¿Cómo acabó el "rey perdido" de Inglaterra bajo un aparcamiento?

Fue el último rey inglés que murió en batalla. Una tragedia de Shakespeare lleva su nombre. Pero se tardó siglos en localizar los restos de Ricardo III, el último soberano de la Casa de York.

Por Erin Blakemore
Publicado 3 abr 2023, 14:11 CEST
Los historiadores creyeron durante mucho tiempo que el cuerpo de Ricardo III había sido arrojado a ...

Tras la muerte de Ricardo III en 1485, los historiadores creyeron durante mucho tiempo que su cuerpo había sido arrojado a un río cercano. Sus restos no se volvieron a ver hasta 2012, cuando los arqueólogos excavaron un aparcamiento.

Fotografía de Illustration via Lebrecht History, Bridgeman Images

¿Qué ocurre cuando se combinan un rey con una reputación despótica, una mujer con una obsesión real y... un aparcamiento? Para los realizadores de la película The lost King [El rey perdido], que se estrena en España el próximo 5 de mayo, es una receta mágica. Y lo cierto es que, aunque cueste creer, esta historia, que sigue el descubrimiento en 2012 de los restos del rey Ricardo III de Inglaterra en un aparcamiento de Leicester, está basada en hechos reales.

¿Cómo llegó el cuerpo de este rey a ser desechado y olvidado durante siglos, y cómo fue rescatado? A continuación te explicamos cómo vivió y murió Ricardo III y qué ocurrió realmente en su búsqueda.

¿Quién era Ricardo III?

Los Plantagenet gobernaron Inglaterra durante más de 300 años, hasta Ricardo III. Su reinado duró poco más de dos años, cuando murió a los 32 en la batalla de Bosworth Field (en el centro de Inglaterra) en 1485, la última salva de la Guerra de las Dos Rosas. Fue el último rey inglés que murió en batalla. Pero durante siglos, la vida del monarca se consideró mucho más interesante que su muerte, debido en parte a la representación que William Shakespeare hizo del condenado rey como un déspota sediento de poder en su obra Ricardo III.

La muerte de Ricardo III en la batalla de Bosworth Field se imagina 405 años después en una ilustración de 1890. Enrique VII fue quien le enfrentó en batalla, y tras la muerte de Ricardo se hizo con el trono, convirtiéndose en el primer monarca de la casa Tudor.

Fotografía de Painting via Look and Learn, Bridgeman Images

Ricardo era hermano del rey Eduardo IV. Tras la muerte de Eduardo IV en 1483, Ricardo destituyó a Eduardo V, hijo del rey de 13 años, al que consideraba ilegítimo. Como nuevo rey de Inglaterra, Ricardo III recluyó en la Torre de Londres a sus sobrinos Eduardo V y Ricardo de Shrewsbury, de 10 años, y se cree que los mandó asesinar para asegurarse el trono.

Ricardo se enfrentó pronto a una revuelta de los partidarios de su hermano. Luego, miembros de la Casa de Tudor se levantaron contra él. La batalla de Bosworth Field se saldó con la derrota de la familia la Casa de York, la muerte de Ricardo III y la ascensión al trono de la familia Tudor y la coronación de Enrique VII.

En un principio, el rey fue enterrado en la iglesia de Greyfriars, en un monasterio de Leicester, a unos 19 kilómetros de donde tuvo lugar la batalla. Los historiadores creen que cuando la iglesia fue disuelta como parte del cierre de monasterios por Enrique VIII (hermano de Enrique VII y segundo rey de la casa Tudor) en la década de 1530, los restos del rey fueron sacados de su lugar de descanso y arrojados al cercano río Soar.

Durante siglos, la reputación de Ricardo se definió en gran medida por la obra de Shakespeare que lleva su nombre. Pero un grupo de aficionados a la historia que se autodenominan ricardianos, ansiosos por rescatar su reputación, se propusieron averiguar dónde estaba enterrado el rey al que veneraban.

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      El arqueólogo Mathew Morris en la zanja donde encontró restos óseos durante una excavación para hallar los restos del rey Ricardo III. Los ricardianos, personas que cuestionan la vilipendiada reputación póstuma del rey, ayudaron a financiar el esfuerzo.

