Un equipo de arqueólogos revela un campo de concentración nazi «olvidado» en suelo británico

Una investigación forense de una década en las islas del Canal ha sacado a la luz un capítulo de la II Guerra Mundial que muchos preferirían olvidar.

Por Megan Gannon
Publicado 31 mar 2020, 12:51 CEST
Sylt
Las puertas de entrada a Sylt, un campo de concentración nazi, son unos de los pocos restos visibles que quedan en Alderney, en las islas del Canal, que forman parte de la dependencia de la Corona británica conocida como bailía de Guernsey.
Fotografía de Les Gibbon, Alamy

En la actualidad, el emplazamiento del antiguo campo de concentración de Sylt es un tramo de tierra descuidado junto a los acantilados escarpados de Alderney, que forma parte de una dependencias de la Corona británica en las islas del Canal. Sin embargo, hace solo 75 años, era una prisión alemana temida y muy protegida donde cientos de hombres sufrieron y murieron a manos de sus captores nazis.

Con el fin de la guerra, Lager (campo) Sylt y otros campos de concentración alemanes más pequeños de Alderney se desmantelaron y el paisaje se los tragó lentamente. Ahora, un equipo de arqueólogos británicos ha reconstruido Sylt y ha trazado su crecimiento a lo largo de su breve pero brutal historia. Su investigación se ha publicado en la revista Antiquity.

Caroline Sturdy Colls, arqueóloga con experiencia en sitios del Holocausto y autora principal del estudio, afirma que las evidencias de los crímenes cometidos en Sylt han sido «enterradas física y metafóricamente».

«Siendo ciudadana británica e investigadora, nunca había oído hablar de las atrocidades perpetradas en Alderney durante la Segunda Guerra Mundial hasta que hice mi investigación de doctorado. Era consciente de que los alemanes ocuparon las islas del Canal, pero no de que construyeron esos campos», cuenta Sturdy Colls, que actualmente es profesora de arqueología de conflictos e investigación de genocidios en la Universidad de Staffordshire, Inglaterra.

Sturdy Colls y sus colegas querían explorar si los métodos de arqueología forense podrían sacar esta historia a la luz. Empezaron a estudiar Sylt en 2010, combinando pruebas de registros de archivo, fotografías aéreas históricas y nuevas técnicas de reconocimiento no invasivas como lídar y georradares.

Un aspecto importante de la investigación consistía sencillamente en demostrar que gran parte del campo ha sobrevivido hasta la actualidad. La historia bélica del lugar es un tema tabú en la isla. Sturdy Colls afirma que algunos residentes de Alderney los han apoyado. Sin embargo, el equipo se ha topado con resistencia a su trabajo por parte de las autoridades locales, sobre todo cuando un documental de 2019 titulado Adolf Island presentó su estudio del campo de concentración y la alegación de que podría haber fosas comunes sin documentar en el cementerio de la Segunda Guerra Mundial.

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    La fotogrametría aérea del campo de concentración de Sylt tomada en 2017 revela los pocos restos visibles que quedan sobre la tierra. Un superviviente del campo instaló una placa conmemorativa (marcada con una «A») en 2008.
    Fotografía de Centro de Arqueología, Universidad de Staffordshire, Antiquity Publications Ltd.

    Un campo olvidado

    Cuando Francia cayó ante los nazis en junio de 1940, el gobierno británico decidió que sería demasiado difícil defender sus territorios autónomos en las islas del Canal, el archipiélago entre Francia e Inglaterra. Aunque muchos civiles se quedaron en Jersey y Guernsey, las islas del Canal más grandes, casi todos los residentes de Alderney fueron evacuados. Cuando llegaron a la isla de 7,7 kilómetros cuadrados en julio de ese año, los alemanes no se toparon con resistencia.

    Las islas del Canal ocupadas pasaron a formar parte del el «Muro Atlántico», el sistema de defensa costero de los nazis, que se extendía por el límite occidental de Europa. Para construir las fortalezas de Alderney, la Organización Todt, el grupo de ingeniería nazi, estableció varios campos de trabajos esclavos y forzados en la isla. La mayoría de los prisioneros de los campos procedían de Ucrania, Polonia, Rusia y otros territorios soviéticos, pero también había un grupo considerable de judíos franceses. En marzo de 1943, el Lager Sylt (que ya era el campo de trabajo más temido de Alderney) se convirtió en un campo de concentración dirigido por las «Unidades de la Calavera» de las SS.

    Los soldados británicos dan la bienvenida a la isla a los residentes de Alderney, evacuados durante la guerra, en 1946.
    Fotografía de Francis Reiss, Picture Post/Hulton Archive/Getty

    Tras la guerra, cuando los civiles regresaron a Alderney y empezaron a rehacer sus vidas, el ejército británico investigó los campos abandonados y parcialmente demolidos. Los investigadores cartografiaron lo que quedaba de Sylt y recopilaron testimonios de ataques de perros, palizas y fusilamientos. Descubrieron que cuando un prisionero moría, el médico del campo tenía prohibido ver el cadáver y se le ordenaba que firmara certificados de defunción preimpresos. Normalmente, la causa de muerte que figuraba era «circulación defectuosa» o «insuficiencia cardíaca». En un cementerio de la isla, los investigadores hallaron un ataúd con un falso fondo.

