Zero Waste o cómo producir un solo tarro de residuos al año

La creciente comunidad Zero Waste (o «cero residuos») está cortando radicalmente su producción de basura, mientras llevan vidas más plenas.

Por Stephen Leahy
Publicado 21 may 2018, 16:31 CEST
Tarro de Kathryn Kellogg
Este tarro contiene todos los residuos producidos en dos años por Kathryn Kellogg, de California, que no eran reciclables ni compostables.
Fotografía de Timothy Archibald, National Geographic
Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Aprende cómo puedes reducir el empleo de plásticos de un solo uso y comprométete.

Imagina 15 bolsas de basura llenas de desechos plásticos apiladas en cada metro de costa del mundo. Esa es la cantidad de residuos plásticos producidos en tierra que acabaron en los océanos del planeta en un solo año. El mundo genera al menos 3,5 millones de toneladas de plástico y otros residuos sólidos al día, 10 veces la cantidad de hace un siglo, según investigadores del Banco Mundial. Estados Unidos es el rey de la basura, con una producción de 250 millones de toneladas al año, unos 2 kilogramos de residuos por persona al día.

Pero cada vez más personas —normalmente jóvenes mujeres milenials— se están uniendo al movimiento Zero Waste. Su producción anual de basura puede ser lo suficientemente pequeña como para caber en un tarro de 235 mililitros. No se trata de aspirantes a hippies, sino de personas que adoptan un estilo de vida minimalista. Dicen que les ahorra tiempo y dinero, y enriquece sus vidas.

Kathryn Kellogg es una bloguera «cero residuos» que comparte su experiencia intentando utilizar la mínima cantidad posible de envases y plásticos de un solo uso. Vive en Vallejo, California, con su marido Justin Norton.
Fotografía de Randy Olson, National Geographic

Kathryn Kellogg es una de esas jóvenes milenials que ha reducido su cantidad de residuos —cualquier desecho que no se composte o recicle— de forma que el equivalente a dos años cabe en un tarro de 473 mililitros. Por su parte, el estadounidense medio produce 680 kilogramos de basura al año.

«También ahorramos unos 5.000 dólares al año comprando alimentos frescos en lugar de envasados, comprando al por mayor y elaborando nuestros propios productos como productos de limpieza y desodorantes», explica Kellogg, que vive con su marido en una casita de Vallejo, California.

Kellogg es una de entre varios blogueros de Zero Waste que comparten en Internet los detalles de sus esfuerzos, junto con consejos prácticos y mensajes de ánimo para otras personas que pretenden adoptar un estilo de vida de cero residuos. En tres años, ha acumulado 300.000 lectores mensuales en su blog, goingzerowaste.com, y en Instagram.

«Creo que mucha gente está dispuesta a reducir sus residuos», afirma Kellogg. Sin embargo, no quiere que la gente se obsesione con intentar meter toda su basura en un tarro. Kellogg aclara que Zero Waste tiene que ver con minimizar la basura e intentar tomar mejores decisiones en la vida. «Haz todo lo que puedas y compra menos».

Una comunidad próspera

Un susto con el cáncer de mama en la universidad hizo que Kellogg empezara a leer las etiquetas en productos de higiene personal y a encontrar maneras de limitar su exposición a productos químicos potencialmente tóxicos. Encontró alternativas y empezó a fabricar sus propios productos. Al igual que sus lectores, Kellogg aprendió de otros, como Lauren Singer, la neoyorquina al frente del popular blog Trash is for Tossers. Singer empezó a reducir su huella de residuos como estudiante de Ciencias Medioambientales en 2012 y ha convertido el movimiento de cero residuos en una carrera como ponente, asesora y minorista. Tiene dos tiendas dedicadas a facilitar a la gente una vida con cero residuos.

Estos polos revelan la realidad de la contaminación por plástico
Los polos suelen parecer deliciosos, pero estos no son comestibles. Con un lametazo quizá puedas saborear un contaminante plástico o basura rezumante. Los han hecho tres estudiantes de arte que pretenden inspirar a la gente a generar menos residuos mediante sus diseños. Los estudiantes –Hong Yi-chen, Guo Yi-hui y Zheng Yu– recogieron agua de cien lugares alrededor de Taiwán y la congelaron en forma de bloques. Los resultados no son para nada apetitosos, aunque sí son reveladores. Algo que suele ser dulce está lleno de plástico y otros contaminantes desagradables.

