El misterio del Gigantopithecus resuelto por la evidencia molecular más antigua de los homínidos

A través del esmalte de un molar fósil de unos dos millones de años de antigüedad, estos investigadores han resuelto la historia evolutiva de este enorme primate hominoideo extinto.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 14 nov 2019, 11:24 CET
Mandíbula de un Gigantopithecus blacki.
Fotografía de Prof. Wei Wang. Edición Theis Jensen.

El primate más grande de la historia, un cuadrúpedo de hasta tres metros de altura y 500 kilogramos de peso, habitó las selvas de las actuales China, India y Vietnam, pudiendo haber convivido con el Homo erectus en Asia sudoriental. Las causas de la extinción de este gran primate son desconocidas, aunque apuntan a que los grandes cambios climáticos convirtieron en sabana gran parte de su hábitat boscoso, lo que obligó a esta especie a compartir recursos con especies mejor adaptadas a ese ecosistema. 

Representación artística de Gigantopithecus blacki.
Fotografía de Ikumi Kayama Studio Kayama LLC

Los escasos restos fósiles disponibles aún dejan grandes incógnitas sobre la evolución y las características de este gran simio. Ahora, un equipo de investigación del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) y de la Universidad de Copenhague ha recuperado la evidencia molecular más antigua hasta la fecha gracias a la reconstrucción de proteínas de restos fósiles de aproximadamente dos millones de años de antigüedad. Este hallazgo supone la primera evidencia molecular que permite clarificar la evolución del linaje humano y de los grandes simios más allá de lo que permiten las técnicas de ADN antiguo.

A través de múltiples proteínas procedentes del esmalte de un molar fósil de Gigantopithecus, de unos dos millones de años de antigüedad, la técnica empleada por los investigadores ha resuelto la historia evolutiva de este primate hominoideo extinto. Publicado en la revista científica Nature, este nuevo descubrimiento abre la puerta al posible análisis de muchos otros restos antiguos, arrojando luz a la historia evolutiva y el origen de los homínidos.

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    Mandíbula de un 'Gigantopithecus blacki' (P1-M2=74mm).
    Fotografía de Wei Wang, Edición Theis Jensen

    A lo largo de los últimos años, el análisis del ADN ha revolucionado nuestra comprensión de la historia humana tal y como la conocíamos. Los fósiles de nuestros antepasados han permitido reconstruir 50.000 años de evolución de los homínidos. Sin embargo, los restos fósiles humanos que conservan ADN datan de hace 400.000 años, por lo que dejaban un vacío en la historia evolutiva que la paleogenómica no había podido analizar hasta la fecha.

    El análisis paleoproteómico: una ventana abierta a la historia más antigua

    Ahora, la nueva técnica paleoproteómica utilizada por los investigadores del IBE y el GlobeInstitute ha logrado esclarecer el lugar en la historia evolutiva del Gigantopithecus , un simio gigante de más de tres metros que habitó los bosques del sudeste asiático y se extinguió hace 300000 años.

    Vista desde la entrada de la cueva del Gigantopithecus en Chuifeng (China).
    Fotografía de Wei Wang

    "El análisis ha revelado que Gigantopithecusblacki pertenece al mismo clado que el orangután, su pariente vivo más cercano, aunque su separación con los orangutanes actuales es muy lejana, lo que explica la anterior confusión en el campo”, explica en un comunicado TomàsMarquès-Bonet, investigador ICREA y director del Instituto de Biología Evolutiva (IBE).

    “Ambos divergieron pronto en el Mioceno - hace más de 10 millones de años -, pero sin duda compartían un ancestro común", comenta. El investigados principal de la Universidad de Copenhague, Enrico Cappellini, afirma que "hasta ahora, todo lo que se sabía sobre esta especie se basaba en la morfología de los dientes y mandíbulas encontrados, propios de un herbívoro”. Ahora, el análisis de las proteínas antiguas, o análisis paleoproteómico, nos ha permitido reconstruir la antiquísima historia evolutiva de este pariente lejano".

    Gracias este análisis basado en la paleoproteómica, el equipo ha logrado comparar el proteoma reconstruido del fósil del primate con una base de datos de proteínas de homínidos conocidos, clarificando así si el Gigantopithecus pertenece al linaje humano. Este hallazgo abre de esta forma la puerta a iluminar el resto de la historia evolutiva a través de muchos otros restos antiguos que no conserven el ADN.

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