La contaminación por plástico es un problema descomunal, pero no es demasiado tarde para solucionarla

Según dos nuevos estudios, para corregir el problema de los residuos plásticos se necesita un cambio fundamental en nuestro planteamiento sobre la fabricación, el uso y la forma de desechar los plásticos.

Por Laura Parker
Publicado 7 oct 2020, 13:05 CEST
Fábrica de plástico

Las fábricas de plásticos como esta de China están aumentando la producción de plástico virgen, aunque la contaminación por plástico asedia los océanos a volúmenes de récord.

Fotografía de Wang Jianwei, Xinhua, Eyevine, Redux

La campaña global para controlar los residuos plásticos es una de las causas ambientales que más han crecido en un periodo breve. Sin embargo, no ha bastado para hacer mella en el tonelaje creciente de plástico desechado que acaba en el mar.

En la próxima década, los residuos que desemboquen en los cursos de agua y, finalmente, en los océanos alcanzarán los 22 millones de toneladas y posiblemente hasta 58 millones de toneladas al año. Y esa es la «buena» noticia, porque dicha estimación tiene en cuenta los miles de compromisos ambiciosos de los gobiernos y del sector para reducir la contaminación por plástico.

Sin dichos compromisos, una situación hipotética en la que nada cambie será casi el doble de mala. Si no se mejora la gestión de residuos actual, 99 millones de toneladas de residuos plásticos descontrolados acabarían en el medio ambiente para 2030.

Estas dos situaciones hipotéticas, el resultado de la nueva investigación de un equipo internacional de científicos, distan mucho de la primera cifra total publicada en 2015, que estimaba que cada año desembocaría una media de 8,8 millones de toneladas en los océanos. Cuando se publicó hace un lustro, fue una cifra tan sobrecogedora que contribuyó a reforzar el movimiento para eliminar los residuos plásticos.

Jenna Jambeck, profesora de ingeniería de la Universidad de Georgia que calculó dicha cifra, también describió una analogía vívida para contextualizarla. Sería el equivalente a que un camión de la basura tirara una carga de plástico al océano cada minuto de cada día durante un año. Jambeck también formó parte del equipo que elaboró los nuevos cálculos. Pero averiguar una nueva forma de visualizar de 20 a 53 millones de toneladas no ha sido fácil.

«No sé. Hemos llegado al punto de lo inconcebible», dice. «¿Un estadio de fútbol lleno de plástico al día? ¿O suficiente plástico para cubrir Rhode Island o Luxemburgo hasta la altura del tobillo?».

Aunque son acertadas, ninguna de estas analogías capta la magnitud del problema.

Al igual que con el cambio climático, todo depende de cómo reaccione la comunidad global en las próximas décadas. Y aunque los paralelismos entre el problema de los residuos plásticos y el cambio climático son obvios —el petróleo, el ingrediente básico para fabricar plásticos, es la raíz de ambos—, son dispares en un aspecto clave: la persistencia del plástico. Cabe la posibilidad, por remota que sea, de que la tecnología y la restauración de los ecosistemas naturales retire CO2 de la atmósfera, pero no existe un equivalente para el caso de los plásticos. Son prácticamente indestructibles y no desaparecen.

«En mi opinión, el mayor problema es la cuestión de la permanencia», afirma George Leonard, científico jefe de Ocean Conservancy y miembro del equipo que produjo este nuevo pronóstico. «Si no controlamos el problema de la contaminación por plástico en el océano, corremos el peligro de contaminar toda la cadena trófica marina, del fitoplancton hasta las ballenas. Y para cuando la ciencia esté a la altura del reto, quizá concluyendo definitivamente que es algo problemático, será demasiado tarde. No podremos retroceder. Esta gran cantidad de plástico estará incrustada en la fauna silvestre del océano para siempre».

Dos estudios, misma conclusión

Royal Dutch Shell producirá microesferas de plástico como estas en su nueva fábrica en Beaver County, Pensilvania. La fábrica creará más de un millón de toneladas de estas microesferas diminutas. En la zona de Pittsburgh, muchos lo consideran un motor económico, pero a otros les preocupan los daños medioambientales a largo plazo.

Fotografía de Ross Mantle, T​he New York Times, Redux

El análisis es el segundo de las últimas semanas que mira hacia el futuro de la economía del plástico y concluye que, para corregir el problema de este residuo —un 40 por ciento del plástico fabricado hoy son envases desechables—, se necesita un cambio fundamental en nuestro planteamiento de la fabricación, el uso y el desecho de los plásticos.

