Los humanos ya no son los únicos primates con menopausia

Nuevas pruebas demuestran que los chimpancés experimentan el cambio hormonal, pero lo que hacen después sigue siendo una cuestión de interés.

Por Jason Bittel
Publicado 27 oct 2023, 10:30 CEST

Las hembras de pocas especies viven mucho más allá de su edad reproductiva, pero un nuevo estudio confirma que los chimpancés, como el que aparece en la foto de arriba en el Parque Nacional de Kibale, en Uganda, forman parte de ese exclusivo club.

Fotografía de Kevin Langergraber, ARIZONA STATE UNIVERSITY

Nana, abuela, yaya... como quiera que se llamen, los seres humanos son una de las pocas especies en las que las hembras viven mucho más allá de su edad reproductiva para convertirse en abuelas.

De hecho, el club de las abuelas es tan reducido que se pueden contar con los dedos de una mano las demás especies que experimentan y sobreviven a la menopausia. Entre ellas están las orcas, los calderones tropicales, los narvales, las belugas y las falsas orcas.

Pero un nuevo e histórico estudio confirma que al menos una población de chimpancés puede añadirse ahora a la elitista lista.

El descubrimiento es el resultado de 21 años de observación de la comunidad Ngogo de chimpancés salvajes en el Parque Nacional de Kibale, Uganda. Bueno, eso y recoger mucha orina de chimpancé de las copas de los árboles.

"Lo que hacemos es cortar un arbolito que tenga una bonita 'Y' al final. Luego ponemos una bolsa de plástico muy fina encima", explica Kevin Langergraber, primatólogo de la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos) y autor principal del estudio publicado esta semana en la revista Science.

"Sólo esperas que no te salpique demasiado", ríe.

Aunque las circunstancias puedan parecer una tontería, el estudio de la orina de 66 hembras ngogo, de entre 14 y 67 años, ha demostrado que sus niveles hormonales cambiaban al acercarse a los 50, lo que confirmaba que estaban en la menopausia. Curiosamente, los 50 es también la edad en la que muchas personas empiezan a experimentar la menopausia.

Langengraber y otros investigadores de primates se habían preguntado durante mucho tiempo por qué los humanos experimentan la menopausia mientras que ninguno de nuestros primos evolutivos más cercanos parece hacerlo.

"Es muy interesante que por fin se haya encajado esa pieza del rompecabezas", afirma Catherine Hobaiter, primatóloga de la Universidad de St. Andrews (Escocia) que también estudia a los chimpancés, en la Reserva Forestal Central de Budungo (Uganda), pero que no participó en el nuevo estudio.

Las condiciones adecuadas para la menopausia

¿Por qué se ha tardado tanto en descubrir la menopausia en los chimpancés? La respuesta es que resulta extremadamente difícil estudiar el funcionamiento interno de animales salvajes de gran tamaño sin causarles daño. 

El estudio de los chimpancés presenta otros retos, como el hecho de que son extremadamente longevos, especialmente en cautividad. Se cree que una hembra, conocida como Little Mama, tenía más de 70 años cuando murió en un parque safari de Florida en 2017. Esto significa que los científicos simplemente no tienen datos de dos décadas para muchos grupos de chimpancés de África central y occidental.

Pero la duración del Proyecto Chimpancé Ngogo, que comenzó en 1993, y la técnica no invasiva de recogida de orina dieron a los científicos confianza en su hallazgo.

En concreto, el equipo descubrió que las hembras ancianas experimentan los mismos cambios endocrinológicos que una mujer de mediana edad; sus niveles de estrógenos y progestágenos descienden, mientras que aumentan los de las hormonas foliculoestimulante y luteinizante.

Sin embargo, Langergraber advierte que la población Ngogo puede ser un caso atípico en lo que respecta al resto de la especie.

Esto se debe a que la comunidad de Ngogo vive en una especie de edén para los chimpancés: el Parque Nacional de Kibale, rico en recursos y bien protegido, donde tampoco hay leopardos, su principal depredador. Y como la comunidad de Ngogo se encuentra en el corazón del parque, sus únicos vecinos son otros chimpancés, no seres humanos que puedan exponer a los chimpancés a patógenos que han devastado otras comunidades.

La otra cara de la moneda podría ser cierta: que todas las poblaciones de chimpancés vivieron alguna vez en la relativa prosperidad de la que ahora disfrutan los chimpancés de Ngogo, pero que la gente ha ejercido tanta presión sobre los animales que éstos ya no viven lo suficiente como para pasar la menopausia.

Por supuesto, la respuesta podría estar en algún punto intermedio, dice Langergraber.

¿Importan las abuelas chimpancé?

Otra pregunta intrigante es si las abuelas chimpancé tienen algún valor evolutivo adicional.

Al fin y al cabo, los investigadores han demostrado en humanos que la presencia de una abuela viva puede transmitir beneficios a los nietos, por ejemplo, proporcionándoles comida y cuidados adicionales (algo que Ninny y la abuela Pickles hacen en mi propia familia). Los científicos también han observado indicios de este efecto en elefantes asiáticos y orcas.

La respuesta no está clara, sobre todo porque las sociedades de los chimpancés son muy diferentes de las de los humanos, dice el director del estudio, Brian Wood, antropólogo evolutivo de la Universidad de California en Los Ángeles.

Por ejemplo, tanto los machos como las hembras se aparean promiscuamente, en lugar de formar parejas duraderas. Las madres cuidan únicamente de sus crías. Y cuando alcanzan la madurez, las hembras se marchan en busca de nuevas comunidades, mientras que los machos se quedan en la zona donde nacieron. Todo ello significa que los chimpancés abuela probablemente no saben quiénes son sus nietos del mismo modo que los humanos, o incluso las orcas.

"Eso no significa que todas estas mujeres mayores no estén haciendo cosas que tengan consecuencias", dice Wood. "Pero todo eso es trabajo futuro por hacer".

En su población de estudio en Budongo, Hobaiter ha sido testigo de cómo las hembras de más edad se retiraban de las competiciones cotidianas que forman parte de la vida de los chimpancés.

Pero siguen teniendo prestigio y respeto. Una anciana, llamada Nambi, lleva viviendo en Budongo probablemente 60 años o más, y Hobaiter ha sido testigo de momentos en los que parece liderar y tomar decisiones por el grupo.

"Lo que ha visto en ese bosque, las distintas estaciones que ha conocido, las distintas zonas del bosque, las interacciones con los vecinos, eso es este increíble legado de sus conocimientos".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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