¿Cuál es el mejor medicamento para tratar catarros y gripe?

Entender qué hacen los distintos medicamentos para combatir las enfermedades estacionales puede ayudarte a encontrar el tratamiento adecuado.

Por Emily Sohn
Publicado 12 ene 2023, 11:32 CET
Medicamentos para las enfermedades respiratorias

Esta temporada de gripe, las enfermedades respiratorias están en su punto más alto en años, pero hay escasez de muchos medicamentos necesarios, incluida la penicilina y los tratamientos habituales de venta libre.

Fotografía de Petr Svancara, CTK, AP Images

Con las primeras oleadas de gripe, VRS y otras enfermedades respiratorias estacionales que se suman al reciente aumento de casos de COVID, el invierno ya ha sido duro, no sólo por la tos y la fiebre, sino porque puede ser difícil encontrar los medicamentos que se utilizan habitualmente para tratar esos síntomas. Esta misma semana,  la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ha advertido sobre problemas de abastecimiento en anticonceptivos, antiepilépticos, jarabes para la tos e Ibuprofeno pediátrico.

Y no se trata de un problema únicamente español. El organismo encargado de la regulación de los medicamentos en Estados Unidos, la FDA, tiene una lista de más de 100 desabastecimientos de fármacos actuales y recientemente resueltos, a los que se suman otros notificados localmente, como amoxicilina, Tylenol infantil y Tamiflu.

"Estamos recibiendo más llamadas de las farmacias porque no tienen la receta que hemos hecho", dice Erin Fox, directora de farmacia de la Universidad de Utah Health en Salt Lake City (Estados Unidos). "Muchos otros médicos de todo el país me dicen lo mismo".

Las razones de la escasez son una compleja combinación de problemas en la cadena de suministro, aumento de la demanda y un efecto de acaparamiento que se produce cuando la gente sabe que los suministros son escasos, dicen los expertos. Al problema se suman los mitos y conceptos erróneos persistentes sobre qué medicamentos se necesitan, cuándo y para qué personas.

"La escasez es un momento en el que intentamos distribuir estos medicamentos entre las personas que más se beneficiarán de ellos", afirma Nipunie Rajapakske, médico pediatra especialista en enfermedades infecciosas de la Clínica Mayo de Rochester (Minnesota).

A medida que se alarga el invierno cargado de infecciones, los expertos afirman que una mejor comprensión del papel que desempeñan los medicamentos en el tratamiento de diversas enfermedades podría aliviar la ansiedad por las estanterías vacías de las farmacias, reducir los daños del uso innecesario de medicamentos y mejorar el suministro a las personas más necesitadas.

Los informes sobre la gripe empezaron a aumentar en octubre de 2022. A principios de diciembre, Estados Unidos estaba experimentando una de las temporadas de gripe más tempranas y graves de los últimos años. A medida que aumentaban los casos, también lo hacía la demanda de Tamiflu, también llamado oseltamivir. Según los CDC, este antiviral se recomienda sobre todo a las personas con alto riesgo de desarrollar casos graves de gripe, una amplia categoría que incluye a los niños menores de dos años, los adultos mayores de 65, las mujeres embarazadas y las personas inmunodeprimidas, así como las que padecen asma, enfermedades renales u otras afecciones subyacentes.

Pero cualquiera puede obtener una receta. En Estados Unidos, a medida que la gripe hacía estragos, se hacía difícil conseguir el medicamento en diversos lugares. Algunas farmacias se esforzaban por tener existencias de Tamiflu, y la gente informaba de que llamaban a varias tiendas para que les surtieran las recetas a medida que avanzaba el reloj: el Tamiflu es más eficaz si se empieza a tomar lo antes posible y en las 48 horas siguientes a la aparición de los síntomas.

A pesar de esa sensación de urgencia, es poco probable que el Tamiflu sea la cura milagrosa que la gente espera. En una revisión exhaustiva de 20 estudios que abarcaban a más de 24 000 personas, los investigadores independientes de la Colaboración Cochrane informaron en 2014 de que el fármaco reducía la duración de los síntomas en adultos en una media de 16 horas, lo que significaba que las personas estaban enfermas durante unos seis días en lugar de siete.

El fármaco no redujo significativamente la duración de los síntomas en los niños. Tampoco redujo el riesgo de hospitalización u otras complicaciones, como neumonía, bronquitis o infecciones de oído. Pero sí hubo efectos secundarios, algunos graves. El fármaco aumentó el riesgo de náuseas y vómitos en un 4% en adultos y un 5% en niños. En algunos casos, Tamiflu provocó síntomas psiquiátricos, como depresión, delirios y ataques de pánico.

Incluso entre los grupos de alta prioridad, los datos aún no son claros en cuanto a la diferencia que supone el fármaco, afirma Fox. "Definitivamente no es una panacea", afirma, y no poder obtenerlo no suele ser el fin del mundo. "No significa que vayas a acabar en el hospital. Probablemente signifique que no vas a tener la oportunidad de mejorar medio día antes".

La fiebre puede dar miedo, sobre todo en los niños pequeños y especialmente cuando las cifras empiezan a acercarse a los 38º. Pero las ideas erróneas van en ambos sentidos sobre cómo y cuándo hay que tratar la fiebre con medicación.

Uno de los mitos es que el tratamiento es necesario para reducir el riesgo de complicaciones como las convulsiones en los niños, una creencia que no está respaldada por la mayoría de las pruebas, dice Rajapakske. Las convulsiones febriles se desencadenan por un rápido aumento de la temperatura y no por la temperatura alta en sí, dice, de modo que cuando la fiebre sube, ya es demasiado tarde para que la medicación haga efecto. Algunos estudios muestran un posible beneficio profiláctico, dice, pero la mayoría sugieren que dar paracetamol o ibuprofeno a todas horas "no previene necesariamente un ataque febril si va a ocurrir".

