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Página del fotógrafo
Kirsten Luce
Por inmortalizar a un oso polar actuando sobre el hielo en un circo ruso itinerante, la estadounidense Kirsten Luce ganó la categoría «Mejor foto periodística de fauna salvaje». El oso polar, que lleva un bozal, recibe instrucciones para realizar trucos y lo controlan con una vara de metal. Cuando no hacen trucos, los osos polares se tumban y se restriegan contra el suelo helado.
Tras la red, un oso polar baila en el Circo sobre Hielo de Kazán, Rusia.
Los circos rusos son famosos por sus osos bailarines, como este que actuó en el espectáculo del Bolshoi State St. Petersburg. Las entradas, que valían unos 27 euros, se habían agotado. Para que los oseznos sean lo bastante fuertes como para caminar —y hasta saltar— sobre dos patas, los adiestradores los obligan a mantener una posición vertical atándolos por el cuello a la pared.
Gluay Hom, un elefante de cuatro años adiestrado para hacer trucos ante turistas, está encadenado a un poste en un estadio en la granja y zoológico de cocodrilos Samut Prakan cerca de Bangkok, Tailandia. La pata delantera hinchada le cuelga flácida. En la sien tiene una herida ensangrentada por estar tumbado en el suelo.
Detrás de una red, un oso polar baila en el Circus on Ice en Kazán, Rusia. Los osos polares circenses son muy poco comunes. Los cuatro osos del espectáculo llevan bozales metálicos y su adiestradora, Yulia Denisenko, lleva una barra de metal. Entre truco y truco, los osos se tumban y se restriegan en el hielo.
Unas ballenas belugas actúan en un acuario itinerante bajo una tienda hinchable en Sarátov, Rusia. Las belugas, que fueron capturadas en aguas rusas, no sobreviven mucho tiempo en estas condiciones. El vice primer ministro ruso anunció el pasado 20 de junio que el gobierno quiere acabar con una laguna legislativa que permite la captura de cetáceos para los acuarios.
Thong Bai, que ha aparecido en anuncios de cerveza Chang, es uno de los cientos de elefantes cautivos que viven en la aldea de Ban Ta Klang. Cuando no trabaja para la industria del entretenimiento, permanece encadenado en su recinto.
En los últimos años, Ban Ta Klang, denominada «la aldea de los elefantes», ha empezado a atraer a más turistas ansiosos por ver humanos y elefantes cautivos viviendo codo con codo. El turismo de elefantes es una piedra angular del sector turístico de Tailandia.
Siriyupha Chalermlam, de 16 años, descansa con su hija Joy frente a la casa familiar del padre de Joy en Ban Ta Klang. La familia cría a cuatro elefantes para ganarse la vida. Una vez adiestrados, los elefantes de Ban Ta Klang pueden venderse a proveedores turísticos o contratarse para eventos locales.
Los elefantes de Ban Ta Klang viven con las personas. La mayoría permanecen atados con cadenas cortas frente a las casas. La localidad es un centro de la industria de elefantes cautivos de Tailandia. Aquí se cría y se adiestra a los elefantes; más adelante, venden muchos a campamentos de todo el país, donde comienzan una nueva vida de trabajo y confinamiento.