Mueren 86 tigres rescatados de un templo en Tailandia

A pesar de haber sido rescatados del templo tailandés donde eran utilizados como atractivo turístico, 86 tigres han fallecido a causa de diversas enfermedades.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 17 sept 2019, 19:11 CEST
Tras varias denuncias de maltrato animal y cría para el tráfico ilegal, 147 tigres fueron incautados en 2016 en una redada gubernamental del Templo del Tigre en la provincia de Kanchuanaburi, Tailandia.
Fotografía de Dario Pignatelli, Getty

Hace tres años, 147 tigres fueron rescatados de un templo tailandés por ser utilizados de forma infame como el atractivo turístico del templo. Ahora, el Departamento de Parques Nacionales, Vida Silvestre y Conservación de Plantas (DNP) afirma que 86 de ellos han muerto a causa de enfermedades que tienen que ver con la endogamia.

Ubicados a unas 100 millas al oeste de Bangkok, los felinos del Templo del Tigre fueron rescatados y puestos bajo la custodia del gobierno. El Centro de Reproducción de Vida Silvestre de Khao Prathab Chang fue el destino de 85 de los tigres, de los que murieron 54, mientras el resto fue enviado al Bosque Khao Son, donde murieron 32 más.

Thanya Netithammakul, directora general del DNP, afirmaba ayer en una rueda de prensa que los tigres ya se encontraban enfermos antes de ser rescatados del templo y llevados a la Wat Phra Luang Ta Bua Yanasampanno de Kanchanaburi, ante las acusaciones de que el centro no ha sabido gestionar el rescate.

Los visitantes del Templo del Tigre pagaban por alimentar a los cachorros con biberón, como los dos que aparecen en esta fotografía.

"Podría estar relacionado con la endogamia", afirma Pattarapol Maneeon, del Departamento de Parques Nacionales, Vida Silvestre y Conservación de Plantas, en declaraciones publicadas por The Guardian. "Tenían problemas genéticos que planteaban riesgos para su cuerpo y su sistema inmunológico".

El templo, acusado de tráfico ilegal de animales

Los 147 tigres fueron criados en el templo a partir de tan solo 6 animales y, aunque las autoridades reconocen que los animales sufrieron estrés durante el traslado, afirman que sus muertes fueron provocadas por problemas respiratorios y el virus del moquillo.

Durante los años previos a la retirada de los felinos, el templo budista había sido en numerosas ocasiones acusado de ser una tapadera de tráfico ilegal de animales. Diversas organizaciones de protección denunciaban que los tigres, utilizados como atracción turística, paseaban por el templo con aspecto drogado mientras los visitantes se hacían selfies con ellos.

Una exposición de National Geographic y el trabajo de la organización por la conservación Cee4Life revelaron prácticas controvertidas, incluido el presunto abuso de animales y la cría de los grandes felinos para el comercio ilegal.

Debido a las acusaciones de explotación animal, los trabajadores del templo comenzaron en 2016 diversos movimientos para tratar de deshacerse de algunos de los animales. Fue en ese momento cuando se destapó la existencia de docenas de cachorros de tigre muertos en congeladores del templo, que fue acusado de estar vendiendo a los animales a lugares como Vietnam y China, donde se cree que tienen propiedades medicinales.

Sybelle Foxcroft , cofundadora de Cee4Life, comenzó a investigar el templo en 2007 y, posteriormente, colaboró ​​con National Geographic en sus informes de 2016. Según publica National Geographic, cuando Foxcroft visitó el templo por primera vez, vio signos claros de deterioro neurológico grave por enfermedad y rogó al templo a través de un comunicado de Cee4Life que ayudasen especialmente a un tigre en concreto, que caminaba golpeándose contra las paredes, desorientado y con las patas traseras muy débiles. 

El templo ignoró sus comentarios, afirmando que el animal estaba bien. "Estaba lejos de estar bien y terminaría muriendo en agonía por ello", afirma la experta a National Geographic. “También sé que si el Templo del Tigre hubiera continuado, y los tigres no fueran confiscados, aún habrían muerto de las mismas enfermedades, pero la diferencia sería que el Templo del Tigre habría desollado los cuerpos muertos y usado las partes del cuerpo para ventas ".

"La muerte de más de la mitad de los tigres rescatados del Templo del Tigre en cuestión de pocos años es, francamente, escandalosa", afirma en la misma publicación Will Travers, presidente de la Fundación Born Free. "Requiere una investigación completa e independiente que informe a la Oficina del Primer Ministro y cuyos hallazgos deben ser de dominio público".

La necesidad de un turismo consciente

Después de que algunos de ellos se escaparan  del recinto y la controversia generada debido al gran número que alcanzaron, el Departamento de Parques Nacionales dio la orden de rescatar a los animales.

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    Los centros de tigres cautivos de Tailandia que han sido acusados de comerciar ilegalmente con los felinos o las partes de sus cuerpos suelen operar con el pretexto del entretenimiento y el turismo, como el Templo de los Tigres, donde las autoridades tailandesas llevaron a cabo una redada en 2016 y que ha sido clausurado. Ahora, sus dueños pretenden abrir un zoológico.
    Fotografía de Steve Winter, National Geographic Creative

    "La mayoría de los tigres ya estaban en un estado angustiado debido al transporte y el cambio de ubicación. Más tarde surgieron sus problemas de salud", afirma en The Guardian Sunthorn Chaiwattana, otro funcionario del departamento. Debido a la endogamia, muchos de ellos sufrieron parálisis de la lengua, problemas respiratorios y falta de apetito.

    Sin embargo, el DNP también recibió acusaciones debido a las jaulas en las que convivieron los animales hacinados, posibilitando la propagación de las enfermedades.

    Pero este no es el único caso en el que los conservacionistas echan un pulso continuo con diferentes centros u organizaciones debido a las condiciones de los animales con los que se lucran. Tailandia recibe decenas de millones de turistas cada año, lo que provoca el crecimiento de una industria lucrativa de vida silvestre, donde a menudo el bienestar animal brilla por su ausencia.

    Una industria que no crecería si un turismo consciente eliminase la demanda de actividades como montar sobre elefantes o bañarse con ellos, o bien hacerse selfies con tigres. Un atractivo turístico que a menudo esconde tras su puerta trasera animales sin supervisión veterinaria alguna, en condiciones insalubres, encadenados, hacinados o explotados.

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