El cerdo más pequeño del mundo, considerado extinto en el pasado, regresa a la naturaleza

El jabalí enano, que mide 25 centímetros de alto, se «redescubrió» en 1971. Sus poblaciones están creciendo de forma constante gracias a las iniciativas de cría en cautividad en la India, de donde es autóctono.

Por Kamakshi Ayyar
Publicado 27 may 2021, 12:40 CEST
Un jabalí enano cautivo

Un jabalí enano o pigmeo cautivo en el Pygmy Hog Breeding Centre en Guwahati, India.

Fotografía de Joël Sartore, Nat Geo Image Collection

En los exuberantes pastizales de las faldas del Himalaya vive el jabalí enano o pigmeo, una especie en peligro de extinción y tan pequeña que sus crías te cabrían en el bolsillo. Con una altura de unos 25 centímetros, este tímido animal vagaba por las regiones fronterizas de la India, Nepal y Bután, buscando insectos y tubérculos. 

Pero un siglo de degradación y destrucción del hábitat —sobre todo por la conversión de los pastizales para usos agrícolas— devastó al jabalí enano y hasta su «redescubrimiento» en 1971 mucha gente lo consideró extinto.

A mediados de los años noventa, los conservacionistas capturaron algunos jabalíes enanos salvajes y empezaron a criarlos en cautividad, liberándolos en Assam, un estado del nordeste de la India donde ha sobrevivido una población silvestre diminuta.

Veinticinco años después, estas iniciativas de conservación han dado sus frutos, según los expertos. En total, quedan entre 300 y 400 animales en el medio natural y 76 en cautividad, y la especie parece estar prosperando.

El éxito del programa inicial ha conducido a iniciativas subsiguientes. Entre 2008 y 2020, los científicos liberaron 130 jabalíes enanos en dos parques nacionales, Manas y Orang, y dos refugios de fauna silvestre, Barnadi y Sonai Rupai, todos en Assam.

Se planea liberar al menos 60 jabalíes más en Manas en los próximos cinco años, explica Parag Deka, director del proyecto del Programa de Conservación del Jabalí Enano, con sede en Guwahati, la capital de Assam.

«Es muy importante seguir y salvar a esta especie de la extinción», afirma Deka. «Todos deberíamos buscar una meta en la vida. Cuando me involucré en este proyecto, me di cuenta de que esto me daría esa meta».

Un cerdo especial

En todo el mundo existen 17 especies de cerdos salvajes y casi todas se encuentran en peligro de extinción. Pero lo que hace especial al jabalí enano (además de su tamaño diminuto) es su singularidad evolutiva: es la única especie del género Porcula, explica Matthew Linkie, coordinador en Asia del Grupo de Especialistas en Cerdos Salvajes de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

«Si perdiéramos esta especie, perderíamos a un género entero y millones de años de evolución en un instante», cuenta.

El programa de conservación proporciona a la especie «la oportunidad de luchar por su supervivencia», añade Linkie, que habló de los recientes esfuerzos del equipo para proteger a las poblaciones de jabalíes enanos cautivos de enfermedades como la peste porcina africana, una enfermedad viral que apareció en la región en 2020 junto a la COVID-19.

Los conservacionistas de jabalíes enanos aplicaron medidas de bioseguridad estrictas para el personal, los vehículos y el equipo que entrara en la zona de cría, señala.

«Aunque el virus [de la peste porcina africana] tiene grandes repercusiones económicas en la industria de los cerdos domésticos, para los jabalíes enanos y otras especies amenazadas puede significar la extinción», afirma Johanna Rode-Margono, directora del Grupo de Especialistas en Cerdos Salvajes de la UICN.

«Los equipos in situ hacen todo lo que pueden para proteger a las poblaciones cautivas y salvajes».

«Redescubierto»

El jabalí enano, descrito por primera vez en la ciencia occidental en 1847, se observó en raras ocasiones a lo largo del siglo posterior, debido a su tamaño y su timidez. En su libro de 1964 The Wild Life of India, el naturalista Edward Pritchard Gee escribió que estaba «esforzándose por descubrir si [el jabalí enano] todavía existe».