Los nuevos hallazgos llegan de la mano de un equipo de científicos financiado por la Fundación Nacional de Ciencias mediante el Centro Nacional de Síntesis Socioambiental de la Universidad de Maryland (SESYNC, por sus siglas en inglés). El otro proyecto, que pone la mira en el 2040, fue dirigido por Pew Charitable Trusts y SYSTEMIQ, una empresa de asesoría e inversión medioambiental con sede en Londres, y se hizo público en julio. Ambos estudios se publicaron juntos en la revista Science en septiembre.

Lo inusual es que dos grupos de trabajo independientes han llegado a las mismas conclusiones generales utilizando metodologías y plazos diferentes. Ambos culparon del aumento del tonelaje de plástico en el mar al incremento de la producción de plástico, que supera la capacidad de recogida de desechos plásticos. También estaban de acuerdo en que, para reducir los residuos, hay que reducir la producción de plástico virgen.

«La magnitud del problema es la misma. La diferencia está en la metodología», afirma Stephanie Borrelle, bióloga marina de Nueva Zelanda y autora principal del estudio del SESYNC. «Tenemos que hacer algo al respecto cuanto antes. Nuestro recuento anual de los vertidos no justifica lo que ya hay en los océanos».

Ambos proyectos también concluyeron que los residuos plásticos podrían reducirse considerablemente —aunque no eliminarse— si se utilizaran las tecnologías existentes. Esto incluye mejorar la recogida y el reciclaje de basuras, rediseñar los productos para eliminar los envases hechos de plásticos no reciclables, expandir los envases reutilizables y, en algunos casos, sustituir el plástico por otros materiales. Con todo, las soluciones como el reciclaje, que ahora oscila en torno al 12 por ciento a nivel global, también exigirían una escalada masiva con más centros de reciclaje de los que existen.

El proyecto del SESYNC también insta a limpiar los residuos plásticos de las orillas, si es posible. Para hacernos una idea de la escala necesaria para lograr esa meta, tendrían que participar mil millones de personas en la limpieza anual de playas de Ocean Conservancy, que ahora cuenta con casi un millón de voluntarios.

«La verdad incómoda es que el aumento normal de la producción de plásticos nuevos no es compatible con la eliminación de los plásticos de la naturaleza», afirma Ben Dixon, exdirector de sostenibilidad de Royal Dutch Shell y socio de SYSTEMIQ. «Ambos estudios tratan de llegar al meollo de esa verdad incómoda. Quizá veamos más presión por parte de los inversores, los consumidores y un cambio en el mundo que está a los pies de estas empresas».

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    Plásticos 101

    Ambos proyectos han llamado la atención del sector de los plásticos, que alabó la investigación, pero descartó la idea de reducir la producción de plástico virgen tachándola de «muy contraproducente y poco práctica», en palabras del American Chemistry Council, una asociación de empresas de la industria petroquímica. En las respuestas enviadas por email, ExxonMobil y Dow Chemical, dos de los principales fabricantes mundiales de polietileno, se mostraron de acuerdo.

    «Reducir la producción para resolver el problema de los residuos agravará, a su vez, el problema del carbono y del clima, ya que los materiales alternativos generan más emisiones», señaló Dow.

    La fabricación de plástico emite menos CO2 y gasta menos agua que la producción de vidrio o aluminio. Algunos sostienen que esta explicación no siempre incluye todos los costes, como la limpieza y el peso ambiental. La fabricación de vidrio emite menos CO2 por gramo, pero las botellas de vidrio son más pesadas. Y, según dicen, en el mundo marino es irrelevante: las tortugas comen bolsas de plástico, no botellas de vidrio ni latas de aluminio.

    Todd Spitler, portavoz de Exxon, declaró que la empresa se centrará en «incrementar la reciclabilidad del plástico, apoyar las mejoras en la recuperación de residuos plásticos y minimizar la pérdida de microesferas de plástico en nuestras operaciones».

    El estudio del SESYNC insta a establecer límites globales de producción de plástico virgen, una recomendación que probablemente no se haga realidad. En la última reunión del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en Nairobi, Kenia, en 2019, las negociaciones para aprobar una resolución que exigía la eliminación gradual del plástico de un solo uso para 2025 y la redacción de un tratado vinculante sobre los desechos plásticos acabó en punto muerto.

