Las bacterias de la Estación Espacial son probablemente de gérmenes humanos, no de alienígenas

Los organismos de los que se tomaron muestras en la parte exterior de la Estación Espacial Internacional son probablemente terrestres, como otros contaminantes espaciales.

Por Elaina Zachos
Publicado 29 nov 2017, 16:15 CET
Estación Espacial Internacional
La Estación Espacial Internacional sobre el planeta Tierra.
Fotografía de NASA

Se han descubierto bacterias vivas en la parte exterior de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), según reveló un astronauta ruso a la agencia de noticias TASS esta semana.

Anton Shkaplerov, que dirigirá a la tripulación rusa de la ISS en diciembre, dijo que astronautas anteriores habían tomado muestras del segmento ruso de la estación durante paseos espaciales y enviaron las muestras a la Tierra. Las muestras procedían de lugares de la estación donde se habían acumulado residuos de combustible, así como de otros rincones y recovecos. Sus análisis demostraron que las muestras contenían tipos de bacterias que no estaban en el módulo cuando lo lanzaron, según Shkaplerov.

En la entrevista con TASS, Shkaplerov dijo que las bacterias «vienen del espacio exterior y se han dispuesto sobre la superficie externa», una afirmación que provocó que algunos medios publicaran disparatadas noticias sobre la colonización de la Estación Espacial Internacional por parte de los extraterrestres.

Sin embargo, por ahora, los detalles del experimento de toma de muestras son escasos. Shkaplerov no señaló si el estudio había sido reexaminado por una revista revisada por pares, lo que significa que no queda claro cuándo ni cómo se llevó acabo el experimento completo, ni cómo el equipo evitó la contaminación de las bacterias terrestres de los cosmonautas o en el laboratorio terrestre. La agencia espacial rusa no había respondido a peticiones de entrevistas en el momento de la publicación de este artículo.

En vez de microbios procedentes del espacio exterior, la explicación más plausible es que el exterior de la estación espacial quedase contaminada con organismos terrestres, muchos de los cuales pueden sobrevivir en el entorno hostil en órbita.

Dejamos huella

En el vacío del espacio, los microbios tienen que soportar temperaturas turbulentas, radiación cósmica y luz ultravioleta. Pero la Tierra también alberga organismos resistentes que pueden sobrevivir en entornos extremos, como los tardígrados, prácticamente indestructibles. En ocasiones, los investigadres envían al espacio de forma intencionada contaminantes terrestres como E. coli y rocas cubiertas de bacterias para observar cómo reaccionan.

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El animal más «indestructible» de la Tierra: el tardígrado

TASS informó de que en una misión anterior de la ISS, las bacterias llegaron accidentalmente a la estación en tabletas digitales y otros materiales. Los científicos enviaron estos objetos al espacio para ver qué les ocurría y los organismos consiguieron infiltrarse en la parte exterior de la estación. Permanecieron allí tres años, desafiando temperaturas que fluctuaban entre los -150 y los 150 grados Celsius.

Este tipo de descubrimientos son preocupantes para los científicos que tratan de limitar la extensión de gérmenes humanos a otros mundos.

En 1967, la Asamblea General de la ONU adoptó el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, que establece el marco legal del derecho espacial internacional. Entre otros principios, el tratado decreta que cualquier misión enviada desde la Tierra evite la contaminación perjudicial de cuerpos celestiales.

En particular, la NASA ha establecido limitaciones estrictas en su propia contaminación interplanetaria. Por ejemplo, se puso en cuarentena a los astronautas de Apolo cuando volvieron de sus misiones para evitar que posibles gérmenes extraterrestres entrasen en nuestro mundo. Y casi todo el equipo de la Tierra se esteriliza antes de despegar, ya sea con calor extremo o con un baño de alcohol, dependiendo de su destino.

Estos tratamientos serán especialmente importantes en misiones a Marte, que podría haber albergado en su día sus propias formas de vida, dejando rastros fósiles en las rocas rojizas.

«Si quieres encontrar vida en Marte, tienes que deshacerte de las señales de vida de la Tierra para poder verla», contó Catharine Conley, científica de la NASA, a National Geographic en septiembre de 2016. Conley dirige la Oficina de Protección Planetaria de la NASA, cuyo objetivo es reducir la contaminación entre la Tierra y otros planetas.

Con todo, la esterilidad total es imposible. Por eso las directrices limitan la cantidad de contaminación microbiana en sistemas de vuelo a 500.000 esporas bacterianas, aproximadamente una décima parte de la cantidad de esporas en una cucharada de agua de mar. Más específicamente, los róvers de Marte tienen un límite de 300.000 esporas bacterianas en sus superficies. Se espera que incluso si algunas bacterias de la Tierra acabaran en los robots, mueran en el entorno hostil de Marte.

Pero la situación sería totalmente distinta en el caso de que consigamos enviar humanos para explorar Marte, como escribe Emily Lakdawalla, de The Planetary Society. «Cuando hayamos llevado a los humanos en la superficie, vivos o muertos, será mucho más difícil identificar la vida nativa de Marte».

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