La nave Cassini realiza su último vuelo sobre Titán, la luna más grande de Saturno

Tras un conmovedor vuelo de despedida sobre la luna más grande de Saturno, la nave Cassini de la NASA se encuentra en rumbo de colisión hacia el planeta anillado.

Por Nadia Drake
Publicado 9 nov 2017, 4:16 CET
Una imagen compuesta de la nave Cassini atraviesa el halo de neblina de Titán para mostrar la superficie de la luna.
Fotografía de NASA

El 21 de abril, la nave Cassini de la NASA visitó por última vez la luna más grande de Saturno cuando cayó en picado a unos 965 kilómetros sobre la superficie de Titán, envuelta en bruma.

Los científicos esperan que este último adiós durante el sobrevuelo número 127 de Cassini sobre Titán sea un final abierto para la exploración de este mundo alienígena, un reino al que empezamos a prestar atención hace 12 años, cuando una pequeña nave se aventuró a través de la densa bruma extraterrestre y descendió hacia su superficie.

Durante su descenso y el poco tiempo que pasó entre las piedras duras y heladas que se disponen sobre el suelo de Titán, esta sonda reunió datos suficientes para permitir a los científicos echar un vistazo a una luna que tiene una engañosa apariencia terrestre.

A casi 1.448 millones de kilómetros del Sol, las temperaturas de Titán son tan bajas que el hielo es duro como la roca y los compuestos orgánicos como el etanol y el metano —que son gases de la Tierra— se enfrían formando líquidos resbaladizos que se acumulan y fluyen hacia los enormes lagos y mares.

Con montañas, lluvia, viento y olas de 5.150 kilómetros de ancho, Titán se parece más a un planeta que a una luna muerta llena de cráteres. No solo tiene estos mares aceitosos en su superficie, sino que también alberga un océano escondido, lo que la convierte en uno de los mejores lugares en los que buscar vida más allá de la Tierra.

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    Bajo esa capa se esconde un mundo en el que podrían prosperar formas de vida extraterrestres, ya sea con procesos químicos similares a los nuestros o con procesos metabólicos completamente alienígenas.

    «Titán es como un doble mundo oceánico», afirma la científica planetaria Sarah Hörst, de la Universidad Josh Hopkins. «En principio, existe la posibilidad de que tenga tanto vida tal y como la conocemos como vida que desconocemos».

    Durante su sobrevuelo, Cassini se centró en los lagos y mares que se encuentran cerca del polo norte de Titán y envió a la Tierra unos datos que ayudarán a los científicos a sondear estas profundidades oscuras y aceitosas, y quizá incluso a resolver el misterio de sus características efímeras, conocidas coloquialmente como las «islas mágicas» de Titán.

    A TRAVÉS DE LA NIEBLA

    Tras décadas preguntándose qué había debajo de esa atmósfera opaca y abultada, los científicos pudieron ver Titán por primera vez el 14 de enero de 2005, cuando la sonda Huygens de la Agencia Espacial Europea se convirtió en el primer explorador robótico en llegar a la superficie de esta brumosa luna y enviar imágenes detalladas.

    La sonda Huygens llegó hasta Saturno a bordo de Cassini, que dejó a la nave poco después de entrar en órbita en torno al planeta anillado.

    Aunque a Cassini se le había asignado la tarea de explorar Saturno y sus numerosas lunas, esa pequeña sonda —bautizada en honor al astrónomo holandés Christiaan Huygens— tenía un único blanco: Titán, envuelta en una esponjosa atmósfera que oscurecía de forma frustrante la superficie de la luna.

    Tras un viaje de 20 días a Titán, Huygens se sumergió en la atmósfera lunar durante más de dos horas.

    La nave abrió un agujero en la superficie helada, rebotando, resbalando y tambaleándose. Tras unos segundos, se quedó sobre una llanura inundable húmeda donde las temperaturas eran de casi 300 grados bajo cero. Allí, Huygens se dedicó a reunir datos frenéticamente durante una hora antes de que sus baterías se agotasen y de que la nave que la transportaba desapareciera en el horizonte.

