Estas tortugas son capturadas en aguas estadounidenses y traficadas a Asia

Los furtivos que emplean trampas ilegales, drogas y documentación fraudulenta podrían provocar el desplome de las poblaciones de tortugas.

Por Dina Fine Maron
Publicado 29 oct 2019, 16:41 CET
Tortuga de caja de Florida
Los furtivos han capturado tortugas de caja de Florida como esta para los mercados asiáticos.
Fotografía de George Grall, Nat Geo Image Collection

Cuando el teléfono de Will Dillman empezó a sonar poco después de la hora de comer el 14 de agosto, pensó que no sería nada importante. Pero la noticia era enorme. A 80 kilómetros del despacho del biólogo en el Departamento de Recursos Naturales de Carolina del Sur, las fuerzas del orden habían encontrado a Nathan Horton, un famoso trampero y traficante de tortugas, escondido en un trastero. No muy lejos, habían descubierto más de 200 tortugas vivas.

Aquella mañana, los agentes habían ido al condado de Chester para interrogar a Terry Dewayne Lucas, socio de Horton, acerca de los envíos ilegales de tortugas de caja del este fuera del estado. Pero cuando llegaron a la casa de Lucas, descubrieron un barco de Luisiana lleno de trampas para tortugas en el patio.

«Como habíamos investigado para un caso anterior, sabíamos que el señor Horton tenía negocios/operaba en Luisiana. Fue visto por última vez usando un barco de Luisiana», escribió por email Robert McCullough, portavoz del equipo de agentes del Departamento de Recursos Naturales de Columbia. Durante el interrogatorio, la familia de Lucas reveló que Horton estaba en el trastero.

El agente que llamó a Dillman lo instó a acudir cuanto antes para identificar a las tortugas y cuidar de ellas. Era un día abrasador y los reptiles mostraban síntomas evidentes de deshidratación y desnutrición.

Los conservacionistas temen que, como las tortugas —como estas tortugas de caja del este— pueden tardar cinco años o más en alcanzar la edad reproductiva, retirar grandes cantidades de la naturaleza provoque el rápido desplome de las poblaciones locales.
Fotografía de FWC

Se trataba de la cuarta o quinta llamada de este tipo que había recibido Dillman desde que empezó a trabajar en el departamento de recursos naturales en 2013. «Por suerte, [estas llamadas] son poco comunes», afirma. «Cuando te encuentras con uno de estos casos, te preguntas: ¿cuántos más hay por ahí que no pillamos?».

Posiblemente muchos. Los expertos afirman que cuesta determinar la escala del comercio de tortugas silvestres estadounidenses en el mercado de mascotas, pero las investigaciones de los agentes estadounidenses han encontrado muchos casos de tráfico de tortugas en los últimos años. En cada uno, furtivos y vendedores han sido responsables de trasladar grandes cantidades de tortugas entre estados estadounidenses y a Asia. Ryan Bessey, agente especial del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos que se centra en el comercio de tortugas exóticas, afirma que la demanda de estos animales en Asia «se ha disparado en los últimos cinco a diez años». Según Bessey, las especies norteamericanas como las tortugas espalda de diamante, las tortugas de caja, las tortugas moteadas y los galápagos de bosque parecen ser muy populares en el comercio de mascotas exóticas en Asia.

Los documentos judiciales sugieren que solo la operación de Horton podría haber contribuido al contrabando de cientos —si no miles— de tortugas americanas a China. Según los vídeos de vigilancia y los registros obtenidos por los agentes, las tortugas fueron trasladadas desde Atlántico a Los Ángeles y de ahí a Guangzhou, en China meridional. (En Estados Unidos es legal atrapar y vender algunas especies de tortugas a nivel nacional o exportarlas al extranjero con la documentación adecuada, pero las leyes estatales suelen limitar la cantidad que se puede atrapar. Carolina del Sur no permite la captura a escala comercial.)

Más recientemente, el 18 de octubre, la Comisión de Conservación de Vida Silvestre y Pesca de Florida anunció que dos supuestos furtivos habían atrapado ilegalmente 4000 tortugas en aguas estatales en un periodo de seis meses. Según la comisión, uno de los sospechosos había vendido su captura a un comprador vinculado a los mercados asiáticos. Entre las especies capturadas figuraban tortugas de caja de Florida y tortugas de caja del este, entre otras. (En Florida es ilegal vender tortugas silvestres.)