      Fotografía de Darren Staples, Reuters, Redux

      La búsqueda de Ricardo III

      Ahí es donde entra Philippa Langley. Langley, una devota ricardiana que estaba trabajando en un guión sobre el monarca condenado, visitó el antiguo emplazamiento de la iglesia de Greyfriars en 2004. La parte más septentrional del antiguo monasterio se había convertido en el parking de un centro de servicios sociales. Pero Langley sintió una extraña sensación al entrar en el aparcamiento.

      "Simplemente sentí que estaba caminando sobre la tumba de Ricardo III", dijo a The Guardian en 2013. "No puedo explicarlo". Un año después, volvió al aparcamiento y vio que una de las plazas había sido pintada con la letra R. La letra significaba "reservado", pero Langley lo tomó como una señal.

      Langley se puso en contacto con arqueólogos de la Universidad de Leicester y les animó a investigar el yacimiento. No fue la primera: según la Sociedad Ricardo III, otras personas se habían dirigido a las autoridades de Leicester en el pasado para recomendar una excavación. Pero en 2005, el descubrimiento de un descendiente vivo de Ricardo III hizo que el proyecto fuera más factible que nunca. Si se encontraban restos, el ADN del descendiente podría utilizarse teóricamente para confirmar su identidad.

      Aunque los arqueólogos de la Universidad de Leicester no estaban seguros de que descubrirían a Ricardo durante una excavación en Greyfriars, les intrigaba la perspectiva de saber más sobre el monasterio, desmantelado hacía mucho tiempo. Langley fue también una fuerza motriz, ya que financió gran parte del proyecto mediante crowdfunding.

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        Jo Appleby, profesora de arqueología de la Universidad de Leicester, confirma que los restos hallados en Leicester meses antes pertenecen al rey Ricardo III, en febrero de 2013. Los expertos utilizaron pruebas de ADN, análisis del suelo y pruebas dentales para identificar los restos.

        Fotografía de ANDREW COWIE, AFP, Getty Images

        En agosto de 2012 comenzó la excavación y en pocas horas quedó claro que los arqueólogos descubrirían restos humanos. Sorprendentemente, Langley estaba en lo cierto: uno de los esqueletos recuperados tenía la columna vertebral curvada, en consonancia con la escoliosis conocida de Ricardo III, y mostraba indicios de heridas de batalla. A continuación se llevó a cabo una rigurosa investigación y, en febrero de 2013, el equipo anunció que había identificado definitivamente un esqueleto casi completo como el de Ricardo III. A continuación se publicó un artículo en la revista Nature en el que se concluía que había pruebas "abrumadoras" de que los huesos eran los del controvertido rey.

        Reenterrar a Ricardo III

        En 2015, se cerró el círculo de la historia de Ricardo cuando su esqueleto volvió a ser enterrado, esta vez en la catedral de Leicester. El servicio conmemorativo contó con un poema escrito por la poetisa laureada británica Carol Ann Duffy y leído por Benedict Cumberbatch, un féretro especialmente encargado por la artista textil Jacqui Binns, e incluso una corona diseñada por John Ashdown-Hill, el investigador que localizó a la mujer canadiense cuyo ADN se utilizó para identificar al rey perdido.

        Aunque la película ha aclamado aún más a Langley y al equipo responsable de la excavación, y ha ganado varios premios, la historia que cuenta ha levantado ampollas entre los arqueólogos. Tras el estreno británico de The lost king a finales de 2022, la Universidad de Leicester celebró una rueda de prensa para denunciar las inexactitudes de la película, entre las que destaca la descripción de los arqueólogos de la universidad como detractores que bloqueaban a Langley en todo momento.

        El retrato que hace la película del proyecto "dista mucho de la realidad del trabajo que se llevó a cabo", declaró un portavoz de la universidad. "Trabajamos estrechamente con Philippa Langley durante todo el proyecto, y ella no fue marginada por la Universidad". Aunque la universidad reconoce a Langley como "la fuerza impulsora positiva de la decisión de excavar en busca de Ricardo III", niega que fuera frustrada por su personal.

        Por su parte Langley sostiene que "muy pocos de nosotros pensábamos que fuera algo más que un sueño imposible y loco", uno que llevó a ricardianos y arqueólogos por igual de un aparcamiento anodino a un reenterramiento real. Hoy, el antiguo lugar de descanso del "rey perdido" ya no es un aparcamiento. Es un centro de visitantes con un suelo de cristal que permite al público ver la que fue una tumba y echar un vistazo a la saga de siglos de los restos de Ricardo III.

        Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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