Las ITS han alcanzado un nivel alarmante: ¿qué podemos hacer?

Más de la mitad de las nuevas infecciones de transmisión sexual (antes conocidas como ETS) se produjeron entre personas de 15 a 24 años, y los cierres pandémicos sólo cuentan una parte de la historia.

Por Allie Yang
Publicado 24 abr 2023, 14:10 CEST
La bacteria que causa la sífilis, Treponema pallidum, se transmite por vía sexual

La bacteria que causa la sífilis, Treponema pallidum, se transmite por vía sexual, pero también puede pasar de una mujer embarazada infectada al feto. Es una de las tres ITS que han superado los niveles anteriores a la pandemia.

Fotografía de Micrograph by AMI IMAGES, SCIENCE PHOTO LIBRARY

En 2021 se dio la tasa más alta de casos positivos de gonorrea en España desde que hay registros (15 338 positivos, lo que supone 32,41 casos por cada 100 000 habitantes). Por desgracia, no es un ejemplo aislado. En verano de ese mismo año, la Cruz Roja española se preguntaba si sería posible tener controladas las infecciones de transmisión sexual (ITS) para 2023. El panorama cada vez es más desolador: las ITS se están disparando en todo el mundo desarrollado, después de que la gonorrea, la sífilis y la sífilis congénita se hayan detectado por encima de los niveles prepandémicos en 2021. Pero, si todas estas infecciones (anteriormente denominadas enfermedades) son prevenibles y curables si se detectan a tiempo, ¿por qué están aumentando las cifras?

Es cierto que la COVID-19 desorganizó y agotó nuestro sistema sanitario, pero la pandemia sólo explica una parte de cómo hemos llegado hasta aquí. Los estigmas de generaciones pasadas, la disminución de la financiación de los programas de salud y la limitada educación sexual son factores que contribuyen a ello.

Estos factores explican las nuevas e impactantes cifras de ITS de un fenómeno que, por supuesto, no es exclusivo de España: en Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han informado de, al menos, 2,5 millones de casos de las cuatro principales ITS (las tres mencionadas anteriormente y la clamidia). A pesar de contar con programas de prevención financiados por el Gobierno federal, esta cifra aumentó un 4% con respecto a 2020.

Y esos son sólo los casos reportados. Los CDC señalan que un informe de 2018 encontró que hasta una de cada cinco personas (alrededor de 68 millones) tiene una ITS (también conocida como ETS, si bien para evitar la estigmatización se ha decidido cambiar la palabra "enfermedad" por  "infección"), por lo que es muy probable que las cifras reales sean aún mayores. "Las ITS no muestran signos de desaceleración", dice Leandro Mena, director de la división de prevención de ITS de los CDC.

Izquierda: Arriba:

Micrografía electrónica de barrido en color que muestra la bacteria redonda que causa la gonorrea, Neisseria gonorrhoeae, en la superficie de una célula. Esta enfermedad puede curarse con una sola inyección de ceftriaxona intramuscular.

Derecha: Abajo:

Esta micrografía electrónica de barrido en color muestra una infección por clamidia, con la bacteria Chlamydia trachomatis en amarillo. Por lo general, la clamidia puede tratarse eficazmente con antibióticos: más del 95% de las personas se curan si toman los antibióticos correctamente.

fotografías de Micrograph by Science Photo Library

Cualquiera puede contraer una ITS, pero los casos no se distribuyen uniformemente. Según el último informe (de 2019) de vigilancia epidemiológica de ITS disponible del Ministerio del Interior de España, el porcentaje de casos notificados de clamidea (C. trachomatis) en menores de 25 años ha sido el máximo jamás notificado. Y, por desgracia, la clamidea no es la única ITS que va en aumento.

La tendencia mayoritaria es que, salvo en casos de VIH (el cual desciende), todas las ITS principales están en aumento. En España, según datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) se notificaron los siguientes datos con respecto a las ITS más comunes en 2019: 12 359 casos de infección gonocócica (tasa: 28,88 por 100 000 habitantes); 5822 casos de sífilis (tasa: 13,29 por 100 000 habitantes); 17 718 casos de infección por Chlamydia trachomatis (tasa: 44,18 por 100 000 habitantes); y Linfogranuloma venéreo (1,24 casos por 100 000 habitantes).

