Descubierto un cráneo de simio de 13 millones de años que conserva el neurocráneo casi intacto

El impresionante cráneo se encuentra tan bien conservado que los científicos pueden ver los dientes incipientes del joven simio y la marca de su cerebro.

Por Michael Greshko
Publicado 9 nov 2017, 4:21 CET

Hace más de 13 millones de años, en el norte de la actual Kenia, un pequeño simio falleció en un exuberante bosque. Su cuerpo fue cubierto por una capa de cenizas que habían caído de una erupción volcánica cercana.

Millones de años después, un equipo de científicos ha descubierto el cráneo del bebé simio, el mejor conservado de su clase que se ha encontrado hasta ahora, y han conseguido una perspectiva extraordinaria de las primeras etapas de la evolución del simio.

«Hemos buscado fósiles de simios durante años. Esta es la primera vez que conseguimos un cráneo completo», explica Isaiah Nengo, antropólogo del De Anza College que dirigió el descubrimiento, financiado en parte por una beca de la National Geographic Society.

El cráneo, de apenas el tamaño de un limón, pertenece a una especie recién identificada de un simio primitivo llamado Nyanzapithecus alesi. Algunos de sus rasgos se parecen a algunos de los monos y simios del Viejo Mundo que viven en la actualidad, y su rostro guarda un enorme parecido con las crías de gibón de hoy en día.

Es más, el N. alesi ofrece información sobre los cerebros de los simios primitivos, según informó el equipo en su estudio, publicado en la revista Nature. Con un volumen de unos 103,5 centímetros cúbicos, la cavidad craneal del N. alesi era más del doble que la de otros monos del Viejo Mundo de la época.

Y la cavidad craneal intacta, que ha conservado marcas de la superficie exterior del cerebro, también contiene los dientes primarios del bebé simio.

Tras diferenciarse de los ancestros de los monos del Viejo Mundo hace entre 25 y 28 millones de años, los simios se diversificaron hacia la mitad del periodo del Mioceno. Sin embargo, muchos de esos linajes se extinguieron hace unos 7 millones de años durante un periodo de cambio climático natural. Los grandes simios modernos y los humanos son descendientes de uno de esos linajes de simios del Mioceno.

Sin embargo, los detalles de este relato evolutivo son un tanto oscuros, en parte debido a que los simios primitivos vivían en selvas, que no suelen presentar las condiciones favorables para la fosilización. Hasta el descubrimiento del N. alesi, solo se había encontrado un cráneo de simio con el neurocráneo intacto.

«Las especies que conservan parte del cráneo suelen tener las mandíbulas, el rostro y a veces el principio del hueso frontal», explica Brenda Benefit, antropóloga de la Universidad estatal de Nuevo México que revisó el estudio antes de su publicación. «No se suele conseguir un neurocráneo completo. Es algo inaudito».

Para encontrar el N. alesi se necesitó determinación y un fantástico golpe de suerte. Los Leakeys, una familia de paleoantropólogos preeminentes, habían excavado anteriormente en el yacimiento de Napudet, al norte de Kenia. Cuando Nengo tomó el relevo de las excavaciones en 2013, no tenían muchas esperanzas de que encontrase algo de relevancia.

Pero un día a principios de 2014, uno de los asistentes de la expedición, John Ekusi, se alejó del equipo para fumarse un cigarrillo. El resto del equipo comenzó a quedarse cada vez más perplejo al observar a Ekusi desde lejos: tras unos minutos, empezó a rodear algo en el suelo que había captado su atención.

Ekusi le dijo al resto del equipo que creía haber visto la parte superior del fémur de un elefante, señalando una superficie ósea circular que sobresalía de entre la roca. Tras un examen más cercano, se desveló un hallazgo todavía más inusual: un pequeño cráneo de simio, solo ligeramente aplastado en comparación con sus proporciones reales en vida. Los miembros del equipo empezaron a bailar con entusiasmo.

El cráneo del N. alesi, excavado parcialmente tras haberlo retirado con cuidado de una roca arenisca con picos dentales y cepillos.
Fotografía de Isaiah Nengo, Leakey Foundation

Sin embargo, a medida que la noche se acercaba, el equipo se vio obligado a enterrar de nuevo el cráneo y esperar a la mañana siguiente para excavarlo. «Te puedo asegurar que ninguno durmió esa noche», afirma Nengo.

Dentro de la cabeza de un simio

La datación de la capa de sedimentos que rodeaba el fósil reveló que el cráneo del simio tenía aproximadamente 13 millones de años de antigüedad. Pero pese al impresionante estado de conservación del cráneo, la inspección inicial del fósil no confirmó dónde encajaba el fósil en el árbol genealógico de los primates.

Para ubicarlo, Nengo y sus colegas necesitaban observar sus dientes de adulto, que todavía no habían salido. Por ello el equipo llevó su hallazgo a las instalaciones del Sincrotrón Europeo en Grenoble, Francia, donde los técnicos lo sometieron a rayos-X de gran potencia que les permitieron ver el interior del cráneo sin dañarlo

Los escáneres aportaron al equipo de Nengo unas reconstrucciones dentales en tres dimensiones y sus formas diferenciadas ubicaron al cráneo sin lugar a dudas entre los nyanzapithecenes, un grupo extinto emparentado con los gibones, los grandes simios y los humanos.

«Si no hubieran hecho [los escáneres con sincrotrón], nunca habrían podido identificarlo», afirma Benefit. «Para mí, se trata de un milagro de la tecnología moderna».

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    Ahora que el N. alesi ha sido descubierto, Nengo tiene muchas ideas sobre qué aspecto estudiar a continuación. Él y sus colegas se están preparando para examinar las marcas cerebrales sobre el interior del cráneo. También están intentando averiguar más sobre el oído extraordinariamente conservado del simio y trabajan para poder reconstruir el aspecto que presentaba en vida del N. alesi.

    Nengo también planea regresar a Napudet para buscar otros fósiles de los que observó indicios en la roca antigua.

    «Ese es el plan», dice él. «Son varias cosas interesantes por hacer».

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