En el lado opuesto se encuentra la creencia de que el paracetamol perjudica la respuesta de refuerzo inmunitario del propio organismo para tratar la fiebre. Pero los expertos afirman que estos medicamentos no son lo bastante potentes como para desactivar el sistema inmunitario y que la gente no debería intentar combatir la fiebre sin alivio si se encuentra fatal.

Si la fiebre alcanza los 40 grados, es hora de ir a urgencias, dice Megan Ranney, médico de urgencias de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Brown en Providence, Rhode Island (Estados Unidos), quien añade que la aspirina no es segura para los niños.

Por debajo de los niveles de urgencia, Rajapakske recomienda tratar por comodidad. A menudo ve en la clínica a niños pequeños con 39 grados de fiebre que corretean y se encuentran bien, y en esos casos no recomienda medicación. "Luego puede haber un niño que tenga menos fiebre pero que se sienta muy mal, que no coma ni beba mucho, que se despierte mucho por la noche, que esté incómodo", dice. "Ese es un escenario muy razonable para tratar la fiebre en ese niño".

Según Rajapaske, la amoxicilina es un fármaco muy utilizado en pediatría para combatir las infecciones bacterianas de oído, la neumonía y la faringitis estreptocócica, con relativamente pocos efectos secundarios. Pero la escasez de amoxicilina ha obligado a los médicos a recetar otros antibióticos que pueden ser más difíciles de tolerar o no funcionar tan bien contra las bacterias que causan las infecciones.

La escasez pone de relieve los problemas que plantea la excesiva prescripción de antibióticos. Según los estudios, aproximadamente un tercio de los antibióticos recetados a personas de todas las edades son totalmente innecesarios o se prescriben incorrectamente, lo que incluye el uso de un medicamento, una dosis o una duración del tratamiento equivocados. La escasez comenzó justo cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. y la Organización Mundial de la Salud terminaban una semana de reuniones dedicadas a reducir el uso excesivo de antibióticos.

"Es un reto continuo", afirma Ranney. "Cada vez que empezamos a avanzar un poco, volvemos a retroceder".

El uso innecesario de antibióticos no sólo aumenta el riesgo de reacciones alérgicas, problemas renales y efectos secundarios como la diarrea en las personas que los toman, afirma Rajapaske. La práctica también da a las bacterias la oportunidad de desarrollar resistencia a los fármacos, lo que es perjudicial para la sociedad.

Una de las razones por las que persiste el problema es que la gente cree erróneamente que necesita antibióticos para cosas como infecciones de oído o tos continua, incluso cuando es probable que los culpables sean los virus. "No puedo decirle cuántos pacientes llegan a urgencias diciendo: 'Llevo dos semanas con esta tos. Sé que sólo necesito un antibiótico", dice Ranney. "Sabemos que si no se lo recetamos, irán a otro que sí lo haga".

Dado lo ocupados que están los proveedores, dice Rajapaske, puede ser más rápido para ellos recetar algo que tomarse el tiempo de explicar por qué la gente podría no necesitar medicación. También puede ser difícil acertar y tentador pecar de precavido. Por ejemplo, alrededor del 90% de los dolores de garganta están causados por virus, pero el 10% son un signo de faringitis estreptocócica, que requiere tratamiento antibiótico para prevenir futuras complicaciones.

Para reducir el uso innecesario de antibióticos, Rajapaske aconseja a los padres que pregunten a los médicos si es preferible que su hijo quede bajo observación en lugar de exigir o aceptar inmediatamente una receta, y que se centren en otras formas de aliviar los síntomas, como el paracetamol o el ibuprofeno, los caramelos, los humidificadores y el suero nasal. "Hay muchas cosas que las familias pueden hacer que no impliquen tomar un antibiótico mientras el sistema inmunitario de su hijo lucha contra el virus", afirma.

Incluso cuando termine esta temporada de gripe, es probable que la escasez de medicamentos (también en España) siga siendo un problema continuo, dicen los investigadores, ya que ha sido un problema durante años. En 2018, mucho antes de que COVID golpeara, la FDA reunió a un grupo de trabajo que identificó varias causas de la crisis de escasez de medicamentos, incluida la falta de incentivos para que las compañías farmacéuticas produzcan medicamentos menos rentables y los desafíos logísticos que impiden la capacidad del mercado para recuperarse después de las interrupciones. Aunque el informe del grupo también sugería soluciones, como incentivos económicos para producir fármacos de menor coste y transparencia sobre cuándo se produce la escasez, los problemas persisten.

La preparación puede ayudar a sobrellevar los altibajos. Los expertos recomiendan tener a mano una pequeña reserva de medicamentos de venta libre (¡sin acumular!) por si se enferma. Aumenta tu arsenal de estrategias no farmacológicas para sentirte mejor, como los baños tibios o el té con miel. Conoce el nivel de riesgo particular de tu familia para saber si te conviene buscar un diagnóstico en cuanto te sientas mal y que te receten antivirales rápidamente si los necesitas.

Siempre es buena idea practicar buenos hábitos de salud, añade Ranney. "Vacúnate contra la gripe. Vacúnate contra la COVID. Lávate las manos y ponte mascarillas, sobre todo en lugares cerrados muy concurridos", dice. "La mejor forma de evitar necesitar medicamentos es evitar enfermar en primer lugar".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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