Puede que tengas la cocina repleta de PFAS: "químicos pemanentes" y extremadamente nocivos

Sartenes antiadherentes, cajas de pizza, incluso los propios alimentos; es imposible evitar por completo los PFAS y el BPA, pero los expertos tienen consejos sobre cómo limitar su exposición.

Por Joel Mathis
Sartén con huevo frito

¿Es hora de replantearse los utensilios de cocina? Los expertos afirman que las ollas y sartenes antiadherentes (incluso las que se anuncian como libres de las sustancias químicas nocivas conocidas como PFAS) pueden contener sustancias con efectos poco claros sobre la salud.

Fotografía de Maryna Terletska, Getty Images

Linda Birnbaum solía tener un juego de sartenes antiadherentes. Ahora ya no. Se deshizo de ellas.

¿Por qué? Porque Birnbaum (antigua directora del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Medioambiental del Gobierno de EE. UU.) se sentía cada vez más incómoda con un hecho esencial sobre esos utensilios de cocina tan fáciles de limpiar: muy a menudo están fabricados con PFAS, sustancias per y polifluoroalquiladas, que se utilizan para tratar una serie de productos para hacerlos resistentes al calor, el aceite, las manchas, la grasa y el agua.  

Aunque estas sustancias son de gran utilidad, también pertenecen al grupo de compuestos fabricados por el hombre conocidos como "químicos permanentes", que pueden perdurar infinitamente en el medio ambiente y en el cuerpo humano, a veces con efectos tóxicos. Pueden encontrarse en todas partes: en los recibos y tickets de la farmacia, en el sofá antimanchas, en las espumas antiincendios, en el suministro de agua y, sí, en la cocina.

Es por eso que las sartenes de Birnbaum salieron de su cocina.

"Este numeroso tipo de productos químicos está en todas partes, en todo y en todos nosotros", afirma; "ya no las uso porque no quiero exponerme a estas cosas".

Los PFAS y otra sustancia química permanente, el BPA, han suscitado cada vez más preocupación entre investigadores y consumidores en los últimos años. ¿Qué son? ¿Cuáles son sus efectos? ¿Puedes proteger tu cocina contra ellos?

Los PFAS son una "enorme familia de sustancias químicas", afirma Tasha Stoiber, científica del Grupo de Trabajo Medioambiental. ¿Cómo de enorme? Nadie parece saberlo: las estimaciones llegan a 15 000 compuestos diferentes o más. Cada uno de ellos contiene un enlace flúor-carbono "que les confiere propiedades únicas de resistencia a las manchas, a la grasa y al agua", afirma Stoiber.

Es más: "Casi todo el mundo lo tiene en su cuerpo", añade Stoiber.

Oficialmente, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. afirman que los efectos sobre la salud humana de la exposición a los PFAS son "inciertos" y requieren más investigación. Pero la agencia también reconoce que los estudios existentes en animales indican que las sustancias químicas "pueden afectar a la reproducción, la función tiroidea, el sistema inmunitario y dañar el hígado".

"Sería difícil encontrar a alguien que dijera que esto no tiene un impacto sobre la salud", afirma Keith Vorst, director del Consorcio de Protección de Polímeros y Alimentos de la Universidad Estatal de Iowa (EE. UU.), que investiga estos temas para empresas del sector privado; "ahora hay suficientes antecedentes médicos para decir que estos compuestos sí causan algunos problemas de salud bastante graves".

(Relacionado: Los microplásticos ocultos en tu hogar: cómo detectarlos y eliminarlos)

¿En qué se diferencian los PFAS del BPA?

El bisfenol A procede de una clase totalmente distinta de sustancias químicas, utilizadas para fabricar plásticos duros de policarbonato. Esta sustancia química también se encuentra en los revestimientos protectores de las latas de alimentos (incluidas las de refrescos), así como en selladores dentales, juguetes de plástico y otros productos.

Al igual que los PFAS, los Centros de Enfermedades Contagiosas de EE. UU. (CDC) afirman que los efectos del BPA sobre la salud son "desconocidos", aunque añaden que la sustancia química "ha demostrado afectar a los sistemas reproductivos de animales de laboratorio".

"Es básicamente un estrógeno ambiental", dice Stoiber; "puede alterar las hormonas del cuerpo y provocar problemas, cosas como un mayor riesgo de cáncer de mama, problemas de fertilidad, cosas así".

