las orcas se distribuyen desde Brasil al mar Mediterráneo, y desde el Ártico a la Antártida. A diferencia de muchos depredadores terrestres, como los osos polares, a las orcas les resulta difícil deshacerse de los PCB. Algunas orcas transportan cantidades de PCB 25 veces superiores a las cantidades que alteran la fertilidad, según se ha demostrado. Las madres pueden transmitir los contaminantes durante el parto o a través de la leche materna.

«Basándonos en la cantidad de pruebas tras un par de décadas de investigación, los PCB siguen siendo el contaminante más preocupante en la parte superior de la cadena trófica para la fauna salvaje del hemisferio norte», afirma Peter Ross, uno de los coautores de Desforges y toxicólogo de mamíferos marinos en Ocean Wise, la rama de investigación del Vancouver Aquarium, en la Columbia Británica.

Sabiendo esto, Desforges y sus colegas recopilaron estudios de PCB en 351 orcas de todo el mundo, creando la base de datos más amplia de su tipo en el mundo. Emplearon las tendencias de crecimiento demográfico y los riesgos planteados por niveles específicos de PCB para predecir las tasas de supervivencia a lo largo de un siglo de exposición.

Determinaron que 10 de las 19 poblaciones estudiadas ya estaban disminuyendo, y que la exposición al PCB provocaba la reducción de las cifras de animales con el paso del tiempo. Las más afectadas son las orcas que viven cerca de zonas industrializadas en torno al estrecho de Gibraltar y el Reino Unido, donde se cree que quedan unas 10. Las poblaciones de Japón, Hawái y el noreste del Pacífico también corren peligro, ya que acostumbran a alimentarse de mamíferos marinos con grandes concentraciones de PCB. Las poblaciones en latitudes altas —en torno a Islandia, Noruega y los polos— muestran contaminación mínima y se enfrentan a menos peligros.

Los investigadores reconocen las limitaciones del estudio. Se basa en modelos por ordenador, y los impactos en otras orcas se extrapolan a partir de estudios de otros animales.

«Es un gran ejercicio, pero hay que cogerlo con pinzas», afirma James Meador, ecotoxicólogo del Northwest Fisheries Science Center de la NOAA, que no formó parte del estudio.

Sin embargo, hasta Meador reconoce que los resultados son «una llamada de atención», ya que los PCB no hacen más que empeorar otros peligros que amenazan a las orcas.

Varios peligros que interactúan

Para entender cómo, hay que mirar al Pacífico Noroeste y el estrecho de Puget, a pocos kilómetros de la oficina de Meador en Seattle.

Las orcas residentes del sur, en peligro crítico de extinción y que se alimentan de peces, son las más estudiadas del mundo. Empleando álbumes de fotos y marcas únicas, los investigadores pueden identificar a cada individuo y rastrear el linaje familiar hasta uno de tres grupos, conocidos como J, K y L.

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    Las orcas del mundo corren peligro, según advierte un nuevo estudio.
    Fotografía de Paul Nicklen, National Geographic Creative

    Aunque el estudio de Desforges demostró que el PCB plantea riesgos moderados para las orcas, esta población, que podría haber sido de varios centenares en el siglo XIX, ha quedado reducida a solo 74 ejemplares. Esta amenaza se considera tan grande que este verano el gobernador de Washington creó un grupo especial de emergencia para prevenir una crisis de extinción.

    Y las orcas tienen unas vidas emocionales tan sofisticadas que los problemas de las orcas urbanas suelen ser bastante públicos y difíciles de presenciar.

    Este verano, J35, una orca de 20 años apodada Tahlequah, perdió a una cría media hora después de dar a luz y transportó su cadáver con la cabeza durante 17 días. Nadó más de 1.600 kilómetros.

    Mientras el mundo seguía el ritual de duelo de este animal, los científicos supervisaban a otra orca, J50, de tres años, que parecía estar muriéndose de hambre poco a poco. Los expertos la trataron con antibióticos y emplearon una placa de Petri boca abajo fijada a una vara larga para tomar muestras de su espiráculo. Los grupos tribales locales machacaron salmón e intentaron alimentarla. Finalmente, desapareció a mediados de septiembre.

    Esta semana, los expertos fotografiaron a otro animal, K25, que había experimentado una pérdida de peso evidente.

