Cómo la piedra de Rosetta desveló los secretos de civilizaciones antiguas

Esta losa de aspecto normal, descubierta en Egipto por las fuerzas de conquista de Napoleón, fue clave para desentrañar el código de los jeroglíficos egipcios.

Por Erin Blakemore
Publicado 19 jul 2021, 10:19 CEST

Aunque solo es un fragmento de una losa más grande, las letras y símbolos cincelados en la faz de la piedra de Rosetta ayudaron a los expertos a descifrar el código de un sistema de escritura del antiguo Egipto y, a la larga, a revelar los muchos misterios de la civilización.

Fotografía de Universal History Archive, Uig, Bridgeman Images

Cuando los hombres de Pierre-François Bouchard descubrieron la antigua piedra que cambiaría el mundo el 19 de julio de 1799, no estaban en una excavación arqueológica; estaban realizando un trabajo de construcción. Los soldados franceses ocupaban un fuerte deteriorado en Rosetta, Egipto, y solo tenían unos días para reforzar sus defensas para una batalla contra los soldados del imperio otomano.

Mientras los hombres derribaban un muro que se había construido utilizando los escombros de lugares egipcios cercanos, descubrieron un gran fragmento de piedra cubierto de tres tipos de escritura, entre ellas griego antiguo. Intrigado, Bouchard se preguntó si la piedra diría lo mismo en tres idiomas diferentes. Compartió su hallazgo con académicos franceses que habían venido para buscar tesoros arqueológicos en Egipto.

Consiguieron más de lo que esperaban. La losa era la piedra de Rosetta y las letras y símbolos cincelados cuidadosamente en su faz oscura arrojarían luz sobre la gloria de la antigua civilización egipcia. Pero primero los expertos tendrían que descifrar el código.

Los académicos rastrearon el origen de la piedra de Rosetta hasta el 196 a.C., la era ptolemaica de Egipto. Sus tallas contienen un decreto de lealtad al faraón de la época, Ptolomeo V Epífanes.

Fotografía de Prisma Archivo, Alamy

Un decreto de lealtad

Con casi 1,2 metros de alto y 76 centímetros de ancho, la roca es solo un fragmento de una estela más grande. Pero aunque el texto está incompleto, es valiosísimo. Consta de un decreto afirmando el culto real de Ptolomeo V Epífanes, un rey egipcio que ascendió al trono en el 204 a.C.

Entonces, el reino ptolemaico estaba en guerra y afrontaba una revuelta interna. El decreto fue aprobado por un consejo de sacerdotes que lo usaron para honrar al faraón y declararle su lealtad. Se grabó en la estela en jeroglíficos ptolemaicos, egipcio demótico y griego antiguo. Se colocarían estelas idénticas en todos los templos de Egipto.

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    Los eruditos conquistadores

    Avanzamos hasta 1798, cuando Napoleón lideró a las fuerzas francesas para que dominaran Egipto, que entonces formaba parte del imperio otomano. Científicos e historiadores formaron parte de las fuerzas conquistadoras y acudieron al país para documentar lo que descubrían. Los egiptólogos recopilaron una gran cantidad de artefactos antiguos que querían llevarse a Francia, entre ellos la piedra de Rosetta.

    Pero los británicos también querían Egipto y en 1801 se impusieron a las fuerzas francesas. Se permitió la evacuación de los franceses, pero los británicos demandaron la entrega de la colección de antigüedades antes de marcharse. Por eso, en 1802, la piedra de Rosetta llegó a Londres, donde se exhibió en el Museo Británico casi de inmediato nada más llegar.

    El lingüista y arqueólogo francés Jean-François Champollion empezó a estudiar idiomas antiguos de adolescente, a principios del siglo XIX. Su fascinación con el antiguo Egipto condujo a varios descubrimientos, como descifrar la piedra de Rosetta y profundizar nuestra comprensión de la momificación.

