Los colibríes ven colores que los humanos no podemos ni imaginar

La capacidad de estas aves diminutas de ver colores diferentes es «una de las cosas más asombrosas que he presenciado», señala la bióloga que las estudió.

Por Virginia Morell
Publicado 16 jun 2020, 14:34 CEST
Colibrí coliancho

Un colibrí coliancho macho vuela en Colorado en el experimento sobre la visión en color.

Fotografía de Noah Whiteman, Universidad de California, Berkeley

Un colibrí macho posándose sobre una rama puede hipnotizarnos con su plumaje colorido e iridiscente. Pero resulta que los humanos nos estamos perdiendo el efecto completo ya que, según un nuevo estudio, los colibríes ven colores que los humanos no podemos percibir.

No es ninguna novedad para la ciencia que las aves probablemente tienen mejor visión en color que los humanos. Al igual que la mayoría de los primates, los humanos somos tricromáticos, es decir, que nuestros ojos tienen tres tipos de receptores sensibles al color o conos: azul, verde y rojo. En cambio, las aves tienen cuatro conos de color, lo que quiere decir que son tetracromáticas.

Con nuestros tres conos podemos ver los colores del arcoíris: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, cian y violeta, los denominados tonos espectrales. También podemos ver un color puro no espectral (es decir, que no está en el arcoíris): el púrpura, porque estimula simultáneamente nuestros conos rojo y azul.

En teoría, los cuatro conos de color de las aves les permiten distinguir un abanico más amplio de colores, como el espectro ultravioleta, que incluye colores como el verde UV y el rojo UV. Pero hasta ahora no se había investigado mucho qué pueden ver realmente las aves.

Entonces, la bióloga evolutiva de la Universidad de Princeton Mary Stoddard y sus colegas llevaron a cabo una serie de experimentos de campo en colibríes colianchos salvajes cerca del Laboratorio Nacional de las Montañas Rocosas de Colorado. Los resultados revelaron que las aves eran capaces de discernir los comederos de color espectral de los de color no espectral.

«Ver cómo lo hacían ante mis ojos fue una de las cosas más asombrosas que he presenciado», afirma Stoddard, cuyo trabajo se publicó esta semana en la revista Proceedings of National Academy of Sciences.

El estudio supone «un gran avance», ya que ofrece el análisis más exhaustivo hasta la fecha de cómo distinguen las aves los colores, señala Trevor Price, biólogo evolutivo de la Universidad de Chicago que no participó en la investigación.

«En realidad solo hemos arañado la superficie de lo que sabemos sobre la visión en color en animales», afirma.

«Un enfoque experimental atrevido»

Para el estudio, Stoddard y su equipo colocaron varios comederos para aves en tubo con dispositivos LED cerca del laboratorio. Programaron los dispositivos LED cerca de los comederos para que tiñeran la superficie de dos colores diferentes según si el comedero contenía una pequeña cantidad de agua azucarada o de agua sola.

«Es importante hacer las pruebas en el medio natural para poder comprender la experiencia sensorial del mundo que tienen estas aves», explica Stoddard.

Los colibríes, que se alimentan del néctar de las flores, enseguida aprendieron a asociar un color con la recompensa de una bebida dulce y el otro con el agua sola.

En las tres temporadas de campo de 2016 a 2018 llevaron a cabo 19 experimentos y contabilizaron unas 6000 visitas de colibríes. Rastreando las visitas de las aves a los comederos, demostraron que los colibríes colianchos elegían sistemáticamente el comedero con el agua azucarada, independientemente de si tenía un tono espectral o no espectral.

«Aunque a nosotros los colores nos parezcan iguales —por ejemplo, cuando las aves tenían que elegir entre un comedero de color verde UV y otro verde normal—, ellas pueden ver la diferencia», afirma Stoddard.

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    «Fue un enfoque experimental muy atrevido», escribe por email Karen Carleton, bióloga evolutiva de la Universidad de Maryland. El estudio demuestra que «a través de los ojos de los colibríes, el mundo puede ser muy diferente a lo que vemos nosotros».

    A todo color

    La visión en color ayuda a los animales a elegir comida y pareja y a evitar a los depredadores. Por ejemplo, las abejas pueden ver patrones ultravioletas en flores amarillas que las guían hacia el néctar. Cuando nosotros vemos la misma flor, solo vemos pétalos amarillos.

    Para determinar por qué los colibríes son capaces de ver tal variedad de colores, Stoddard y sus colegas analizaron datos existentes sobre los colores del plumaje de varias aves y los colores de las plantas. Determinaron que los colibríes podrían ser capaces de ver un 30 por ciento de los colores del plumaje de las aves y un 35 por ciento de los colores de las plantas en tonos no espectrales, colores que «los humanos no podemos ni imaginar», señala Stoddard. Es probable que esta capacidad ayude a estas aves a localizar una amplia variedad de plantas y su néctar.

    Stoddard y su equipo creen que los resultados se aplican a todas las aves con visión tetracromática que están activas durante el día, así como a diversos peces, reptiles e invertebrados. Y este nivel adicional de distinción también podría haber sido un rasgo propio de los dinosaurios que, según se cree, tenían plumas de colores.

    Los mamíferos evolucionaron como seres nocturnos que no necesitaban distinguir los tonos del mundo diurno, por eso la mayoría —como nuestros perros y gatos— son dicromáticos y solo tienen conos azules y verdes. Los humanos desarrollamos un tercer cono (rojo) posiblemente porque los primates primitivos desarrollaron un apetito por los frutos en proceso de maduración.

    «Si queremos llegar a comprender la diversidad del color en la naturaleza, está claro que tenemos que entender las diferencias entre especies a la hora de percibir el color», añade Price. «Este estudio nos muestra el camino».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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