«Las poblaciones de tortugas silvestres no pueden soportar el nivel de captura que tiene lugar aquí. Es probable que tenga consecuencias para todo el ecosistema», declaró en un comunicado Brooke Talley, coordinadora de conservación de reptiles y anfibios para la comisión.

Cuando Dillman llegó a la propiedad de Lucas en Carolina del Sur, encontró 216 tortugas de caja del este. Unas cuantas habían sucumbido a las duras condiciones. Para que el resto se recuperara, Dillman las sumergió en agua y las alimentó con fresas, tomates y setas. Cuenta que, a pesar de todo, murieron otras cinco.

Reptiles venerados

«Gran parte de Asia ha venerado a las tortugas por su longevidad y en la medicina tradicional china», afirma Eric Goode, fundador de Turtle Conservancy. Cuenta que ahora, con la nueva riqueza de la región, las tortugas son otro artículo raro y codiciado que coleccionar, como el vino, el arte y los coches. Según los expertos, la demanda ya ha acabado con una gran cantidad de tortugas autóctonas de Asia, lo que incrementa el atractivo de las tortugas estadounidenses.

Documentos judiciales, entrevistas con expertos en tortugas y varios estudios señalan a China y Hong Kong como destinos principales del tráfico de tortugas estadounidenses. Con todo, otros países asiáticos —Tailandia, Malasia, Japón, Indonesia— también son mercados populares para vender tortugas como mascotas. «El mercado de tortugas asiático saca a tortugas de África, México y Sudamérica», no solo de Estados Unidos, añade Goode, que estudia las tortugas vendidas en mercados de Indonesia, Tailandia, China y Japón.

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    Una tortuga moteada en Carolina del Norte toma el sol en un tronco. Esta especie norteamericana, pequeña y colorida, es una mascota exótica popular en China y en otros países asiáticos, al igual que las tortugas espalda de diamante, las tortugas de caja y los galápagos de bosque.
    Fotografía de George Grall, Nat Geo Image Collection

    Un análisis de 2018 del estado de conservación global de tortugas terrestres y marinas describe el problema en el Asia oriental de forma contundente: «Se ha propagado y expandido de forma gradual un comercio de tortugas insostenible, primero a nivel regional y después a nivel global, mientras las poblaciones de tortugas silvestres han sido explotadas y muchas se han quedado comercial y ecológicamente extintas».

    La tortuga de caja rayada, por ejemplo, se encuentra casi extinta en estado silvestre, víctima de su popularidad en el mercado de mascotas, por su carne y su uso en la medicina tradicional. La tortuga de caja china se encuentra en peligro de extinción por los mismos motivos.

    Willem Roosenburg, experto en tortugas de la Universidad de Ohio en Athens y presidente de la Liga de Herpetólogos, afirma que también se están atrapando y enviando tortugas espalda de diamante —capturadas en el pasado por el consumo de carne en sopa— a Hong Kong y China para la industria de las mascotas exóticas. Además de la caza furtiva, las tortugas se enfrentan a otros peligros en Estados Unidos, como la mortalidad en las jaulas para cangrejos, la pérdida de hábitat y la depredación por parte de zorros y mapaches.

    “Las poblaciones silvestres de tortugas no pueden soportar el nivel de captura que tiene lugar aquí.”

    por BROOKE TALLEY, COMISIÓN DE PESCA Y CONSERVACIÓN DE LA VIDA SILVESTRE DE FLORIDA

    La caza furtiva de tortugas preocupa más al Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre y a los biólogos de conservación. Según Kurt Buhlmann, investigador adjunto del Laboratorio de Ecología Fluvial de Savannah de la Universidad de Georgia, esto se debe a que se capturan tortugas adultas, ya que cuesta más encontrar crías. Según él, solo entre el 10 y el 25 por ciento de las crías sobreviven a su primer año en estado silvestre. Como las especies adultas seleccionadas pueden tardar cinco años o más en alcanzar la edad reproductiva, extraer poblaciones adultas para el mercado de mascotas puede provocar un rápido desplome de la especie, quizá antes de que los biólogos y los agentes de la ley tomen plena conciencia del problema, según Dillman. «Podría representar extirpaciones locales de esta especie».

    Actualmente, Buhlmann está cuidando de las tortugas de caja del este incautadas a Nathan Horton y espera descubrir su procedencia y si padecen enfermedades, requisitos para una posible reintroducción en la naturaleza.