¿Dónde se pueden encontrar estas sustancias químicas en la cocina?

En todas partes. Las sartenes antiadherentes suelen llamar más la atención, pero una gran variedad de recipientes para alimentos pueden contener alguna forma de PFAS o BPA.

"El plástico es un gran problema en las cocinas hoy en día", afirma Birnbaum.

Aunque los consumidores parecen haberse dado cuenta del uso de BPA en botellas de agua, biberones y otros recipientes, los PFAS son más insidiosos: suelen encontrarse en recipientes como cajas de pizza y bolsas de palomitas para microondas. "Sabemos que las personas que comen más comida rápida tienden a tener niveles más altos de PFAS que las que comen más comida recién preparada", afirma Birnbaum.

Por eso las autoridades estadounidenses anunciaron en febrero de 2024 que las empresas, voluntariamente, están empezando a usar menos PFAS. No está claro cuánto tiempo llevará hasta que los productos que contienen estos componentes dejen de estar en el mercado.

Pero los PFAS están tan omnipresentes en el medio ambiente que a menudo se encuentran en los alimentos y el agua, independientemente del envase. "Los alimentos también pueden contaminarse con PFAS a través del suelo, el agua y el aire donde se cultivan", informa el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, una organización privada de Estados Unidos. Esto incluye los productos agrícolas, pero también el pescado y el marisco.

"La respuesta es: como individuo, no es fácil", dice Birnbaum.

Empieza por las sartenes. "Para evitarlo, utiliza sartenes sin revestimiento ni antiadherentes", explica Vorst, es decir, utensilios de cocina de vidrio, acero al carbono y hierro fundido. Pero no es fácil: son más difíciles de limpiar "y también son más caras", dice.

También puede haber más trabajo en la preparación de la comida. "En la medida de lo posible, recomendamos cocinar en casa con ingredientes enteros", dice Stoiber. Si tienes que usar sartenes antiadherentes, ten cuidado de no calentar demasiado la comida. "Si quemas la comida (cocinas a altas temperaturas) es cuando podrías exponerte más a las sustancias químicas de la sartén o a los vapores", dice.

En cuanto a las sobras, probablemente sea mejor mantener los recipientes de plástico fuera del microondas. "Si guardas en plástico, no es terrible", dice Birnbaum; "pero desde luego no calientes en plástico".

El etiquetado no siempre te ayudará. Los expertos describen un fenómeno conocido como "sustitución lamentable", en el que una sustancia nociva de un producto puede cambiarse por otra también nociva pero menos conocida. Una etiqueta que anuncia un producto como "sin BPA" puede contener bisfenol-s, una sustancia química afín que también ha suscitado preocupación. Del mismo modo, los utensilios de cocina con la etiqueta "sin PFOA" pueden contener otra forma de PFAS. En caso de duda, puedes consultar sitios web de expertos como los del Green Science Policy Institute para que te ayuden a tomar decisiones de compra.

¿Y ahora qué?

Estos consejos pueden ser útiles, pero probablemente no conseguirán una cocina completamente descontaminada, ya que el mundo está demasiado saturado de sustancias químicas para siempre. "Es imposible salir de esta situación comprando", afirma Stoiber.

Pero los estudios demuestran que pequeños cambios (comer menos palomitas de microondas o comida para llevar) pueden reducir las cantidades medibles de PFAS en la sangre de una persona. "Muchos de estos comportamientos marcan la diferencia", añade Stoiber.

Dadas las preocupaciones, ¿por qué se siguen utilizando los PFAS y el BPA? Muy sencillo: son útiles. "Son muy buenos en lo que hacen", afirma Vorst. Nadie quiere que la grasa de las hamburguesas se filtre a través del envoltorio hasta el asiento del coche, por ejemplo, y nadie ha encontrado una forma mejor de contener esa grasa. "No creo que hayamos encontrado una química alternativa que sea tan rentable y tenga el rendimiento de estos materiales".

Por ahora, las opciones quedan en gran medida en manos de cada consumidor. "Si decidimos que realmente los necesitamos, tenemos que hacernos la pregunta, bueno, ¿hay alguna alternativa segura?". dijo Birnbaum; "y si hay una alternativa segura, cambiamos a la alternativa".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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