    Aunque al menos tres orcas de esta población están embarazadas actualmente, ninguna orca residente del sur ha logrado mantener con vida a una cría en varios años. Entre 2008 y 2014, los científicos rastrearon a la materia fecal de una orca mediante un labrador adiestrado para olfatear heces llamado Tucker y la usaron para demostrar que el 70 por ciento de todos los embarazos conocidos había fracasado, según una investigación del año pasado.

    «Nos encontramos en el punto más bajo de los últimos 30 años», afirma Lynne Barre, el coordinador de recuperación de orcas de la NOAA.

    Aunque muchos factores contribuyen a su disminución, hay tres que son fundamentales. Primero, a diferencia de otras orcas que comen focas o lobos marinos, las residentes del sur se alimentan casi exclusivamente de salmón real. Sin embargo, estos peces llevan años disminuyendo y cada orca necesita cientos de kilogramos de peces al día. Por otra parte, el ruido del tráfico naval dificulta la ecolocalización y las orcas necesitan buscar comida más lejos.

    Cuando estos cetáceos están hambrientos y hacen esfuerzos físicos, metabolizan grasa, liberando PCB y otras sustancias químicas de su grasa en el torrente sanguíneo. Ahí, los contaminantes pueden dañar el sistema inmune, aumentando el riesgo de enfermedades. Puede reducir en gran medida la fertilidad o actuar como neurotoxina, lo que puede desorientar a las orcas y complicar aún más la búsqueda de alimento. Las orcas hambrientas adelgazan mucho y el porcentaje de PCB en su cuerpo aumenta, agravando las consecuencias.

    «Todos estos problemas interactúan», afirma Barre.

    Otras poblaciones en peligro

    Las orcas pueden vivir tanto como los humanos, lo que significa que algunos de quienes estamos vivos hoy estábamos presentes durante el apogeo del uso de PCB durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Todos son contaminantes de actuación lenta, lo que significa que los adultos pueden verse afectados por la exposición cuando eran crías o mientras se encontraban en el útero.

    Ross explica que esto significa que muchas poblaciones que parecen sanas podrían encontrarse en peligro. Aunque la cantidad de orcas residentes del estrecho de Puget se desploma, las orcas transeúntes, que se alimentan de focas y lobos marinos, son estables, aunque sus niveles de PCB suelen ser más altos. Por su parte, lLa cantidad de orcas en Canadá y Alaska está aumentando.

    Una orca da vueltas a una tortuga con la "nariz"
    Esta orca podría estar "jugando con la comida", como suelen hacer, o quizá sea una inusual situación en la que una adulta enseña a cazar a orcas jóvenes. La orca macho adulta dio vueltas a la tortuga con la parte delantera de su cabeza, llamada rostrum,y después una de las orcas jóvenes llevó en la boca una tortuga marina. Observaron a las orcas, grabadas en la isla Isabela de las Galápagos, jugar con las tortugas durante media hora para después irse sin comérselas. Las orcas jóvenes aprenden habilidades de supervivencia observando a las adultas. Solo unas pocas especies de animales enseñan comportamientos con instrucciones paso a paso. Las orcas no suelen cazar tortugas marinas, pero son unos de los pocos animales con fuerza en la mandíbula para romper su caparazón.

    Pero como los PCB pueden afectar a casi todas las funciones fisiológicas, «a veces las cifras no hablan con claridad», afirma Ross.

    Por ejemplo, a finales de los 80, las focas comunes de Europa estaban recuperándose de forma triunfante tras importantes desplomes debido a los PCB y los plaguicidas durante los 60. Sin embargo, poco después de que las autoridades declarasen el fin de la crisis, más de la mitad de las focas falleció tras verse afectadas por un virus. Según Ross, es probable que sus sistemas inmunes estuvieran debilitados tras años de exposición.

    Deforges y Ross explican que prohibir los PCB mejoró la situación de las orcas. «Sin eso, es probable que no quedaran orcas hoy en día», afirma Ross.

    Ambos mantienen que los países deben actuar con mayor celeridad para limpiar los contaminantes restantes, tanto a nivel nacional como mediante el Convenio de Estocolmo. Mientras tanto, deben abordarse otros peligros que amenazan a las orcas —como la falta de alimento, el ruido oceánico y el inminente riesgo del cambio climático— para alejar a algunas poblaciones del borde del abismo.

    «Tenemos información más que suficiente para actuar», afirma Ross. «El tiempo dirá si lo hemos hecho lo bastante rápido».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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