    Jugando al pillapilla

    Las fuerzas del orden estadounidenses han tratado de coordinarse entre estados para reducir las ventas ilícitas de tortugas. Pero, según Bessey, como se trata de un comercio en el mercado negro, es difícil —si no imposible— conocer su escala total. «No conocemos la cifra total de tortugas traficadas». Asimismo, el déficit de agentes federales y estatales respecto a la amplitud de las zonas y la miríada de masas de agua disponibles para los furtivos hace que la posibilidad de acabar con las ventas ilegales parezca distante.

    La demanda internacional de tortugas ha hecho que los conservacionistas se muestren cautelosos a la hora de revelar la localización de las poblaciones de tortugas en conferencias académicas o en estudios publicados. (Los furtivos buscan pistas sobre posibles objetivos en la literatura científica.) Jacqueline Litzgus, profesora de biología en la Universidad Laurentian de Ontario, Canadá, afirma que ni siquiera cita detalles geográficos ambiguos en las conferencias.

    Cuenta que, a mediados de los 90 en uno de sus sitios de estudio de galápagos de bosque en Ontario, desaparecieron «el 70 por ciento» de las tortugas en solo uno o dos años cuando un estudiante escribió una tesis sobre ellas que es posible que obtuvieran los furtivos. Según Litzgus, no se descubrió ningún cadáver de tortuga, por lo que ella y sus colegas conjeturaron que la culpable había sido la caza furtiva, no una enfermedad.

    Las fuerzas del orden de Florida incautaron hace poco cientos de tortugas silvestres a supuestos traficantes de tortugas. En el botín había tortugas de pantano rayadas (en la piscina de delante), tortugas de pantano del este y varias tortugas de caja. Muchas de ellas estaban lo bastante sanas como para ser puestas en libertad.
    Fotografía de FWC

    Cuando se detiene a traficantes de tortugas, normalmente se los acusa de conspiración para traficar con especies silvestres o por la violación de la Ley Lacey, un estatuto federal que prohíbe la captura y la venta de cualquier especie capturada en violación de la legislación estadounidense, nativa americana o extranjera. Las penas por contravenir la Ley Lacey pueden ser multas de hasta 200 000 dólares, hasta cinco años de cárcel o ambas cosas.

    Incautaciones recientes de tortugas han dado lugar a importantes sentencias de cárcel, algo raro en los delitos contra las especies silvestres. En 2016, Kai Xu fue sentenciado a 57 meses de cárcel por el tribunal del distrito Este de Míchigan tras declararse culpable de contrabandear especies de tortugas protegidas de Estados Unidos a China. Steven Baker, que dirigía una mafia que traficaba con diversas especies protegidas entre Estados Unidos y China, fue detenido en Carolina del Sur en 2018 y sentenciado a 27 meses de cárcel en marzo de 2019.

    A partir de 2015, Ryan Bessey dirigió una investigación de otro traficante de tortugas prolífico, el periodista jubilado David Sommers que, durante años, atrapó miles de tortugas espalda de diamante en Nueva Jersey y las vendió a compradores que contrabandeaban los animales a Asia. Cuando las fuerzas del orden lo detuvieron en julio de 2018, confesó que había vendido unas mil tortugas espalda de diamante al año a compradores de Estados Unidos y Canadá por un valor de entre 50 000 y 75 000 dólares. Bessey afirma que entre sus clientes figuraban personas que transportaban tortugas a Asia.

    Hace dos meses, Sommers se declaró culpable de violar la Ley Lacey por etiquetar falsamente los paquetes que contenían a los animales protegidos. El tribunal del distrito Este de Pensilvania lo sentenció a seis meses de cárcel y a pagar una multa de 250 000 dólares al estado de Nueva Jersey.

    Cuando las autoridades registraron su casa en 2018, encontraron más de 3000 crías de tortugas espalda de diamante y casi dos docenas de tortugas de caja, según los registros judiciales. También hallaron oxitocina, un medicamento empleado para inducir el parto en humanos y que provoca que las tortugas hembra liberen sus huevos.

    «Se llevaba las tortugas a su casa de Pensilvania y, en lugar de permitir que progresaran de forma natural hasta poder poner los huevos, les inyectaba oxitocina. Cuando ponían los huevos, vendía a las hembras adultas, una señal de alarma porque un criador legítimo no vendería sus animales reproductores», explica Bessey.

    Sommers admitió ante las autoridades que, además de capturar ilegalmente huevos de tortuga y tortugas hembra en las orillas de Nueva Jersey durante «cinco a 15 años» (según declaró en su sentencia de conformidad) y vender a las hembras días después de poner los huevos, había afirmado falsamente que era un criador de tortugas, lo que le permitía parecer legal y vender tortugas capturadas furtivamente como animales «criados en cautividad».

