Ninguna mujer estadounidense había sido reconocida como "prima ballerina assoluta" hasta Maria Tallchief

La primera 'prima ballerina' de Estados Unidos fue osage

Maria Tallchief se negó a abandonar sus raíces de la nación osage, y llegó a simbolizar una nueva era para el ballet estadounidense. Ahora se le ha acuñado un cuarto de dólar en su honor.

Ninguna mujer estadounidense había sido reconocida como "prima ballerina assoluta" hasta que Maria Tallchief deslumbró al mundo con su baile vibrante y elegante. En la imagen, con el bailarín danés Erik Bruhn, Tallchief también rompió barreras como célebre bailarina nativa americana.

Fotografía de Jack Mitchell, Getty Images
Por Erin Blakemore
Publicado 30 oct 2023, 13:04 CET

Cuando Maria Tallchief se subía al escenario, no sólo bailaba, sino que volaba. Atlética y grácil, se estiraba, flotaba y casi levitaba, fascinando al público y encarnando la maravilla del ballet.

"Siempre somos conscientes de que el aire es su verdadero medio", escribió el crítico de danza John Martin sobre la bailarina en 1949.

Ahora, una década después de su muerte, Maria Tallchief, icono del ballet estadounidense, ha vuelto a alzar el vuelo, esta vez en el reverso de una moneda de 25 centavos de dólar. Un honor que se ha ganado como primera prima bailarina de Estados Unidos, y como una de las nativas americanas más reconocidas de los tiempos modernos.

Maria Tallchief ensaya en el jardín sur de la Casa Blanca el 11 de junio de 1964, la noche anterior a su actuación en una cena de Estado para el canciller alemán Ludwig Erhard.

Fotografía de Bettmann, Getty Images

Raíces en Oklahoma

Elizabeth Marie Tall Chief nació en 1925 en Fairfax (Oklahoma), en tierras de la nación osage, de padre osage y madre escocesa-irlandesa. Los osage poseían entonces una fortuna en petróleo, en parte gracias a su bisabuelo, que había ayudado a la tribu a conseguir derechos mineros en sus tierras a principios de siglo.

Sin embargo, esos derechos entrañaban peligros para la nación osage; algunos colonos blancos atacaron e incluso asesinaron a osage para acceder a sus derechos petrolíferos. La familia de Tall Chief no fue una excepción: una joven prima, Pearl, perdió a toda su familia en un atentado bomba y fue objetivo de hombres que intentaron robarle la fortuna petrolera que había heredado.

Sin embargo, Betty Marie, como la llamaban en la infancia, creció sintiendo "como si mi padre fuera el dueño de la ciudad", según escribió en su biografía de 1997. Ella y su hermana menor, Marjorie, asistieron a un colegio privado y tomaron clases de piano y danza gracias a su madre, que soñaba con el estrellato para sus hijas. En los años 30, la familia se trasladó a California para poder dedicarse a la danza y la música.

Cuando estudiaba en Beverly Hills, sus compañeros de clase se burlaban de los nativos americanos y fingían no entender su apellido. "Después de un tiempo, se acostumbraron a mí, pero la experiencia fue dolorosa", recordó más tarde; "al final convertí la ortografía de mi apellido en una sola palabra".

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      Izquierda: Arriba:

      Nacida Elizabeth Marie Tall Chief en las tierras de la Nación Osage, en Oklahoma, Maria Tallchief se enamoró del ballet a una edad temprana, y más tarde insuflaría nueva vida a este arte.

      Derecha: Abajo:

      Maria Tallchief baila en El pájaro de fuego en 1960. Una década antes, su carrera alcanzó nuevas cotas cuando debutó en el papel principal del ballet compuesto por Igor Stravinsky.

      fotografías de Jack Mitchell, Getty Images

      Una joven bailarina

      En California, Tallchief empezó a estudiar seriamente ballet con la legendaria coreógrafa y profesora Bronislava Nijinska, y se enamoró de la estricta forma artística. Pronto actuó en el Hollywood Bowl y bailó en una película de Judy Garland.

      Su gran oportunidad le llegó después del instituto, en 1942, cuando se unió al Ballet Ruso de Montecarlo en una gira por Canadá y Estados Unidos. En sus giras, la compañía estrenó nuevos ballets, promocionó a compositores y coreógrafos de vanguardia e insufló nueva vida a este arte, dando a conocer el ballet a personas de todo el continente.

      En aquella época, el ballet se consideraba una tradición elitista, mayoritariamente europea, dominada por bailarines rusos. Ninguna mujer estadounidense había sido reconocida nunca como "prima ballerina assoluta", el más alto honor dentro de la profesión. El Ballet Ruso contribuyó a acercar este arte a nuestro país.

      Aun así, se presionó a las bailarinas estadounidenses de la compañía para que cambiaran sus nombres y sonaran "más rusos", y se animó a Tallchief a que cambiara su apellido por el de Tallchieva. Pero ella se negó. Aunque acabó adoptando su segundo nombre como primero, no quiso abandonar sus raíces. "Tallchief era mi herencia y estaba orgullosa de ella", escribió más tarde.