    En las décadas posteriores, los testimonios de otros prisioneros ilustraron el trato inhumano que se les daba a los prisioneros. Francisco Font, un republicano español y trabajador forzado en uno de los otros campos de Alderney, recordó que mientras trabajaba cerca de Sylt, vio a un «hombre colgado» en la puerta principal. «En el pecho tenía un cartel en el que ponía: “Por robar pan”. Dejaron su cadáver así colgado durante días», cuenta Font en un registro que figura en un archivo de Jersey.

    Según explica el historiador Paul Sanders, los nazis alimentaban lo mínimo a los prisioneros, pero como a veces el oleaje impedía entregas regulares a las islas del Canal, incluso la poca comida asignada podía escasear. Debido a la combinación de escasez y corrupción entre los oficiales de las SS, «los prisioneros recibían aún menos comida que en otras partes de la Europa ocupada», afirma Sanders, autor de The British Channel Islands Under German Occupation 1940-45. A esta «constelación particularmente letal» de condiciones en Alderney se le sumó la ausencia de testigos civiles.

    «Si la población civil los observa, supone una diferencia para los agresores. El hecho de que no hubiera ni un par de ojos civiles observando lo que ocurría en Alderney produjo un entorno mucho más brutal», afirma Sanders.

    Redescubriendo Sylt

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      Uniendo varias fotos en un modelo en 3D, los arqueólogos pueden visualizar el túnel que conectaba los terrenos del campo de Sylt a la casa de su comandante nazi.
      Fotografía de Centro de Arqueología, Universidad de Staffordshire, Antiquity Publications Ltd.

      En el nuevo estudio, Sturdy Colls y su equipo hallaron evidencias físicas que respaldan los testimonios de las duras condiciones de Sylt. Cartografiaron las depresiones poco profundas que quedan de los barracones, confirmando los testimonios de hacinamiento: en el mejor de los casos, cada prisionero contaba con un espacio de solo 1,5 metros cuadrados. Durante la retirada de vegetación, descubrieron los retretes de los prisioneros. El equipo creó visualizaciones en realidad virtual para hacerse una idea más clara de características (como un túnel que llevaba de la casa del comandante al campo) que costaba ver sobre el terreno debido a la mala iluminación.

      A partir de imágenes aéreas históricas, los investigadores también determinaron el tamaño y las medidas de seguridad del campo de Sylt, que aumentaron drásticamente en 1943, cuando pasó de campo de trabajo a campo de concentración.

      Por ejemplo, las SS hicieron todo lo posible por dotar a Sylt de vallas y torres de vigilancia imponentes, que probablemente ejercían un profundo efecto psicológico en los prisioneros.

      «En cierto modo, no necesitaban nada de eso porque estaban en un rincón de una isla pequeña rodeado de campos de minas. Estos prisioneros no tenían a dónde ir», afirma Sturdy Colls.

      Recordando Sylt

      La forma en que debería presentarse el legado del Lager Sylt y Alderney bajo la ocupación nazi es un tema de debate. Uno de los pocos elementos visibles que quedan del campo es la puerta principal. Hoy en día, solo está señalizado con una pequeña placa, colocada en una ceremonia en 2008 a petición de varios exprisioneros.

      Hasta ahora, Sturdy Colls explica que las propuestas para excavar Sylt han sido rechazadas, por lo que su estudio forense sin excavaciones cobra más importancia.

      «No somos los primeros que descubrimos la existencia de este campo, pero pese a todos esos testimonios y todas esas iniciativas previas, aún se desconoce la historia del sitio. Nuestro trabajo pretendía ayudar dar a conocer las historias de las personas que sufrieron [aquí]», afirma Sturdy Colls.

      «En mi opinión, el trabajo será útil para ayudar a la isla de Alderney a ver la extensión de los restos del Lager Sylt que quedan en el paisaje y, por consiguiente, a replantearse cómo podrían usar el campo en la estrategia de patrimonio de la isla en el futuro», afirma Gillian Carr, arqueóloga de la Universidad de Cambridge. Carr ha estudiado la ocupación de las islas del Canal, pero no participó en este estudio.

      A finales de 2017, el gobierno de Alderney declaró formalmente el Lager Sylt área de conservación, lo que prohíbe cualquier desarrollo urbano que ponga el peligro el sitio. Graham McKinley, miembro electo (legislador) de los Estados de Alderney, afirma que le gustaría que el campo de Sylt fuera más accesible a los visitantes. Está intentando restablecer un comité de patrimonio que explore cómo debería estudiarse, preservarse y convertirse en monumento conmemorativo este emplazamiento.

      «Aún hay un pequeño grupo de gente que quiere dejar atrás el pasado y continuar sin profundizar demasiado. Creo que deberíamos hacer mucho más para mostrar al mundo la realidad de lo que ocurrió aquí», afirma McKinley.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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