En busca de una cura para capsulitis adhesiva o enfermedad del hombro congelado

La dolorosa afección conocida como capsulitis adhesiva puede durar años, pero durante mucho tiempo ha sido ignorada por los investigadores médicos, que dudaban de su existencia. Nuevos tratamientos prometen por fin una cura.

Por Erin Blakemore
Publicado 28 nov 2023, 12:33 CET

El hombro congelado es una afección sencilla que implica rigidez y dificultad para levantar el brazo. Puede estar causado por desgarros parciales en el tendón del hombro, como se representa en esta resonancia magnética.

Fotografía de K H Fung, SCIENCE PHOTO LIBRARY

Estribos, citologías, controles prenatales: en su atareada consulta de Duke Women's Health, en Durham (Carolina del Norte, Estados Unidos), la ginecóloga y obstetra Anne Ford atiende a pacientes de todas las edades de cintura para abajo.

Pero Ford se ha dado cuenta de que un subgrupo de sus pacientes (todas las mujeres que entran o han pasado la menopausia) acuden a sus citas con un problema aparentemente no ginecológico: capsulitis adhesiva u "hombro congelado", una enfermedad poco conocida, a menudo agonizante e incurable que puede inflamar e inmovilizar la articulación del hombro durante meses o incluso años.

De hecho, las mujeres peri o posmenopáusicas son las más afectadas: tres cuartas partes de los pacientes de hombro congelado son mujeres.

"El mero hecho de ser mujer es un factor de riesgo de padecer hombro congelado", afirma la cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, cuya práctica como especialista en hombro también incluye un gran número de pacientes con esta afección.

Sorprendentemente (o no), hasta ahora se habían realizado pocos estudios sobre las causas del hombro congelado. Ford y Wittstein, que imparten clases en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke (Estados Unidos), presentaron recientemente una investigación que sugiere que la terapia hormonal menopáusica (conocida como terapia hormonal sustitutiva o THS) puede proteger a las mujeres contra la capsulitis adhesiva.

Es una primera incursión en un lugar al que pocos investigadores han llegado antes. Y para las que se precipitan hacia la menopausia (o la están experimentando), nunca puede ser demasiado pronto.

Se cree que el hombro congelado afecta a entre el 2 y el 5% de la población mundial, en su gran mayoría mujeres de entre 40 y 60 años, una etapa de la vida que coincide con la transición a la menopausia.

A diferencia de las lesiones que se desarrollan por sobrecarga o traumatismo, el hombro congelado se produce con la edad, inflamando el tejido conjuntivo, o cápsula, que rodea la articulación del hombro. Durante la fase de "congelación", los pacientes pueden quedar atrapados en un círculo vicioso.

"La gente presiona y se inflama más", explica Wittstein. "Forzar la amplitud de movimiento es como echar aceite al fuego, y la cosa empeora". Aunque existen tratamientos (generalmente esteroides orales o inyectados junto con fisioterapia y ejercicio en casa), no hay cura para esta dolencia, que puede durar meses o años. Con el tiempo, el hombro se "descongelará". Pero mientras tanto, la afección puede ser desde incómoda hasta agonizante.

Algunas personas son más propensas a este mal que otras: las mujeres con diabetes, por ejemplo, y las personas de ascendencia asiática, en quienes el hombro congelado o el dolor y la inflamación del hombro es el síntoma más destacado de la menopausia, dice Wittstein. De hecho, en algunos países asiáticos es tan común que se conoce como "hombro de los 50" o "hombro cincuentón".

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Pérdida de estrógenos y dolor articular

A medida que una mujer envejece, sus ovarios producen menos estrógeno (una de las hormonas más importantes para la salud femenina) y, con la menopausia, dejan de producir estrógeno y progesterona por completo. Este cambio en las hormonas sexuales puede afectarlo todo, desde la densidad ósea hasta el corazón y las articulaciones.

Se calcula que el 50% o más de las mujeres sufren artralgia, o dolor articular, durante la menopausia. Pero los efectos de los estrógenos sobre el sistema musculoesquelético están poco estudiados y mal comprendidos, y no existe una cura completa para el dolor articular relacionado con la menopausia.

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    El hombro congelado dificulta el estiramiento para aliviar el dolor, pero las investigaciones en curso muestran que la terapia hormonal es un tratamiento prometedor.

    Fotografía de Marvi Lacar, Getty Images

    En un intento por saber más, Ford y Wittstein compararon los síntomas del hombro en personas sometidas a terapia hormonal menopáusica y sus homólogas que no aumentan sus niveles de estrógenos con medicación. Realizaron un estudio retrospectivo de 1952 pacientes femeninas de entre 45 y 60 años, analizando sus historiales médicos en busca de signos de menopausia, uso de terapia hormonal y síntomas o diagnósticos de hombro congelado.

