Es oficial: la tumba de Tutankamón no tiene cámaras ocultas

La tercera exploración con radar de la tumba del faraón demuestra de forma concluyente que no hay misterios escondidos tras sus paredes.

Por Kristin Romey
Publicado 7 may 2018, 10:11 CEST

Los recientes estudios con radar de la tumba de Tutankamón demuestran de forma concluyente que no existen cámaras ni pasadizos adicionales tras los muros de la famosa cámara mortuoria del faraón en el Valle de los Reyes, según anunciaron las autoridades egipcias.

El 6 de mayo se publicó un comunicado en nombre de Mostafa Waziri, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, durante la cuarta conferencia internacional sobre Tutankamón celebrada en el Gran Museo Egipcio en Guiza.

Este anuncio supone un final decepcionante para una investigación que comenzó hace tres años, cuando el egiptólogo y becado de National Geographic Nicholas Reeves reveló su teoría de que la tumba de la legendaria reina de la XVIII dinastía Nefertiti podría hallarse oculta tras las paredes de la tumba de 3.300 años de Tutankamón.

Dos estudios anteriores para probar la teoría de Reeves, que emplearon georradares para buscar cámaras o pasadizos ocultos, no fueron concluyentes.

La tercera y más reciente investigación con radares, llevada a cabo a principios de este año con el apoyo de la National Geographic Society, es una misión científica conjunta coordinada por Franco Porcelli, de la Universidad Politécnica de Turín. Se considera la búsqueda más exhaustiva hasta la fecha.

El informe científico presentado el sábado por Porcelli a Waziri y Khaled El Enany, ministro egipcio de Antigüedades, acaba con la siguiente afirmación: «Concluimos, con un alto grado de fiabilidad, que los datos del georradar no respaldan la hipótesis de la existencia de cámaras ocultas adyacentes a la tumba de Tutankamón».

Viendo lo invisible

El georradar, una técnica de teledetección empleada habitualmente en prospecciones de petróleo y gas y de otros minerales, es una herramienta cada vez más fundamental para los arqueólogos. Les permite detectar oquedades artificiales en la tierra, como tumbas y pasadizos, sin perturbar innecesariamente los frágiles yacimientos antiguos.

En 2015, el especialista en radares Hirokatsu Watanabe llevó a cabo un estudio por georradar de la tumba de Tutankamón y anunció unos resultados sorprendentes: indicios de puertas ocultas en las paredes norte y oeste de la cámara funeraria.

Sin embargo, un segundo estudio por radar de la tumba, llevado a cabo por ingenieros de la National Geographic Society en 2016, no dio los mismos resultados que el de Watanabe.

En una segunda exploración con radar de la tumba de Tutankamón en 2016, los técnicos de National Geographic Eric Berkenpas y Alan Turchik preparan un radar.
Fotografía de Kenneth Garrett, National Geographic

Tras un polémico debate por las discrepancias entre los resultados de los dos estudios en la conferencia internacional sobre Tutankamón de 2016, el ministro El Enany encargó un análisis por radar exhaustivo que «rompiera el empate».

Cubriendo todas las posibilidades

El informe presentado ante las autoridades egipcias incluye los resultados de tres nuevos estudios por georradar llevados a cabo en febrero de 2018 por tres equipos independientes, cada uno de ellos empleando una frecuencia diferente: alta, media y baja. Un radar de alta frecuencia puede aportar resultados detallados hasta distancias de unos 2 metros, mientras que las frecuencias más bajas pueden penetrar a mayor profundidad pero aportan resultados más toscos.

Los equipos de investigación —de la Universidad Politécnica de Turín, Italia, en colaboración con la Universidad de Turín y dos empresas privadas, Geostudi Astier y 3DGeoimaging— trabajaron durante siete días y recopilaron datos equivalentes a explorar una superficie de 2,6 kilómetros.

Una vez los expertos interpretaron individualmente sus datos por radar, se reunieron para cotejar sus resultados.

«Lo que hemos descubierto es que no hay pruebas de puertas o espacios vacíos tras la cámara funeraria hasta cuatro metros», cuenta Porcelli a National Geographic.

«Es decepcionante, pero este es el resultado. En nuestra opinión, es concluyente», añade.

Señales fantasma en la tumba de Tut

Porcelli sospecha que las anomalías previas en los radares detectadas en la cámara funeraria del faraón, que sugirieron la emocionante posibilidad de que la tumba de Nefertiti se encontrase tras sus paredes, fueron resultado de «señales fantasma», reflejos falsos del radar que se originan frente a las paredes y no tras ellas.

En condiciones normales, una antena de georradar envía ondas directamente a través de un muro y rebotan hacia el receptor, proporcionando una señal muy clara.

Pero parece que en algunos puntos de la tumba de Tut, las ondas del radar no penetraron las paredes, sino que viajaron a lo largo de las superficies de las mismas antes de volver al receptor.

¿El culpable? Los investigadores sospechan que el elaborado enyesado pintado que cubre la piedra caliza de la tumba podría tener propiedades que le permitan conducir la electricidad.

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    «La roca misma podría tener propiedades que provoquen este fenómeno», explica Porcelli.

    Los investigadores sospechan que las señales fantasma adicionales podrían proceder del enorme sarcófago de cuarcita de Tutankamón, que abarca gran parte de la cámara funeraria central.

    Prueba de concepto

    Aunque los resultados del estudio por radar más reciente no respaldan la teoría inicial de la «tumba oculta de Nefertiti» que dio pie a la investigación, Porcelli cree que el proyecto demuestra que el georradar puede dar respuestas concluyentes. Esto es especialmente importante dado que muchos en la comunidad arqueológica egipcia todavía ven la tecnología con escepticismo, pese a su historial demostrado en yacimientos antiguos de todo el mundo.

    «Podría ser más eficiente que la arqueología tradicional y menos destructivo», añade.

    Fredik Hiebert, arqueólogo residente de National Geographic, está de acuerdo. «Es el primer proyecto concluyente con georradar en el Valle de los Reyes», afirma. «Demuestra la técnica y es una prueba de concepto de que se puede hacer un gran trabajo en Egipto. Quizá los resultados sean decepcionantes, pero la ciencia es primordial».

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