    Según los documentos judiciales, en realidad atrapaba las tortugas salvajes, vendía los huevos y enviaba las tortugas restantes a sus clientes mediante el servicio nacional de correos o FedEx dentro de calcetines o bolsas y con las patas pegadas con celo para que no se movieran.

    Un reincidente

    Las actividades de captura ilegal de tortugas de Nathan Horton llamaron la atención de las fuerzas del orden en 2016, en Georgia. Los documentos de los tribunales federales sostienen que lo detuvieron cuando atrapaba tortugas en el lago Jackson, un embalse a 72 kilómetros al sudeste de Atlanta. Horton admitió que era un trampero comercial de tortugas y que tenía mil trampas para tortugas activas en el lago. Declaró que enviaba las tortugas a un comprador de California que las exportaba a China. Le pusieron una multa de 300 dólares por el uso de trampas ilegales.

    Pero eso no disuadió a Horton. Un año después, compró 46 tortugas a agentes de incógnito de Georgia. (Las tortugas llevaban transpondedores implantados para rastrearlas.) Según las fuerzas del orden, Horton dijo a los agentes encubiertos que no se preocuparan si la captura era ilegal y les garantizó que, si los descubrían, las multas no serían peores que «una multa por exceso de velocidad».

    Casi una semana después, el 20 de agosto de 2017, Horton dejó cientos de tortugas —entre ellas las que compró a los agentes infiltrados— en un vuelo a Los Ángeles. Acompañadas de documentación falsa, las transportaron en avión a Guangzhou, China. Los cargamentos ilegales se documentaron con registros y vídeos de vigilancia, pero la documentación judicial no menciona que se tomara ninguna medida contra Horton por este incidente.

    “La caza furtiva de tortugas puede provocar un rápido desplome de la especie, quizá antes de que los biólogos y los agentes de la ley tomen plena conciencia del problema.”

    por WILL DILLMAN, DEPARTAMENTO DE RECURSOS NATURALES DE CAROLINA DEL SUR

    Más adelante, el 21 de agosto, los agentes de Georgia citaron a Horton, esta vez por colocar trampas ilegalmente en el lago Blackshear, a unos 241 kilómetros al sur de Atlanta. Le pusieron una multa de unos 4350 dólares. Se desconoce si Horton ha pagado la suma y la Oficina del Fiscal del distrito Norte de Georgia, que gestiona su procesamiento, no ha querido hacer comentarios sobre estas violaciones ni aportar más detalles sobre el caso. Tras aquel incidente de 2017, los agentes le perdieron la pista, según McCullough, portavoz del Departamento de Recursos Naturales de Carolina del Sur.

    Cuando los agentes encontraron un alijo ilegal de tortugas de caja del este en Carolina del Sur en un día de verano abrasador, los animales sufrían deshidratación y desnutrición graves. Supuestamente, iban a enviarlas fuera del estado, probablemente a mercados asiáticos.
    Fotografía de Departamento de Recursos Naturales de Carolina del Sur

    Eso hasta su detención en Carolina del Sur en agosto de este año. De nuevo, Horton admitió ser culpable de los delitos relacionados con las tortugas. Según el informe del agente a cargo de la investigación, Horton declaró que había vendido más de 20 tortugas de caja del este al año. Capturar más de 10 tortugas de caja del este a la vez o más de 20 al año es una falta (no un delito) en Carolina del Sur y la pena es una multa de hasta 200 dolares, hasta 30 días de cárcel o ambas.

    Sin embargo, en la orden de detención de Horton no se mencionaba la falta. En su lugar, se citaban cargos más graves, entre ellos la supuesta violación de la Ley Lacey y la participación en el transporte y la venta interestatal de propiedad robada. Aún no se han fijado los cargos completos ni la fecha de la audiencia, y su abogado de oficio no ha respondido a nuestras preguntas.

    Bessey afirma que existe una delgada línea entre despertar interés por las tortugas y garantizar que el entusiasmo no inste a la gente a capturarlas. «Hay peligros para las tortugas a la vuelta de cada esquina», afirma.

    «Incluso subir una fotografía de una de estas tortugas, si se saca con un iPhone, crea un problema porque lleva incorporadas la latitud y la longitud», afirma Roosenburg, de la Universidad de Ohio.

    «Hay que dejar a las tortugas en paz», añade Bessey. «No atrapes una tortuga si la ves cruzando la carretera ni te la lleves a casa, simplemente colócala fuera de la carretera en la dirección en la que iba».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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