Así se convirtió la montaña más alta del mundo en un laboratorio climático

Un equipo de expertos en varias ramas científicas se enfrentó a los elementos en el Everest para estudiar el calentamiento del planeta.

Por Freddie Wilkinson
Publicado 20 jul 2020, 10:49 CEST
Estos científicos convirtieron la montaña más alta del mundo en un laboratorio climático
Este artículo ha contado con el apoyo de Rolex, que colabora con la National Geographic Society para arrojar luz, mediante la ciencia, la exploración y la divulgación, sobre los retos que afrontan los sistemas que resultan más cruciales para sustentar la vida en la Tierra.

Normalmente, a finales de primavera llega el momento de analizar la temporada de escalada anual al Everest, pero este año, debido a la COVID-19, la montaña ha quedado envuelta en un silencio insólito. Nepal ha prohibido todas las expediciones desde su lado. Por su parte, China ha prohibido la entrada a los alpinistas extranjeros, pero sí permitió a los ciudadanos chinos escalar desde el lado tibetano, como un equipo de topógrafos que intentó volver a medir la altitud de la montaña tras el terremoto de 2015.

Con todo, aunque la mayor parte del mundo de la escalada ha dado un respiro al Everest, un grupo de científicos de varios laboratorios de Europa, Estados Unidos y Nepal han estado trabajando en la montaña de forma «remota». Han analizado muestras de hielo, nieve, agua y sedimento que tomaron la pasada primavera en la expedición Perpetual Planet al Everest de National Geographic y Rolex. El proyecto aspiraba a convertir la montaña más alta del mundo en un laboratorio climático gigante.

El climatólogo Paul Mayewski sostiene una sección de uno de los testigos de hielo extraídos en la parte alta del Everest. Los testigos se transportaron a los laboratorios de la Universidad de Maine, donde algunas partes se fundirán y se analizarán en busca de pistas sobre los cambios en el entorno con el paso del tiempo.

Fotografía de Becky Hale, National Geographic

El climatólogo Mariusz Potocki (izq.) utilizó una perforadora especial para extraer una muestra de hielo a 8020 metros en el collado Sur del Everest. Más adelante, su equipo transportó casi 14 kilogramos de muestras de hielo montaña abajo. Cada capa de un testigo de hielo contiene un registro de las sustancias químicas presentes en la atmósfera cuando el agua se congeló, algo similar a los anillos de crecimiento de los árboles.

Fotografía de Dirk Collins, National Geographic

El año pasado, durante abril y mayo, un equipo multidisciplinario de más de 30 biólogos, glaciólogos, geólogos, meteorólogos y geógrafos se desplegó por las faldas meridionales del Everest y trabajó tanto en las partes altas de la montaña como en el valle de Khumbu. «Creemos que la mejor forma de hacer ciencia en el Everest no es hacer un solo tipo de ciencia, sino muchos», afirma Paul Mayewski, de la Universidad de Maine, el líder de la iniciativa en la que la National Geographic Society se ha asociado con la Universidad de Tribhuvan y el gobierno de Nepal.

Todos y cada uno de los estudios prometen una instantánea única del clima pasado, presente y futuro de la montaña. Los testigos de hielo y de sedimentos lacustres ofrecerán un registro de cómo era el entorno hace miles de años. Las muestras de nieve y de agua explican qué ocurre en la montaña en la actualidad e indican el futuro de los glaciares, que son fuentes de agua cruciales para las grandes poblaciones de las zonas bajas. El equipo también instaló una red de estaciones meteorológicas automatizadas, que documentarán las tendencias del tiempo atmosférico en los años venideros.

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    Una de las tareas más abrumadoras recayó en el colega de Mayewski, Mariusz Potocki, que quería extraer testigos de hielo en varias elevaciones, como en el collado Sur (a 7905 metros) y en la cumbre del Everest (a 8849 metros). Para su trabajo necesitó un sistema de perforación modificado específicamente y que funcionara con baterías, y un equipo de sherpas expertos que lo guiaran montaña arriba y lo ayudaran a transportar las pesadas secciones de hielo. Asimismo, el equipo tuvo que averiguar cómo mantendrían los testigos congelados durante su largo viaje a los laboratorios de la Universidad de Maine, donde los analizarían.

    Aunque Potocki no pudo llegar a la cima debido a las aglomeraciones de escaladores, sí consiguió extraer el testigo de hielo más alto, justo por encima del Campamento IV, a 8020 metros sobre el nivel del mar. «Es obvio que este hielo es muy antiguo. Creo que tiene muchas historias que contar», dice Potocki.

    «El hielo no miente», afirma Mayewski. «La idea misma de que la parte más alta del planeta se haya visto afectada por la actividad humana debería ser una llamada de atención para todos».

    Los resultados de los estudios se publicarán en revistas revisadas por pares en los próximos meses. El 12 de julio se estrenó en National Geographic Channel el documental Expedición Everest, que siguió los pasos de los científicos mientras instalaban la estación meteorológica más alta del mundo y tomaban muestras y datos en las condiciones extremas del Everest.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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