Gracias a este hallazgo en Sevilla, todo lo que creíamos saber de los roles de género prehistóricos está a punto de cambiar

La proteómica, el estudio de las proteínas presentes en nuestra composición genética, es un método más barato y sencillo en lugar del uso de ADN antiguo para determinar el sexo.

Por Tom Metcalfe
Publicado 7 jul 2023, 15:15 CEST, Actualizado 18 jul 2023, 16:50 CEST

Un tocado de plumas de guacamayo adorna el cráneo de un niño sacrificado hace 600 años en el yacimiento peruano de Pampa la Cruz. Los arqueólogos utilizaron la proteómica para determinar que los principales sacrificios del yacimiento, como el de este individuo, eran de niños varones.

Fotografía de Becky Hale, National Geographic

La revelación de que los restos de un poderoso "hombre" de la Antigüedad enterrados en una elaborada tumba en Sevilla son en realidad de sexo femenino ha puesto en tela de juicio los supuestos sobre el papel de la mujer en las primeras sociedades europeas.

Pero también es un claro ejemplo de las nuevas formas en que los arqueólogos están utilizando el estudio de las proteínas que componen la compleja bioquímica codificada en el ADN celular.

Examinando las proteínas de artefactos orgánicos como dientes y huesos, los científicos pueden ahora conocer detalles del ADN que los creó, pero sin tener que analizar el ADN real que pueda haber sobrevivido.

Estas técnicas, denominadas proteómica, tienen "la capacidad de revolucionar la arqueología", afirma Marta Cintas-Peña, arqueóloga de la Universidad de Sevilla y autora principal de un nuevo estudio que ha utilizado la proteómica para determinar el sexo de la mujer de la tumba.

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Una tumba fastuosa y una suposición incuestionable

El estudio publicado esta semana en Scientific Reports describe el descubrimiento de la tumba en 2008 en la localidad sevillana de Valencina de Concepción.

Se trata de una de las tumbas más ricas jamás halladas en España, con un suntuoso ajuar funerario que incluía un colmillo de elefante entero, una daga con hoja de cristal y docenas de cuentas de nácar. La tumba se encontró en una gran necrópolis que data de la Edad del Bronce ibérico, de hace entre 4200 y 5200 años, unos 2000 antes del apogeo de la cultura tartessa y el conocido Tesoro del Carambolo.

Los arqueólogos supusieron entonces que la persona enterrada era un hombre de entre 17 y 25 años, basándose en su evaluación de los restos óseos; el ajuar funerario indicaba que "él" había ocupado una posición de élite en la sociedad.

Pero un nuevo examen del esmalte dental de los restos del individuo muestra la presencia de proteínas producidas por genes de un cromosoma X, pero no proteínas equivalentes producidas por genes de un cromosoma Y. Esto sugiere que la persona de la tumba era biológicamente mujer (XX) y no hombre (XY).

Cintas-Peña y el autor principal del estudio, Leonardo García Sanjuán, también de la Universidad de Sevilla, afirman que su nuevo descubrimiento cuestiona los modelos de las sociedades prehistóricas de la peninsula ibérica que sugieren que estaban lideradas por hombres carismáticos.

Pero "nuestro estudio demuestra que esto no era necesariamente así", afirman los investigadores; por el contrario, parece que las mujeres también podían ser líderes, lo que obliga a replantearse el papel social de la mujer ibércia de la Edad del Cobre y en otros lugares.

Los brazos de las mujeres prehistóricas eran más fuertes que los de las atletas modernas

"Revolucionando" la arqueología

Aunque los avances en el estudio del ADN antiguo están permitiendo a los arqueólogos extraer información detallada de los restos arqueológicos, desde el sexo hasta el color de los ojos, el proceso puede ser caro y lento, y las muestras son propensas a la contaminación, cuando en realidad hay suficiente ADN para recuperar.

En cambio, la proteómica permite crear un perfil genético parcial a partir de restos, independientemente de la presencia de ADN en la muestra: "Permite obtener un genotipo muy pequeño a partir del ADN, incluso cuando el ADN de una muestra está degradado y ha desaparecido", afirma Glendon Parker, de la Universidad de California Davis (Estados Unidos), un pionero de la proteómica que lleva más de una década investigando aplicaciones forenses y arqueológicas.

Los estudios de Parker también demuestran que las proteínas suelen ser más estables y conservarse mejor en huesos y dientes antiguos que el ADN: "Siempre se da el caso de que si tienes ADN tendrás proteínas", afirma. "Pero si tienes proteínas, puede que no tengas ADN".

Utilizar la proteómica para determinar el sexo de restos humanos es "más eficaz, barato y rápido" que el análisis de ADN antiguo, coinciden Cintas-Peña y García Sanjuán.

Aunque el método tiene pocos años, ya está teniendo impacto científico, aseguran: "El resultado que presentamos en el trabajo confirma la eficacia de la técnica".

Al igual que para los investigadores del enterramiento de la Edad del Cobre en España, poder determinar el sexo a partir de las proteínas presentes en el esmalte de los dientes humanos también ha sido muy valioso para el arqueólogo peruano y explorador de National Geographic Gabriel Prieto, que no participó en el último estudio.

Envió dientes de las víctimas de un sacrificio masivo de niños por parte del pueblo Chimú de Perú a su coinvestigador Parker; las proteínas revelaron que los sacrificados clave eran niños varones.

"Nos ayudó mucho a comprender que, al menos en este caso, los niños eran las víctimas más importantes de los sacrificios", afirma Prieto.

Los sacrificios chimú implicaban a cientos de víctimas, por lo que el análisis del ADN antiguo habría sido prohibitivamente caro, incluso si se hubiera podido encontrar ADN viable en cada conjunto de restos.

Y aunque el análisis de ADN de algunas de las víctimas de los sacrificios está en curso, es para complementar la proteómica, por ejemplo, para mostrar si alguna de las víctimas estaba emparentada.

"La proteómica y el ADN antiguo trabajan juntos", afirma Prieto. "Pero si tenemos la oportunidad de hacer la proteómica, entonces vamos con eso".

Además de proporcionar información genética a partir de restos animales y humanos, la proteómica también puede utilizarse para investigar los microorganismos causantes de enfermedades antiguas como la lepra o las plagas; identificar residuos de alimentos en la cerámica antigua; y determinar las fuentes de las fibras utilizadas en los tejidos antiguos, lo que podría aportar información sobre las antiguas redes comerciales.

El arqueólogo biomolecular Michael Buckley, de la Universidad de Manchester (Reino Unido), ha desarrollado la proteómica del colágeno (la principal proteína de los huesos) en el método Zooarqueología por Espectrometría de Masas (ZooMS) para determinar de qué especie animal procede un hueso concreto de un yacimiento arqueológico.

La técnica se utilizó recientemente para demostrar que el marfil de una tumba inglesa del siglo V o VI procedía de un elefante africano, lo que implica una ruta comercial desconocida hasta entonces a través del mundo antiguo en aquella época.

"Es estupendo que el ZooMS esté despegando ahora a lo grande", afirma Buckley. "Uno de los aspectos más prometedores es que estamos empezando a generar cantidades mucho mayores de datos y a obtener información mucho mejor sobre las interacciones humanas con los animales en el pasado".

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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