La rata negra es la nueva inquilina de las calles de Madrid

Vive en las ramas de los árboles, en los áticos y techados de los edificios y se desplaza por tuberías y ramas. La plaga de la rata negra amenaza las calles de la capital.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 8 nov 2019, 13:35 CET
Este pequeño roedor de apariencia inofensiva es en realidad una de las cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo.
Fotografía de Biological Library

Tan solo ciudades portuarias como Barcelona, Mallorca o las Islas Canarias habían descubierto Hasta ahora una gran presencia de este roedor asiático paseando por sus calles. Ahora, la rata negra ha llegado a la capital y podría llegar a convertirse en una peligrosa plaga.

La rata negra, o Rattus rattus, convive ahora con la llamada rata gris o de alcantarilla, Rattus norvegicus. Aunque sus avistamientos hasta el momento han sido puntuales y el Ayuntamiento tiene localizados tan solo diez focos, esta especie invasora puede extenderse rápidamente debido a su gran capacidad de reproducción – pueden tener hasta 5 camadas al año.

Este pequeño roedor de apariencia inofensiva es en realidad una de las cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, según la lista realizada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Los orígenes de esta especie invasora

Originaria de Asia tropical, la rata negra colonizó Europa en el siglo VIII y, desde allí, llegó al resto del mundo. Este pequeño mamífero pesa entre 150 y 250 gramos y mide entre 16 y 22 centímetros, a los que se suma su larga cola, sin pelo y cubierta de escamas en anillo, que ronda entre los 17 y los 24 centímetros.

A diferencia de la rata gris, la rata negra (que también puede tener manto gris) es especialista en trepar a los árboles y moverse por sus ramas. Habita los asentamientos humanos buscando vivir bajo techo y su rápida reproducción es una de las mayores amenazas de esta especie. Las hembras, con un periodo de gestación de 21 a 30 días, tienen hasta 18 crías hasta 5 o 6 veces al año.

En las ciudades, sus efectos son aquellos que ocasiona cualquier especie invasora sobre el ecosistema pero, además, causa problemas económicos, dañando instalaciones y alimentos, y sanitarios, asociados a la transmisión de multitud de enfermedades como la peste bubónica, la salmonelosis o la leptospirosis.

En esta línea, un nuevo estudio del Laboratorio de Paleobiología del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), informaba el pasado mes de octubre del descubrimiento en una excavación arqueológica de los restos de 26 ratas negras relacionadas probablemente con el brote de peste que asoló Sevilla en 1649.

Debido al potencial colonizador de esta especie, en las Islas Canarias constituye una grave amenaza para la fauna y la flora endémica del ecosistema insular. Por ello, la especie fue incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, estando por  tanto prohibida su introducción en el medio natural, así como su posesión, transporte, comercio y tráfico.

El Ayuntamiento de Madrid se reunirá hoy para acotar las medidas de control necesarias para que la presencia de esta especie invasora en la ciudad no se convierta en una plaga, como por ejemplo la colocación de chapas en los árboles de los focos en los que se encuentran para impedir así que trepen a ellos.

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