      "Era feroz en su lealtad y determinación", dice la poetisa y editora Elise Paschen, hija de Tallchief.

      Esa determinación llamó la atención de uno de los coreógrafos más famosos del mundo, George Balanchine. Se casaron en 1946.

      "Yo era su esposa, pero también su bailarina", escribió más tarde. "Era mi marido, pero también mi coreógrafo. Él era poeta y yo su musa". Le siguió a París (Francia), convirtiéndose en la primera estadounidense en bailar con el Ballet de la Ópera de París. Dondequiera que bailaba, llamaba la atención, y Balanchine la contrataba para papeles cada vez más espectaculares.

      En 1949, Tallchief bailó el más espectacular de todos: el papel principal en la reposición de Balanchine de El pájaro de fuego para el recién fundado New York City Ballet. Compuesto por Igor Stravinsky y con decorados diseñados por Marc Chagall, el ballet era dinámico y apasionado. Era el vehículo perfecto para Tallchief.

      "Todo el mundo tenía que ir a ver a esta criatura asombrosa y magnífica", recordaría más tarde el crítico de danza Jordan Levin. La crítica y el público elogiaron su actuación. "Maria Tallchief... hace honor al estilo de prima ballerina assoluta", escribió un crítico en The Guardian, refiriéndose al rango más alto para las mujeres en el mundo del ballet. Subió un telón tras otro mientras todo el público gritaba su nombre.

      La carrera que siguió fue estratosférica. Tallchief simbolizaba ahora una nueva era para el ballet estadounidense. Vibrante, grácil y poderosa, se convirtió en un nombre muy conocido. Al igual que muchos de sus papeles, desde el Hada de Azúcar en la reposición de Balanchine de El Cascanueces hasta la Reina de los Cisnes en su nueva versión de El Lago de los Cisnes. En la década de 1950, ganaba más que cualquier otra bailarina de su época.

      El bailarín y coreógrafo danés Erik Bruhn y la primera bailarina estadounidense Maria Tallchief actúan en el Theatre Royal del Covent Garden de Londres el 8 de diciembre de 1960.

      Fotografía de Evening Standard, Hulton Archive, Getty Images

      Una 'prima ballerina' estadounidense

      Tallchief representaba un enfoque claramente estadounidense del ballet, y el público quedó fascinado por su herencia indígena. Como mujer nativa que rompía estereotipos y gozaba de un escaso reconocimiento nacional, se convirtió en lo que la historiadora Rebekah Kowal denomina "protagonista involuntaria de un debate cultural sobre la autodeterminación de los nativos americanos".

      Muchas reseñas se fijaron en su ascendencia; en un artículo típico del Kansas City Star de 1954, un entrevistador que comentaba que "varía de rasgo indio", señalaba que había crecido en una casa, no en un tipi, y la llamaba repetidamente "princesa india", en referencia a un honor concedido en 1953 por la Nación Osage.

      Para entonces, Tallchief ya estaba acostumbrada a la atención y al interés del público por su identidad. "No parecía que le molestara", dice Paschen.

      "Por encima de todo, quería ser apreciada como una prima bailarina que resultaba ser india americana, nunca como alguien que era una bailarina india americana", escribió Tallchief. Con los años, sus raíces osage "adquirieron un significado más profundo", y sirvió de modelo a otras bailarinas que desafiaban las tradiciones de raza y estilo en el escenario.

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        Maria Tallchief interpreta el papel principal en la reposición de George Balanchine de El pájaro de fuego. Su dramático salto ha sido ahora conmemorado en el reverso de una moneda de 25 centavos estadounidense.

        Fotografía de Stanley Weisenfeld

        Legado

        Tras años en la cima del mundo de la danza, Tallchief se retiró en 1966. Para entonces, se había divorciado y vuelto a casar, y pasó a desempeñar funciones entre bastidores. En la década de 1970 cofundó el Chicago City Ballet con su hermana Marjorie, también bailarina profesional. Y se dedicó incansablemente a transmitir su pasión.

        "Estaba muy comprometida con la continuidad del legado del ballet", dice Paschen. "Transmitir ese conocimiento a la siguiente generación era importante para ella". En 1996, Tallchief recibió un Kennedy Center Honor y fue incluida en el National Women's Hall of Fame.

        Tallchief falleció en 2013. Pero su legado sigue resonando, y en 2023 recibió un honor que sólo comparten otras 19 mujeres al ser incluida en una serie especial de monedas de 25 centavos estadounidenses producidas por la Casa de la Moneda de Estados Unidos. La moneda de 25 centavos de Tallchief la representa en pleno salto dramático como El Pájaro de Fuego. También incluye el nombre que le dio su abuela: "Wa-Xthe-Thoṉba", o "Dos estandartes", que refleja su doble papel de bailarina de ballet y mujer Osage.

        Paschen dice que su madre estaría encantada con el honor, pero que probablemente también se lo habría tomado con calma. "No le preocupaba la fama", dice. "Lo que realmente le importaba era el arte en sí mismo. Era magnífica".

        Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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