Volviendo a Estados Unidos, el 31% de todos los casos de clamidia, gonorrea y sífilis se dieron entre personas de raza negra, a pesar de que sólo representan el 12% de la población estadounidense. Los hombres que practican sexo con hombres (HSH) también se ven afectados de forma desproporcionada. Casi el 40% de los HSH que declararon tener sífilis también habían sido diagnosticados de VIH.

Estas disparidades son flagrantes, pero no significan que las personas que no pertenecen a estos grupos no tengan nada de qué preocuparse. De hecho, Mena afirma que cualquier persona sexualmente activa debería "someterse a pruebas rutinarias, al menos una vez al año, especialmente si cambia de pareja, [y] antes de iniciar una relación".

La sífilis es un buen ejemplo de por qué debemos tomar precauciones. Hace relativamente poco se pensaba que la sífilis estaba a punto de erradicarse, pero aumentó un 32% de 2020 a 2021. Cuando una mujer tiene sífilis, la puede transmitir de forma congénita a su bebé, pero esto se puede prevenir mediante la detección temprana, dice Kristen Batstone, experta en políticas de la Red Nacional de Salud de la Mujer.

Expertos en política sanitaria y médicos especialistas en enfermedades infecciosas nos cuentan qué debemos extraer de este informe y cómo podemos invertir la tendencia.

Estamos aprendiendo más sobre los efectos de largo alcance de la pandemia, y el aumento de las cifras de ITS es una forma significativa en que ha impactado en la salud de todos los ciudadanos.

Aunque la relación entre la pandemia y las ITS puede no estar clara a primera vista, la causa y el efecto son relativamente sencillos: en el punto álgido de la pandemia, el personal y los recursos, como los suministros médicos, se desviaron para luchar contra el COVID-19. Como consecuencia, el cribado, el tratamiento y la prevención de las ITS quedaron en suspenso o fueron limitados. Los médicos se ocupaban de las necesidades sanitarias urgentes, lo que, en algunos casos, significaba pasar por alto cosas como el cribado de las ITS. Además, la gente perdió su trabajo y su asistencia sanitaria, lo que dificultó aún más las pruebas de ITS.

"Lo que la COVID nos reveló es que tenemos lagunas en nuestro sistema sanitario y de salud pública", afirma Renata Sanders, médico de la Asociación Americana de Salud Sexual y profesora asociada de la Facultad de Medicina Johns Hopkins (Estados Unidos). "Esas lagunas se cruzan realmente con las disparidades sanitarias que existen en las poblaciones que a menudo se ven más afectadas por las ETS, como los embarazos no deseados, el VIH, la vivienda inestable, la violencia, los seguros inadecuados, por ejemplo".

La pandemia supuso una carga relativamente breve para la atención de las ITS. Los expertos afirman que el nuevo informe de los CDC no es sorprendente, dada la tendencia a largo plazo de aumento constante de los casos de ITS durante una década. 

Las agencias sanitarias locales son las responsables de poner en marcha una asistencia adaptada a sus comunidades, pero dependen en gran medida de la financiación federal, según Rebekah Horowitz, directora de programas de ETS de la Asociación Nacional de Funcionarios Sanitarios de Condados. Hasta hace poco, el presupuesto federal para la prevención de las ETS se mantuvo igual durante casi dos décadas. Horowitz afirma que, aunque cada comunidad tiene necesidades muy diferentes, los presupuestos locales deberían duplicarse como mínimo.

En Estados Unidos, la mitad de los casos de ETS del nuevo informe se dieron entre adolescentes y jóvenes. Uno de los motivos: algunas políticas locales limitan la educación sexual. En estos casos, los niños tienen que buscar respuestas sobre sexo entre sus amigos o en Internet. Pero no sólo los jóvenes necesitan más orientación. Según Sanders, es posible que los propios médicos no sepan dónde obtener orientación sobre a quién o cuándo realizar las pruebas de detección de ITS. Sin una orientación coherente, el cribado entre los jóvenes puede pasarse por alto.

En países como Estados Unidos, los menores necesitan el consentimiento y la ayuda económica de un adulto en una serie de aspectos relacionados con la salud sexual y el seguimiento: necesitan consentimiento para las pruebas y el tratamiento; necesitan transporte y acceso a la atención sanitaria; necesitan un seguro; y necesitan dinero para pagar la atención. Pero por norma general, para poder pedir ayuda, los jóvenes tienen que saber qué comportamientos sexuales les ponen en riesgo. Y requiere que den un paso quizá aún mayor: preguntar a sus padres.