    «Huygens reveló directamente el entorno de Titán, mientras que lo que ‘conocíamos’ hasta ahora se determinaba de forma indirecta», afirma Ralph Lorenz, de la Universidad de Arizona. «La sonda nos mostró un primer plano de la superficie».

    Los datos nos mostraron zonas montañosas, cañones y canales excavados por líquidos, así como ráfagas de viento que azotaban la atmósfera de nitrógeno de Titán. Las mediciones de la superficie demostraron que la sonda no había aterrizado en un desierto seco y que algún tipo de líquido humedecía la arena sobre la que se encontraba.

    Desde entonces, las mediciones atmosféricas de Huygens han ayudado a reconstruir la composición de la antigua atmósfera de Titán (probablemente una combinación de amoniaco y metano) y a estudiar el comportamiento de las moléculas orgánicas en una atmósfera en la que predomina el nitrógeno, tal y como ocurría en la atmósfera terrestre antes de que la vida evolucionase y abundase el oxígeno.

    «Es la única atmósfera con una cantidad importante de nitrógeno además de la nuestra», afirma Hörst. «Probablemente muchos procesos químicos de la atmósfera de Titán podrían haber ocurrido también en la Tierra primigenia, antes de la aparición del oxígeno».

    UNA LUNA REFLEJADA

    La misión Huygens supone la primera y última vez —hasta ahora— que los humanos envían una nave a una luna distinta a la nuestra. Y este último paso de Cassini marca el final del reconocimiento planificado de este mundo reflejo del nuestro, al menos en el futuro cercano. Pero no tiene por qué ser así.

    En su día, una misión denominada Titan Mare Explorer se encontraba entre las posibles aventuras interplanetarias favoritas de la NASA para el futuro. De haber sido seleccionada, dicha misión habría enviado una nave espacial para explorar Ligeia Mare, uno de los mares más grandes del norte de Titán. Los mares de la superficie de la luna, formados de hidrocarburos líquidos, podrían albergar vida con una composición química completamente diferente a la nuestra.

    «Eso supondría una prueba de la diversidad de la vida: ¿podríamos encontrar formas de vida que utilizasen un líquido diferente que la vida en la Tierra?», afirma Hörst.

    En un emocionante giro del destino, la aproximación final de Cassini a Titán supone también el comienzo de su «muerte». Durante este encuentro, la gravedad lunar colocó a la embajadora de la humanidad en Saturno en rumbo de colisión con el mismísimo gigante anillado. Más adelante, la misión de Cassini concluirá con una espectacular caída hacia Saturno, pero no antes de completar 22 atrevidas inmersiones entre el planeta y sus anillos.

    Más noticias sobre el espacio: El curioso caso de la luna manchada de sangre

    Aun así, incluso después de haber desaparecido, las naves como Huygens y Cassini pueden seguir ofreciendo nuevas pruebas sobre nuestro sistema solar y ayudar a los científicos a reforzar los argumentos a favor de futuras misiones, gracias a la riqueza de los datos que envían.

    En Titán hemos encontrado un mundo que es totalmente alienígena pero de alguna forma familiar al mismo tiempo. Las lluvias estacionales oscurecen sus llanuras, es rico en moléculas orgánicas y sus polos están decorados con un remolino invernal (lleno de nubes de ácido cianhídrico).

    «El atractivo de Titán se encuentra en su mezcla de lugar exótico y familiar», afirma Lorenz. «Las temperaturas extremadamente bajas, el hielo, la materia orgánica, el metano líquido… pero también la lluvia, los ríos, las dunas y los mares, todos ellos familiares».

    Sencillamente es un mundo que a los científicos les encantaría conocer un poco mejor, no solo debido a la emoción de explorar las tierras extraterrestres, sino porque puede enseñarnos mucho más acerca de este planeta al que llamamos hogar.

    «Titán es tan activo y tiene tantos procesos parecidos a los terrestres que es una forma perfecta de poner a bruena nuestro entendimiento fundamental del funcionamiento de los planetas», afirma Hörst.

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