    Alrededor del 8 por ciento de las pacientes (152) utilizaron terapia hormonal. Y las que no usaban terapia hormonal tenían un 99% más de probabilidades de recibir un diagnóstico de hombro congelado que las que sí la usaban.

    El tamaño de la muestra era pequeño, y las probabilidades, aunque altas, no alcanzan significación estadística debido al tamaño del estudio, señalan los médicos. Pero después de presentar su investigación a colegas de la Sociedad Norteamericana de Menopausia y la Sociedad Ortopédica Americana de Medicina del Deporte, ahora planean ampliar su investigación a una población más amplia.

    "La ciencia básica tiene sentido", dice Wittstein, refiriéndose a investigaciones recientes que revelan la actividad de los estrógenos en el músculo esquelético. Pero los médicos dicen que hasta ahora ha sido difícil comprender mejor el estrógeno y la salud de las articulaciones. Los prejuicios, la falta de investigación, un sistema sanitario que da prioridad a los síntomas frente a la atención integral del paciente y la desconfianza pública hacia la terapia menopáusica han obstaculizado el progreso durante años, afirman, y mientras tanto, los hombros de las mujeres menopáusicas siguen congelados.

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    Personalidad congelada" y "rasgos histéricos

    "El 94% de los cirujanos ortopédicos no tienen menopausia", señala Wittstein, citando estadísticas que muestran que las mujeres constituyen sólo el 6% de los cirujanos ortopédicos en activo.

    Otro obstáculo es el temor público al tratamiento hormonal, dice Ford. A pesar de las pruebas de que los suplementos de estrógenos pueden aliviar los síntomas de la menopausia y reducir el riesgo de fracturas óseas, accidentes cerebrovasculares y otras afecciones, el público sigue desconfiando del tratamiento hormonal debido a la desinformación difundida a raíz de un estudio histórico de 2002 que mostró algunos resultados adversos de las primeras formas del tratamiento. Aunque el tratamiento hormonal sustitutivo es ahora más seguro, según Ford, la actitud del público no se ha adaptado a la práctica médica actual. En consecuencia, según señaló un equipo de investigación en una revisión bibliográfica de 2022, "a pesar de que las intervenciones hormonales y no hormonales son bastante seguras, la mayoría de las mujeres con síntomas menopáusicos molestos no reciben una terapia eficaz y aprobada basada en la evidencia".

    También podría resultar difícil llegar a un consenso científico sobre cómo afecta el estrógeno a las articulaciones menopáusicas por una razón más insidiosa: la falta de urgencia impulsada por el estigma de la menopausia y la continua incapacidad de la profesión médica para reconocer e investigar el dolor de las mujeres. Las mujeres con dolor esperan más tiempo para recibir tratamiento que sus homólogos masculinos y pueden ser diagnosticadas de problemas psiquiátricos en lugar de recibir tratamiento. Un estudio de 2022 demostró que, cuando las mujeres de mediana edad acudían a consulta por una cardiopatía coronaria, tenían un 31,3% más de probabilidades que los hombres de que se les diagnosticara un trastorno mental en lugar de la enfermedad subyacente.

    Este problema también existe en ortopedia, y tiene una historia sorprendentemente larga en el ámbito del hombro congelado. Aunque el término "hombro congelado" se acuñó por primera vez en 1934, su definición sigue siendo objeto de debate, al igual que la existencia de la artralgia menopáusica.

    En la década de 1970, los prejuicios de los proveedores y la confusión existente sobre esta afección chocaron cuando unos investigadores británicos publicaron un estudio sobre la personalidad de 40 mujeres que la padecían.

    "Sigue existiendo la impresión anecdótica, compartida por muchos médicos, de que la afección se da a menudo en un tipo de personalidad típica: hombro 'congelado' en una personalidad 'congelada", escribieron los investigadores. Concluyeron que las mujeres con esta afección mostraban ansiedad "premórbida", inseguridad y un aumento de los "rasgos histéricos" en comparación con los 14 hombres estudiados.

    Aún queda mucho por aprender sobre el impacto de los estrógenos en los músculos y los huesos. Otros investigadores han aportado pruebas tentadoras que relacionan una hormona del embarazo, la relaxina, con el alivio de los síntomas del hombro congelado en las embarazadas. Sin embargo, Ford y Wittstein afirman que, dado que este tipo de investigación está en sus inicios, lo mejor que pueden hacer las personas para evitar problemas como el hombro congelado es hacer ejercicio regular con pesas, seguir una dieta sana y darse cuenta de que el aumento de los dolores puede ser un signo de la menopausia.

    Con el tiempo, la terapia hormonal puede servir para evitar dolencias como el hombro congelado. Mientras tanto, quienes padecen esta dolencia siguen esperando respuestas a medida que investigadores tenaces van minando la frialdad con la que muchos científicos han tratado históricamente la salud de la mujer.

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      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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