    El estudio de Pew y SYSTEMIQ insta a reducir en un 11 por ciento la producción de plástico virgen y argumenta que hay suficiente plástico residual que puede reciclarse y convertirse en plástico nuevo para satisfacer la demanda. El problema es que es tan barato fabricar plástico virgen —la resina nueva creada a partir de gas natural o petróleo— que socava la economía del mercado del reciclaje. Es más barato fabricar plástico nuevo que recoger, clasificar y procesar plástico desechable en nueva materia prima. Sobre todo ahora, con la disminución de los precios del petróleo. (Puedes leer más sobre el estudio de SYSTEMIQ aquí.)

    El aumento de la producción de plásticos para 2050

    De hecho, se prevé que la producción se duplicará para 2050: en 2018 se produjeron 308 millones de toneladas y se prevé que en 2050 se producirán hasta 756 millones de toneladas, según un informe publicado por el American Chemistry Council en 2019. En Estados Unidos se han invertido 203 000 millones de dólares en la construcción o expansión de 343 fábricas químicas para producir plástico, según las cifras del ACC publicadas el pasado febrero. Se prevé que la capacidad de producción de etileno y propileno aumentará entre un 33 y un 36 por ciento, según una estimación del Centro para el Derecho Ambiental Internacional.

    Keith Chapman, director general de mercados de plásticos para ACC, dice que la demanda de productos de plástico, como las partes ligeras de los automóviles y los materiales empleados en la construcción de viviendas —como el aislamiento y las tuberías del agua—va a aumentar.

    «La industria va encaminada hacia las nuevas tecnologías», afirma.

    Históricamente, la contaminación por plástico ha aumentado casi de forma continua desde los años cincuenta, de 1,8 millones de toneladas en 1950 a 465 millones en 2018. En 2017, 7000 millones de las 8800 millones de toneladas producidas a nivel internacional en ese periodo se han convertido en residuos.

    La industria atribuye el crecimiento futuro a dos factores: el incremento de la población mundial y la demanda de más bienes de consumo de plástico, impulsados por el aumento del poder adquisitivo de una clase media creciente. La ONU prevé que, para 2050, la población mundial —actualmente 7800 millones de personas— habrá aumentado en casi 2000 millones de personas, principalmente en Asia y África. A nivel global, está previsto que la clase media se expanda, con 400 millones de hogares más para 2039, y ahí es donde se producirá el crecimiento del mercado de los plásticos.

    África, por citar un ejemplo, muestra las complicaciones que surgirán a la hora de controlar la contaminación por plástico en las próximas décadas. En la actualidad, continente genera desechos a un ritmo bajo en términos globales, según un informe de la ONU publicado el año pasado. También posee regulaciones ambientales limitadas, un cumplimiento laxo de las mismas y sistemas inadecuados para la gestión de residuos. Sin embargo, con el aumento y la urbanización de la población y con el cambio de los hábitos de consumo ante los mayores niveles de vida, se prevé que el África subsahariana se convertirá en la región dominante en la producción de residuos municipales.

    «Todos tendrán que desempeñar un papel a lo largo de la cadena de valor», afirma Guy Bailey, uno de los principales analistas de plásticos de Wood Mackenzie, una consultora que se especializa en energía, productos químicos y minería.

    «Si eres un reciclador, es difícil invertir cuando los precios del crudo destruyen completamente la economía de tu empresa. Si eres una empresa de envasado, tienes tantas opciones de materiales que cuesta elegir. Si eres una empresa química, puedes ver claramente el reto reputacional. Se arriesgan a perder la licencia social para operar si las cosas van demasiado lejos. Quieren abordar esos retos».

    La Alliance to End Plastic Waste, fundada el año pasado por 50 titanes de la industria, se comprometió a invertir 5100 millones de dólares en crear soluciones para mejorar los métodos de recogida y reciclaje de plástico. Por ahora ha puesto en marcha 14 proyectos, muchos de ellos en el Sudeste Asiático y África, en países como Filipinas, Indonesia y Ghana.

    Jacob Duer, presidente y consejero delegado, indicó que el nuevo informe «reitera la necesidad y la urgencia de abordar el problema y subraya la importancia de un cambio paradigmático».

    Señala que, a medida que la organización —con sede en Singapur— madura, la cantidad de proyectos y la inversión de capital aumentarán, pero se opone a la reducción de la producción de plástico virgen.

    Tanto Duer como Martyn Ticknet, director de desarrollo de proyectos de la alianza, observan similitudes entre el abordaje de los residuos plásticos y las iniciativas globales para cerrar el agujero en la capa de ozono que comenzaron en los años setenta. El año pasado, el agujero se redujo a su tamaño mínimo registrado desde su descubrimiento.

    «Ya hemos resuelto grandes crisis», afirma Ticknet. «Hace falta tiempo para ponernos en marcha».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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