Todo lo que debes saber del 'Candida auris', un hongo mortal de origen misterioso

El 'Candida auris', que se está extendiendo por todo el mundo, es difícil de detectar y aún más difícil de tratar. Esto es lo que sabemos de ella hasta ahora, y quién está en riesgo.

Por Sarah Gibbens
Publicado 14 abr 2023, 14:03 CEST
Un científico sostiene una placa de Petri que contiene Candida auris

En un laboratorio de Wuerzburg (Alemania), un científico sostiene una placa de Petri que contiene Candida auris. Identificado por primera vez en Japón, este hongo es ahora un patógeno mundial.

Fotografía de Nicolas Armer, picture alliance, Getty Images

En 2009, se descubrió un nuevo hongo en Tokio, extraído de la oreja de una mujer. En 2016, se detectó por primera vez en Estados Unidos, en un hospital de Nueva York. Esta semana, se ha encontrado en 28 estados y en el Distrito de Columbia. En 2019, Johanna Rhodes, especialista en enfermedades infecciosas del Imperial College London (Reino Unido), le asegura a la BBC que ya se conocían brotes en distintos países, incluida España y varios países de Sudamérica, desde hacía varios años.

Candida auris infectó a algo más de 2300 personas en Estados Unidos el año pasado y se ha ido extendiendo a un "ritmo alarmante", según los Centros para el Control de Enfermedades. Según un estudio de 2020, en España hubo "un brote de C. auris en el Consorcio Hospital General Universitario de Valencia desde septiembre de 2017 hasta agosto de 2019. Se detectaron un total de 203 pacientes".

Las primeras investigaciones sugieren que el aumento de las temperaturas globales, un subproducto del cambio climático, puede haber contribuido a su evolución para vivir dentro del cuerpo humano. Pero los orígenes del hongo siguen siendo un misterio: aún no está claro dónde surgió ni por qué lo hizo de repente.

"En estos momentos no tenemos ninguna prueba concluyente", afirma Luis Ostrosky, jefe de enfermedades infecciosas y epidemiología de UTHealth Houston y Memorial Hermann (Estados Unidos). Pero el cambio climático, añade, es "una teoría probable".

Aquí, los científicos explican lo que saben sobre Candida auris, cómo el cambio climático puede haber provocado su aumento de los casos hospitalarios y por qué puede que no sea el último de su especie.

Algunas infecciones fúngicas son comunes, como el pie de atleta, pero las infecciones por Candida auris son más raras y comienzan en el interior del cuerpo, multiplicándose en la sangre o supurando en una herida preexistente.

Las infecciones se producen principalmente en personas inmunodeprimidas y que reciben tratamientos médicos regulares en los que pueden entrar en contacto con algo como una vía infectada.

"No vas a contraer Candida auris en el gimnasio, y tus hijos no van a contraerla en la escuela, pero si eres un paciente con contacto frecuente con el sistema sanitario, debes estar en alerta", dice Ostrosky.

Lo que hace que el Candida auris sea tan preocupante es que es difícil de detectar y aún más difícil de tratar. Los análisis de sangre estándar, la forma más común de detectar la infección, no detectan el hongo el 50% de las veces, dice Ostrosky. En Estados Unidos, los hospitales y universidades más grandes y orientados a la investigación disponen de pruebas más recientes que pueden detectar material genético del hongo en la sangre, pero Ostrosky afirma que estas pruebas son difíciles de encontrar en otros lugares.

En febrero de 2023, la agencia Europa Press informó que el Gobierno de España aseguró que el "Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) estudiará la presencia en el Sistema Nacional de Salud (SNS) de los 19 hongos que representan la mayor amenaza para la salud pública", entre los quese incluía el C. auris.

Cuando se detecta, suele ser resistente a los tratamientos antifúngicos, y las esporas pueden vivir en superficies fuera del cuerpo durante semanas. Esto significa que aunque se elimine el hongo, puede volver a infectarse. Los CDC de Estados Unidos calculan que entre el 30% y el 60% de las personas infectadas por este hongo han fallecido, pero señalan que muchas de las víctimas también padecían enfermedades preexistentes.

