¿Qué ocurre cuando se invierten los polos magnéticos de la Tierra?

El futuro no nos depara un apocalipsis geomagnético, pero estos son los fascinantes datos científicos que explican esta particularidad terrestre.

Por Nadia Drake
Publicado 1 feb 2018, 13:10 CET
La Tierra
La Tierra vista por la tripulación del Apolo 17 durante su misión a la Luna en 1972. Este vuelo fue la primera vez que la trayectoria del Apolo permitió fotografiar el casquete polar sur.
Fotografía de NASA

Los polos magnéticos terrestres se han invertido muchas veces en la historia de nuestro planeta, lo que significa que, a veces, una brújula que señale el norte estaría apuntando hacia la Antártida en vez de hacia el Ártico. Puede sonar extraño, pero es una peculiaridad relativamente predecible. Este proceso de inversión geomagnética, impulsado por las maquinaciones del núcleo de hierro giratorio del planeta, lleva eones haciendo de las suyas sin demasiada pompa.

Al menos hasta esta semana, cuando apareció en Internet el pasaje de un libro que describía el fenómeno. Poco después, varias páginas web empezaron a anunciar que el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina, un apocalipsis geomagnético en el que proliferan los tumores, los satélites caen del cielo y la vida en la Tierra tal y como la conocemos deja de existir.

Es cierto que la vida en la Tierra será diferente a la actual dentro de varios miles de años. Pero ¿estarán esos cambios relacionados con estas acrobacias polares?

Vayamos por partes: ¿vamos a morir?

Sí.

Espera, ¿qué?

Tarde o temprano, todos moriremos. Pero lo más probable es que no pereceremos de inmediato —ni próximamente— cuando ocurra la próxima inversión geomagnética en la Tierra.

Vale. Entonces ¿qué es una inversión geomagnética?

Si la historia geológica se repite, los polos magnéticos terrestres deberían invertirse con el tiempo. Es indiscutible. Basándonos en las huellas magnéticas que contienen las rocas antiguas, sabemos que en los últimos 20 millones de años, el norte y el sur magnéticos se han invertido cada 200.000 o 300.000 años, aproximadamente (aunque este ritmo no ha sido constante durante toda la vida del planeta). La última gran inversión ocurrió hace unos 780.000 años, aunque los polos varían entre estas inversiones.

Esto significa que llegamos un poco tarde para una inversión total y, de hecho, algunos datos sugieren que una inversión geomagnética sería geológicamente inminente. Pero esto no significa que los polos vayan a darse la vuelta mañana mismo, o incluso dentro de poco, y apostaríamos a favor de que el polo norte seguirá estando en el Ártico durante un tiempo, aunque nadie sabe cuándo ocurrirá realmente esta inversión total.

Bien. Pero si ocurre pronto, ¿será perjudicial?

Tampoco está claro. Los expertos estiman que las inversiones polares anteriores han sido más bien lentas, y el norte y el sur migran hacia posiciones opuestas a lo largo de miles de años. Esto es tanto bueno como malo si te preocupa cómo afectará a la vida en la Tierra una inversión geomagnética.

El cambio polar lento es bueno, ya que significa que tenemos tiempo para prepararnos y podemos hacer lo posible para paliar cualquier efecto desagradable antes de que sea realmente desagradable. Pero también es malo, ya que el campo magnético de nuestro planeta nos protege de la radiación solar y cósmica, ambas perjudiciales, y una inversión prolongada implica que la Tierra podría estar ligeramente menos protegida de estos rayos espaciales dañinos durante más tiempo del que nos gustaría.

Esto implica que no te despertarás una mañana de repente y descubrirás que tu smartphone cree que el taller de Santa Claus está en el hemisferio sur.

Suena aburrido. Entonces ¿qué percibiremos en realidad?

El único efecto perceptible que ocurrirá a ciencia cierta una vez se complete la inversión de polaridad es que la aguja de tu brújula te dirá que el norte está en la Antártida y el sur está en algún punto cerca de Canadá. Esto hará que los nombres de los continentes americanos sean temporalmente desconcertantes (al menos en una escala de tiempo geológica), pero será una historia interesante que contar en clase.

Otra consecuencia interesante será que los animales que usan el campo magnético terrestre para orientarse —como las aves, los salmones y las tortugas marinas— podrían perderse en sus viajes rutinarios. Finalmente encontrarán una forma de resolverlo y, si no intervienen otros factores, la vida seguirá. Muchos profetas del fin del mundo han intentado comparar las inversiones magnéticas con las extinciones en masa, pero lo cierto es que no existen datos que lo confirmen.

Entonces ¿no hay nada de lo que preocuparse?

No exactamente. Es cierto que cuando los polos magnéticos se inviertan, el campo magnético terrestre podría debilitarse, pero su fuerza ya es bastante variable, por lo que no es necesariamente inusual y no hay indicios de que vaya a desaparecer por completo, según la NASA. ¿Por qué? Porque nunca lo ha hecho.

Sin embargo, si el campo magnético se debilita demasiado y se queda así durante una cantidad de tiempo considerable, la Tierra estará menos protegida de los montones de partículas de altas energías que circulan constantemente por el espacio. Esto significa que todo en el planeta estará expuesto a altos niveles de radiación, algo que con el tiempo podría producir un aumento de enfermedades como el cáncer, así como dañar las delicadas naves espaciales y redes de suministro eléctrico de la Tierra.

Estas son consecuencias para las que podemos prepararnos, y todo lo que se encuentre bajo la estratosfera tendrá una densa atmósfera que también puede actuar como escudo.

Por ahora, nos estamos luciendo al introducir toxinas cancerígenas en el medio ambiente y al alterar el funcionamiento normal de los ecosistemas, así que tenemos problemas más importantes de los que ocuparnos a corto plazo.

Dicho esto, una ventaja de tener un campo magnético más débil es que las auroras se verán en latitudes mucho más bajas, así que los cielos nocturnos serán aún más impresionantes.

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