¿Por qué envejecemos?

Ya sea impulsado por un reloj interno en nuestros genes o por el desgaste de toda una vida, el envejecimiento a menudo puede mitigarse mediante nuestras elecciones de estilo de vida.

Por Patricia S. Daniels
Manos de una mujer de 104 años

Detrás de estas manos se encuentra una mujer de 104 años de Okinawa (Japón). Su proceso de envejecimiento ha sido muy estudiado por la comunidad científica.

Fotografía de Gianluca Colla, Nat Geo Image Collection

El envejecimiento es, junto con el sueño, uno de los misterios fundamentales de la biología humana. ¿Qué hace que el cuerpo se ralentice, que sus células dejen de dividirse y que sus órganos sean víctima de enfermedades y discapacidades cada vez mayores? Nadie tiene las respuestas definitivas a estas preguntas, pero las teorías pueden agruparse en dos campos: el daño gradual a lo largo del tiempo y la programación genética.

El primer grupo de teorías sostiene que el cuerpo envejece debido al desgaste que se acumula en los tejidos con el paso de los años. Los productos de desecho se acumulan en las células, los sistemas de reserva fallan, los mecanismos de reparación se estropean gradualmente y el cuerpo simplemente se desgasta como un coche viejo.

El segundo grupo afirma que el envejecimiento viene determinado por los genes, por un reloj molecular interno que se ajusta a un calendario particular para cada especie. Esta teoría se apoya en estudios con animales: los científicos han conseguido aumentar la esperanza de vida de algunos animales alterando un solo gen. Los biólogos señalan que, desde un punto de vista evolutivo, los efectos de la selección natural disminuyen mucho después de la edad reproductiva. La evolución favorece a los genes que son beneficiosos al principio de la vida, ya que dedican los recursos del organismo a la reproducción y dejan menos disponibles para el mantenimiento a largo plazo.

Izquierda: Arriba:

En este corte transversal ampliado de hueso compacto, los osteocitos (puntos oscuros) (células implicadas en la remodelación ósea) se ramifican para conectarse con otras células.

Fotografía de Michael Ross, Science Source
Derecha: Abajo:

En este corte transversal ampliado de hueso compacto, los osteocitos (puntos oscuros) (células implicadas en la remodelación ósea) se ramifican para conectarse con otras células.

Fotografía de Quest, Science Source

Sólo una división

El proceso de envejecimiento comienza en las unidades más pequeñas del organismo, las células. Cómo y por qué envejecen las células es objeto de debate, aunque cada vez está más claro el funcionamiento de ciertos mecanismos. A principios de la década de 1960, el biólogo Leonard Hayflick descubrió que las células cultivadas sólo se dividían una media de 50 veces antes de detenerse, una cifra que se conoce como el límite de Hayflick. Con la excepción de las células madre y las cancerosas, este límite se aplica a todos los tejidos humanos, aunque las células de las personas mayores se dividen menos veces.

Pero, ¿qué hace que las células se ralenticen y mueran? Un hallazgo interesante es el descubrimiento del papel de los telómeros. Los telómeros son tramos de ADN que cubren los extremos de los cromosomas, protegiéndolos de daños e impidiendo que se fusionen con otros cromosomas. Los investigadores descubrieron que cada vez que una célula se divide, se cortan entre 50 y 100 nucleótidos del telómero. Cuando el telómero alcanza una longitud mínima, la división celular se detiene por completo.

Este hallazgo se vio reforzado por el descubrimiento de la telomerasa, una enzima de las células inmortales (como las células madre) que repara los telómeros después de cada división. La enzima no afecta a las células que no se dividen, como las del cerebro y los tejidos cardíacos, y en las células que sí se dividen, la telomerasa puede favorecer el cáncer.

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      En la playa de Arpoador, en Río de Janeiro (Brasil), un anciano hace ejercicio. Algunas investigaciones apuntan al ejercicio y a estilos de vida más saludables como factores que favorecen la longevidad celular.

      Fotografía de Ricardo Funari, Brazil Photos, LightRocket via Getty Images

      Ejercicio y ADN

      La biología no se basa en el destino, ni siquiera cuando hay telómeros de por medio. Eso dicen los investigadores que estudian la relación entre la longitud de los telómeros y los factores ambientales. Las personas con vidas estresantes (por ejemplo, los hombres afroamericanos que sufren racismo) tienen telómeros más cortos que la media.