Ostrosky cree que el reciente aumento de estas infecciones puede deberse a la escasez de personal y suministros durante las oleadas de COVID-19, cuando algunos hospitales tuvieron que tomar medidas como reutilizar el equipo de protección.

(Relacionado: Los humanos no están preparados para una pandemia causada por hongos)

Un mundo más cálido, un nuevo hongo

El cuerpo humano suele ser demasiado caliente para que los hongos sobrevivan. Pero a medida que el cambio climático hace que las temperaturas medias aumenten y las olas de calor sean más frecuentes y extremas, los hongos podrían ser capaces de evolucionar para soportar temperaturas más altas en el medio ambiente y, por tanto, tener más probabilidades de sobrevivir en nuestro interior. Esa es la teoría que tienen los científicos sobre cómo la Candida auris puede haber surgido aparentemente de la noche a la mañana.

Un artículo publicado en 2019 planteó la hipótesis de que el hongo surgió como una amenaza para la salud humana simultáneamente en tres continentes diferentes.

Arturo Casadevall, experto en enfermedades infecciosas en Johns Hopkins sugiere que el denominador común es el calentamiento de las temperaturas en todo el mundo.

"Propusimos que puede ser el primer patógeno fúngico que surgió del cambio climático", dice.

Otro artículo de 2019 escrito por científicos de los CDC sugería que el cambio climático era una explicación plausible de la aparición de Candida auris, pero que no podía confirmarse sin más investigación.

En agosto de 2022, investigadores de Austria instaron a una "acción global concertada" en respuesta al brote. "Estos desafíos son un serio recordatorio de nuestra persistente vulnerabilidad frente a las enfermedades infecciosas y, sin duda, tendremos que afrontar y manejar amenazas comparables en el futuro", escribieron.

(Relacionado: 'Cordyceps': el hongo que convierte a los insectos en 'zombis')

El primero, pero no el último

Los científicos llevan años advirtiendo de que el cambio climático alterará los patrones meteorológicos y elevará las temperaturas de forma tan drástica que es probable que aparezcan nuevas enfermedades.

En los años transcurridos desde que Candida auris se detectó por primera vez en Japón, los científicos han documentado más pruebas de infecciones fúngicas en particular que se propagan debido a un clima más extremo.

El huracán Harvey, un gran huracán cuyas lluvias extremas fueron sobrealimentadas por el cambio climático, azotó Houston (Estados Unidos) en 2017 y expuso a los residentes, incluidos aquellos que estaban inmunocomprometidos, al moho mortal que quedó creciendo en los escombros empapados de la tormenta. En la costa oeste de Estados Unidos, una infección fúngica conocida como fiebre del valle se está extendiendo hacia el norte. Las condiciones más secas causadas por la megasequía de la región están ayudando a transportar las esporas fúngicas más lejos.

"La posibilidad de mayores mutaciones en respuesta al estrés térmico es una preocupación real", afirma Asiya Gusa, genetista molecular de la Universidad de Duke. "Los hongos ambientales que más nos preocupan son los que respiramos en nuestros pulmones como esporas en el aire".

En una investigación que ella y sus colegas publicaron en enero, Gusa estudió el Cryptococcus deneoformans, un hongo que suele encontrarse en el suelo y cuya infección puede provocar una meningitis potencialmente mortal en el cerebro o una neumonía en los pulmones. El equipo de Gusa observó que cuando el hongo se calentaba de 30 a 36 grados, los genes que se encuentran en el ADN del hongo eran más propensos a saltar y mutar, movimiento que apunta a una capacidad de adaptación.

Aunque el estudio era un primer vistazo a cómo se comporta el hongo en un laboratorio, Gusa dice que los resultados podrían ser una advertencia con implicaciones más amplias

"[El estudio] sugiere que los hongos podrían adaptarse más rápidamente a temperaturas más cálidas de lo que preveíamos", afirma Gusa. "Fue realmente alarmante".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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