 Por consiguiente, los detalles sobre su estilo de vida y su comportamiento eran escasos: Los jabalíes enanos adultos, que pesan entre siete y diez kilogramos, dependen de los pastizales para protegerse de los depredadores, como las pitones y los cuervos, y también porque son un espacio seguro para encontrar alimentos y recoger material de construcción.

 Los cerdos derriban la hierba para construir techos para sus nidos, que crean en depresiones en el suelo. Una familia de jabalíes enanos suele constar de tres a cinco individuos: una combinación de hembras y crías. Los jabalíes solo se unen durante unos meses en la época de apareamiento.

 En 1971, mucho después del último avistamiento documentado, el trabajador de un jardín de té vio a un grupo de jabalíes enanos huyendo de una quema prescrita cerca del refugio de Barnadi (un área protegida) en Assam. Poco después, el administrador de una plantación de té llamado Richard Graves compró 12 cerdos al trabajador en un mercado local.

 El jefe de Graves, John Yandel, informó del hallazgo al naturalista Gerald Durrell, fundador del Durrell Wildlife Conservation Trust. Los científicos de la organización acudieron a Assam para investigar a los jabalíes, pero tardaron otras dos décadas en poner en marcha el Programa de Conservación del Jabalí Enano, que empezó a capturar jabalíes salvajes en 1996.

 Cuando los jabatos criados en cautividad alcanzan los seis meses de edad, los trasladan a un centro de preliberación exterior en Potasali, cerca del parque nacional de Nameri. Durante unos seis meses, las crías exploran y se adaptan al hábitat de pastizal recreado. Tras su liberación, los jabalíes son vigilados con cámaras trampa, transmisores por radio y reconocimientos sobre el terreno.

Desierto verde

Criar a los jabalíes solo es una parte de la solución: también necesitan pastizales sanos. Cuando se evalúan posibles lugares de liberación, el equipo busca suelo aluvial (tierra llena de depósitos minerales traídos por los ríos), determinadas especies de plantas autóctonas y hasta cinco kilómetros cuadrados de hábitat.

Pero es difícil encontrar zonas como esas: los pastizales de Assam están menguando, degradándose y fragmentándose. Barnadi, el refugio donde encontraron a los jabalíes en 1971, ha disminuido de unos 10 kilómetros cuadrados de pastizales a menos de 1,3 kilómetros cuadrados.

 En el pasado, la quema ilegal e indiscriminada de pastizales para crear espacios abiertos y alimento para el ganado bovino amenazó a los jabalíes, sobre todo durante las temporadas de apareamiento y cría. La quema constante también fomenta el crecimiento de malas hierbas —que prosperan en entornos perturbados— y desplaza las plantas autóctonas.

 «Parece muy verde, pero yo lo llamo el desierto verde, porque aquí no puede crecer nada», afirma Deka.

 Por eso los equipos de conservación están colaborando con las comunidades locales y las autoridades forestales para comprender cómo reducir dichas presiones en los pastizales y desarrollar mejores prácticas de gestión de hábitat.

 «Cuando estamos patrullando, cortamos especies como la albahaquilla de Cuba y la ceiba común, que amenazan los pastizales», afirma Arjun Kumar Rabha, guardabosques en el parque nacional de Manas, que ha trabajado durante seis años con los conservacionistas de jabalíes enanos. «Antes, la quema de pastizales no se supervisaba debido a los conflictos sociopolíticos en la región. Ahora practicamos quemas controladas».

El equipo también fomenta la creación de cortafuegos entre los bloques de pastizales, para garantizar que las llamas no se propaguen, y tomarse descansos entre quemas para permitir que crezca nueva vegetación en otras zonas a las que puedan migrar los jabalíes y otras especies que dependen de los pastizales.

La meta es restaurar al menos 28 kilómetros cuadrados de pastizales en el parque nacional de Manas para 2025, señala Deka. A la larga, los jabalíes deberían repoblar la tierra y prosperar, afirma.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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