Con el estigma que rodea a las ITS, es posible que los jóvenes ni siquiera cuenten a sus amigos que son sexualmente activos, y mucho menos a sus padres. Como consecuencia, es posible que no reciban información sobre cómo prevenir las ITS. Todos estos factores dan lugar a un riesgo de relaciones sexuales sin protección, así como a retrasos en el diagnóstico y tratamiento de las ITS, lo que hace que la gente las propague sin saberlo, afirma Sanders.

Los miembros de la comunidad LGBT sufren discriminación por su sexualidad, lo que dificulta aún más su acceso a la atención sanitaria. El mes pasado, el estado de Tennessee rechazó la financiación federal para la prevención del VIH porque quiere más control sobre quién recibe el dinero. A pesar de que los hombres que tienen sexo con hombres son uno de los grupos más afectados, el estado quiere centrarse en la transmisión del VIH a personal sociosanitario de primera atención y de madres a bebés.

Los nativos americanos y los negros también se enfrentan al racismo y a una historia de malos tratos médicos, y muchos desconfían de los proveedores de atención sanitaria. Las personas con bajos ingresos o que viven en zonas rurales tienen menos acceso a la atención sanitaria por razones de asequibilidad o distancia. A menudo, las personas pertenecen a más de uno de estos grupos, lo que dificulta mucho más su acceso a la atención sanitaria.

Hay algunas cosas que puedes hacer por tu cuenta, dice Mena, siendo quizás la más fundamental la de hablar con tus parejas sobre qué plan llevar a cabo para gestionar la salud sexual.

En España cada comunidad autónoma ofrece sus propios recursos para padres, adolescentes y la comunidad LGBT sobre cómo hablar con tus parejas y sortear el estigma, así como aprender sobre relaciones respetuosas, consentimiento, violencia sexual y, por supuesto, prevención de ITS. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, cuenta con un servicio de asistencia psicológica para jóvenes individualizado, anónimo y confidencial.

(Relacionado: Anticonceptivos masculinos: así avanza la ciencia)

Invertir las tendencias

Superar la tendencia de una década de aumento de las tasas de ITS exigirá un esfuerzo considerable, empezando por una mayor financiación de los sistemas de salud pública. COVID-19 sirvió para demostrar que muchas autoridades responsables de la sanidad en el mundo occidental pueden organizar rápidamente pruebas y tratamientos gratuitos, algo necesario para las personas con bajos ingresos o sin seguro médico.

Horowitz dice que espera que en Estados Unidos los departamentos de salud locales se asocien con farmacias y centros de atención urgente para que la gente tenga más opciones de hacerse las pruebas y recibir tratamiento. En la actualidad, existe una gran variabilidad en la forma en que las autoridades realizan las pruebas de detección de ITS, afirma, por lo que deberían establecerse directrices para realizar las pruebas a los pacientes de forma más regular y universal. Los médicos también deberían recibir directrices sobre qué hablar con sus pacientes, afirma Batstone.

"Las autoridades están realmente a la vanguardia de la importancia de la salud sexual, [y no deben] estigmatizar la salud sexual como parte de la salud y el bienestar general", afirma Mena. Añade que el objetivo de los CDC es actualizar sus orientaciones sobre el tratamiento de las ITS "con mayor regularidad, casi en tiempo real, a medida que surjan nuevos conocimientos y nuevas pruebas."

Sean Cahill, director de investigación de políticas sanitarias de Fenway Health, una organización de atención sanitaria LGBT, señala el brote de viruela del mono del año pasado: "Realmente tenemos que estar preparados para los brotes de enfermedades infecciosas, incluidos los brotes de ITS, porque simplemente no sabes lo que podría estar por venir".

Mena afirma que "hay motivos para la esperanza": se ha conseguido reducir las nuevas infecciones por VIH y herpes. Los avances tecnológicos facilitan la detección y el tratamiento. Desde el año pasado, por ejemplo, en España ya es posible adquirir en farmacias un test autodiagnóstico de VIH que funciona con saliva y que cuenta con una precisión superior al 99%. Mena afirma que los ensayos con un nuevo medicamento prometen reducir el riesgo de gonorrea, clamidia y sífilis hasta 72 horas después de haber mantenido relaciones sexuales. Cada vez hay más pruebas caseras y se están desarrollando vacunas contra las ITS bacterianas.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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