¿Cuál es la mejor postura para dormir? Verdades y mitos para descansar mejor

Es posible que hayas oído hablar de los peligros de dormir boca arriba o boca abajo. Pero, para la mayoría de la gente, intentar cambiar la forma de dormir puede ser más perjudicial que beneficioso.

Por Erin Blakemore
Publicado 9 abr 2024, 15:45 CEST
Los expertos dicen que intentar cambiar la postura al dormir puede no merecer la pena

La postura en la que se duerme tiene numerosos efectos en el cuerpo, desde cómo se respira por la noche hasta la alineación de la columna vertebral. Pero los expertos dicen que intentar cambiar la postura al dormir puede no merecer la pena.

Fotografía de Photographs by Rebecca Hale, National Geographic

¿Cómo dormiste anoche? Si eres como la mayoría de la gente, seguramente elegiste tu postura favorita a la hora de acostarte. Pero una vez que el sueño se instala, es probable que te movieses una y otra vez, cambiando de posición mientras dormías.

Si te preguntas si existe una forma ideal de dormir, no eres el único: hay muchos consejos contradictorios e información dudosa en Internet que relaciona las posturas para dormir con diversos beneficios o problemas, y el mercado está inundado de dispositivos que prometen evitar que duermas boca arriba, el enemigo clásico de la ciencia de las posturas para dormir.

Pero resulta que tenemos mucho menos control sobre la forma en que dormimos de lo que pensamos, y que incluso sería mejor no intentar tenerlo.

"A veces es más perjudicial que beneficioso intentar controlar la postura", dice Raman Malhotra, ex presidente de la Academia Americana de Medicina del Sueño y profesor de neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (Estados Unidos).

Esto es lo que sabemos sobre las posturas para dormir y lo que, según los científicos del sueño, merece la pena tener en cuenta para dormir bien.

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Desmontando las primeras teorías sobre el sueño

¿Eres un flamenco, una esposa holandesa o un miembro de la realeza? La pregunta no forma parte de un juego, aunque pueda parecerlo. Estos coloridos apelativos se utilizan para describir las aparentemente ilimitadas formas en que nuestro cuerpo se organiza mientras dormimos.

Son sólo una selección de los términos acuñados por el psicólogo Samuel Dunkell, que en 1977 escribió un popular libro de psicología en el que llamaba a las posturas durante el sueño "el lenguaje nocturno del cuerpo". Para Dunkell, las posturas durante el sueño daban pistas sobre los rasgos de la personalidad y la psicología de un individuo: su posición corporal durante sus horas más vulnerables ofrecía indicios de cómo se movía en el mundo de la vigilia.

Este análisis llevó al joven Joseph De Koninck, psicólogo canadiense, a preguntarse cómo dormía realmente la gente por la noche. Creó un método de stop-motion para fotografiar las posiciones de sueño a lo largo de la noche sin despertar al paciente. El sistema, basado en la cámara Super-8, desencadenó un torrente de investigaciones sobre cómo duerme la gente.

Pero el psicólogo, ahora profesor emérito de la Universidad de Ottawa (Canadá), pronto llegó a la conclusión de que la posición de una persona durante el sueño no tiene nada que ver con su personalidad, sus preferencias o incluso la fase del sueño en la que se encuentra. Es más, afirma: "La postura que se adopta durante el inicio del sueño no es necesariamente la que se utiliza durante toda la noche".

Entonces, ¿qué nos dice la ciencia sobre nuestras posturas al dormir? Las investigaciones de De Koninck han demostrado que el número de veces que las personas cambian de postura durante el sueño disminuye con la edad y que los adultos mayores prefieren dormir sobre su lado derecho, una posición que podría ayudar a regular la tensión arterial. Mientras tanto, otros estudios demuestran que las personas tienden a pasar más de la mitad del tiempo que duermen de lado, y que los pacientes mayores y obesos se mueven menos que los más jóvenes.

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Cuando el sueño se vuelve incómodo

Tras docenas de estudios sobre el tema, De Koninck está convencido de que la postura al dormir es más un reflejo de la anatomía y la fisiología que de la psicología de una persona, y que una vez que uno se duerme, es el cuerpo el que decide su posición.

Malhotra está de acuerdo. "Desde luego hay unas posturas más cómodas que otras para ciertos pacientes", dice, por ejemplo, una lesión en la pierna o el hombro izquierdos puede hacer que se duerma principalmente sobre el lado derecho. Pero señala que una vez que una persona está durmiendo, puede ser un camino largo y frustrante entrenar a la gente para evitar ciertas posiciones durante el sueño.

"Controlar las posturas de una persona por la noche es muy difícil", afirma. La mayoría de los pacientes que necesitan cambiar de postura para dormir son personas que duermen boca arriba y padecen apnea del sueño, en la que las vías respiratorias se colapsan o no funcionan correctamente, lo que hace que la persona deje de respirar varias veces por noche.

Algunas personas recurren a extravagantes dispositivos de entrenamiento del sueño para evitarlo. Aunque sólo unos pocos están aprobados por las autoridades médicas, estos dispositivos zumban, inflan y colocan a los pacientes en distintas posiciones para dormir. Mientras tanto, otros simplemente se pegan una pelota de tenis a la espalda para que dormir boca arriba resulte incómodo, un método de la vieja escuela que ha demostrado funcionar tan bien como los dispositivos especiales de entrenamiento del sueño.

Aun así, entrenar a una persona para que adopte una postura diferente puede llevar meses, y los contratiempos son frecuentes. Los estudios demuestran que los pacientes tienden a abandonar tanto las pelotas de tenis como otros dispositivos por la incomodidad que causan.

"Algunos de los dispositivos que recomendamos perturban el sueño de los pacientes", dice Malhotra. Y esos meses de noches sin dormir se asocian a su vez con todo tipo de problemas de salud, desde obesidad e ictus hasta accidentes y depresión.

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El futuro de la investigación del sueño

Los científicos del sueño siguen mejorando la tecnología que hay detrás de los estudios del sueño, utilizando acelerómetros y otras tecnologías para determinar la posición en la que se duerme. Pero aún no están claros los beneficios de determinadas posturas, y resulta difícil poner en práctica la información de que disponemos sobre ellas.

Por ejemplo, los estudios con roedores sugieren que dormir de lado se asocia a una mejor cognición y a un menor riesgo de demencia, quizá porque ayuda a eliminar los residuos cerebrales. Pero los estudios en animales no siempre se traducen en sujetos humanos, e incluso si consiguieras entrenar a tu cuerpo para dormir de lado, no está claro si beneficiaría a tu salud cerebral a largo plazo.

En lugar de preocuparse por algo tan difícil de controlar, Malhotra dice que merece la pena preguntarse cómo uno se siente al despertarse. "Nuestra mejor medida de la calidad del sueño sigue siendo cómo nos sentimos por la mañana", afirma. En general, la ciencia sugiere que si has descansado bien y no tienes apnea del sueño ni dolor, no debes preocuparte por las posturas al dormir. Así que la próxima vez que te vayas a dormir, cierra los ojos, relájate y deja que la naturaleza siga su curso.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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