    Fotografía de Bridgeman Images

    El código de la piedra de Rosetta

    Pero la piedra no solo tenía valor estético. El significado de las marcas, denominadas jeroglíficos, creadas en las losas del antiguo Egipto habían desconcertado a los eruditos durante años. Como tenía un contenido idéntico en tres idiomas, pensaron que la piedra de Rosettta podría ser capaz de desvelar el misterio histórico.

    Los académicos se apresuraron a traducir la piedra de Rosetta. Aunque diversos expertos de toda Europa contribuirían al trabajo, las dos aportaciones más importantes vinieron de Inglaterra y Francia.

    Thomas Young, un erudito británico más conocido por sus contribuciones científicas, trató el misterio como un problema matemático. Después de traducir el griego antiguo, tomó muchas notas sobre los jeroglíficos e intentó sistemáticamente unir cada uno con su traducción. También comparó los glifos con los de otras estatuas. Young logró identificar los sonidos fonéticos de algunos de los glifos presentados, averiguar algunos de los caracteres y desentrañar cómo se pluralizaban las palabras.

    Izquierda: Arriba:

    Tras desentrañar el código de la piedra de Rosetta, Jean-François Champollion publicó una recopilación de las figuras mitológicas que más aparecían en los jeroglíficos del antiguo Egipto. Estos incluían a Ra, el dios sol, y a su hija, la diosa Satet.

    Derecha: Abajo:

    Tras desentrañar el código de la piedra de Rosetta, Jean-François Champollion publicó una recopilación de las figuras mitológicas que más aparecían en los jeroglíficos del antiguo Egipto. Estos incluían a Ra, el dios sol, y a su hija, la diosa Satet.

    fotografías de Jean-Francois Champollion, via Bridgeman Images

    Pero fue el francés Jean-François Champollion, conocido como el fundador de la egiptología, quien acabaría desentrañando el código en 1822. Aunque Young no tenía experiencia con la lengua egipcia, Champollion dominaba el copto y tenía un amplio conocimiento sobre Egipto. Averiguó que la escritura demótica —el tercer sistema de escritura de la estela— expresaba sílabas y que los jeroglíficos representaban sonidos coptos.

    Fue un gran avance. Un Champollion extático fue corriendo a la oficina de su hermano gritando, «Je tiens mon affair!» («¡Lo tengo!»). Después se desmayó y tardó cinco días en recuperarse.

    El legado de la piedra de Rosetta

    Champollion utilizó la piedra para crear un alfabeto de caracteres jeroglíficos fonéticos y después otros académicos se basaron en su investigación para traducir la piedra. El trabajo del egiptólogo francés acabó siendo validado por el descubrimiento y la traducción del Decreto de Canopo, otra estela escrita en jeroglíficos, escritura demótica y griego antiguo.

    La traducción de la piedra de Rosetta se convirtió en la espina dorsal de la egiptología y la icónica estela se ha descrito como uno de los objetos más importantes de la historia. Pero la propia piedra es polémica, ya que es el botín de la guerra y la expansión colonial. ¿Fue la piedra de Rosetta trasladada a Inglaterra o robada por los británicos? Depende de a quién le preguntes. A lo largo de los años, ha habido numerosos llamamientos para devolver la piedra a Egipto, pero sigue en el Museo Británico, donde recibe más de seis millones de visitantes al año.

    ¿Por qué retiene la piedra de Rosetta, de aspecto normal y corriente, tanta fascinación en la actualidad dos siglos después de que se revelara su código? El egiptólogo John Ray contó a Beth Py-Lieberman del Smithsonian Magazine en 2007 que la piedra «es la clave, no simplemente del antiguo Egipto, sino del propio desciframiento. Sabíamos que había grandes civilizaciones, como Egipto, pero se quedaron en silencio. Cuando se descifró la piedra de Rosetta, pudieron hablar con voz propia y, de repente, se revelaron áreas enteras de la historia».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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