      Por otro lado, un pequeño estudio realizado por Dean Ornish en la Universidad de California en San Francisco demostró que las personas que adoptaban estilos de vida más saludables, como los que incluían ejercicio moderado, una dieta basada en plantas y regímenes para reducir el estrés, experimentaban de media un aumento del 10% en los telómeros. Se necesita más investigación para confirmar los resultados, pero los estudios parecen constituir otro motivo más a favor de la necesidad de mantenerse delgado y en forma.

      Una foto del cerebro. Los signos de atrofia cerebral pueden indicar demencia.

      Fotografía de Scott Camazine, Science Source

      Cambios

      El envejecimiento afecta a casi todos los sistemas del cuerpo: los sentidos, los órganos digestivos, el sistema cardiovascular, el sistema inmunitario, los huesos y los músculos. Curiosamente, el sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal) es uno de los menos afectados por la edad. En la mayoría de los tejidos, el deterioro de la función no es drástico. Sólo en situaciones de estrés o enfermedad se pone de manifiesto que el organismo anciano tiene problemas para hacer frente a la enfermedad.

      Los cambios en huesos y músculos afectan a la vida diaria de una persona mayor quizá más que cualquier otra cosa. Entre los 30 y los 60 años, la densidad ósea disminuye tanto en hombres como en mujeres. Los músculos también cambian con el tiempo. Entre los 30 y los 75 años, aproximadamente la mitad de la masa muscular del cuerpo desaparece, mientras que la cantidad de grasa se duplica.

      El corazón, los vasos sanguíneos y los pulmones son estructuras duraderas, construidas para una larga vida. El hecho de que tantas personas mayores desarrollen problemas cardíacos y pulmonares tiene menos que ver con el proceso de envejecimiento que con factores relacionados con el estilo de vida, como el tabaquismo, la obesidad y la falta de ejercicio. Los sistemas sí cambian un poco con el tiempo: las válvulas y paredes del corazón se vuelven más gruesas y rígidas, lo que hace que el corazón trabaje más para bombear la sangre. Las paredes arteriales también se vuelven más duras y gruesas, lo que puede contribuir a la hipertensión. Los tejidos pulmonares pierden elasticidad con la edad. Y lo que es más importante, el sistema inmunitario de los pulmones empieza a debilitarse con la edad. Los pulmones se vuelven especialmente vulnerables a las infecciones, ya que atraen organismos transportados por el aire.

      (Relacionado: Orense y el secreto de la longevidad)

      Mantenerse alerta

      Los temibles fantasmas del envejecimiento son la demencia y la erosión del yo que conlleva el deterioro del cerebro. Pero la demencia no es una característica del envejecimiento normal. El cerebro sano, de hecho, funciona bien en la vejez. Como el resto del cuerpo, sus tejidos se encogen ligeramente a medida que las células mueren, y pierde alrededor del 10% de su peso en la vejez extrema. Sin embargo, esta pérdida es menos importante en el cerebro que en muchos otros órganos, porque el cerebro tiene muchas más células de las que necesita. Sus neuronas también forman nuevas conexiones a medida que las células mueren, ya que sus dendritas se extienden hasta las células aún vivas. Algunos neurotransmisores disminuyen con la edad, así como el flujo sanguíneo cerebral.

      Estos cambios pueden producir alteraciones sutiles a lo largo del tiempo. Pueden afectar a la memoria a corto plazo, la fluidez verbal y la capacidad de aprendizaje, pero no tienen por qué alterar significativamente el funcionamiento intelectual.

      Quizá los cambios más notables del sistema nervioso se produzcan en los sentidos, sobre todo en la vista y el oído. La presbicia (disminución de la visión de cerca) es una de las pocas características prácticamente universales del envejecimiento. Comienza entre los 40 y los 50 años y es el resultado de un endurecimiento gradual del cristalino. La audición también empeora ligeramente, debido a los procesos normales del envejecimiento y a los daños a largo plazo provocados por los ruidos fuertes.

      SABÍAS QUE...

      • Una de las ventajas de envejecer es que las alergias se reducen ne las personas mayores.
      • Un cerebro mayor se beneficia del ejercicio, que mantiene unas conexiones neuronales fuertes.
      • Las personas de más de 85 años no se ponen mucho más enfermas que las de entre 74 y 85 años.
      • Estudios recientes sugieren que las mujeres tienen células madre capaces de producir huevos durante toda su vida.
      • Cuanto mayor es el padre, más posibilidades tiene de pasarle mutaciones a sus hijos.

      Partes de este artículo, publicado originalmente en inglés en nationalgeographic.com, han aparecido anteriormente en  el libro 'Your Body: A User's Guide' de Patricia S. Daniels. Copyright © 2023 National Geographic Partners, LLC.

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