En Internet existe una comunidad de cero residuos muy activa que comparte ideas, problemas y apoyo para quienes encuentran dificultades ante familiares y amigos poco colaboradores que creen que es raro preocuparse por la basura. «Tienen miedo a que les rechacen por hacer las cosas de forma diferente», afirma Kellogg. «Pero no es un acto radical limpiar algo que se te cae en la cocina con un trapo en lugar de con papel de cocina».

Muchas de las soluciones para reducir residuos emplean prácticas que eran habituales antes de la era de los plásticos y los productos desechables. Por ejemplo, servilletas y pañuelos de tela, vinagre y agua para limpiar, recipientes de vidrio o acero inoxidable para las sobras, o bolsas de la compra de tela. Estas y otras soluciones similares de la vieja escuela no producen residuos y son más baratas a largo plazo.

Cuestionando lo normal

Kelloggs explica que pasar a una vida de cero residuos implica cuestionar lo que se asume como normal y pensar fuera de la caja. Como ejemplo, menciona que le encantan las tortillas para fajitas, pero odia prepararlas. Pero como parte de su intento de cero residuos, no quería comprarlas envasadas en el súper. Finalmente, dio con una solución: comprar tortillas recién hechas a un restaurante mexicano local. El restaurante no tuvo ningún inconveniente a la hora de poner las tortillas en el recipiente de Kellogg, ya que les ahorra dinero.

«Muchas soluciones como esa frente a los residuos son muy sencillas», afirma. «Y cualquier paso para reducir residuos es un paso en la dirección correcta».

Rachel Felous, de Cincinnati, dio más que unos pocos pasos en enero de 2017 y redujo sus residuos a una sola bolsa al año. Felous se mostró sorprendida y encantada ante el impacto que ha tenido en su vida.

Los residentes entregan materiales en el nuevo Zero Waste Center en Vancouver, Canadá, en marzo de 2018. El centro es un punto de recolección de basura de los hogares donde los residentes pueden dejar los residuos para su reciclaje o reutilización y así ayudar a reducir la cantidad que llega a los vertederos.
Fotografía de Liang Sen, Xinhua News Agency

«Adoptar una vida de cero residuos ha sido genial», afirma. «He descubierto una comunidad impresionante, he hecho nuevos amigos y han aparecido en mi camino nuevas oportunidades», afirma Felous.

Aunque es una amante de la naturaleza con conciencia medioambiental, Felous no había pensado la cantidad de basura que producía hasta que se mudó. Ahí empezó a darse cuenta de cuánto había acumulado; por ejemplo, una docena de botes de champú y acondicionadores por la mitad. Poco después de leer un artículo sobre el movimiento Zero Waste, se comprometió a asumir más responsabilidades por su propia huella. Felous también documenta sus problemas, desafíos y éxitos en Instagram en su intento por reducir los residuos.

Por peso, del 75 al 80 por ciento de todos los residuos domésticos son materia orgánica que puede ser convertida en compost. Como inquilina de un apartamento, Felous gestiona sus residuos orgánicos colocándolos en el congelador. Una vez al mes, lleva su paquete congelado a casa de sus padres, donde un agricultor local lo recoge para alimentar a los animales o para elaborar compost. Si los residuos orgánicos fueran a un vertedero, probablemente no se convertirían en compost, ya que allí el aire no puede circular lo suficiente.

Felous, que dirige su propia empresa de diseño web y fotografía desde casa, aconseja a los demás enfocar esta iniciativa con pequeños pasos y ser amables consigo mismos. Hacer un cambio de estilo de vida es un viaje, no ocurre de la noche a la mañana. Pero, según ella, el esfuerzo vale la pena. «No sé por qué no empecé antes».

Una familia normal

Shawn Williamson empezó hace diez años. Mientras sus vecinos de las afueras de Toronto arrastran tres o cuatro bolsas de basura a la acera en las frías noches invernales, Williamson se queda al calor de su hogar viendo el hockey en la tele. Williamson, su mujer y su hija solo han sacado seis bolsas de basura a la acera en esos diez años. «Llevamos una vida muy normal. Solo hemos eliminado los residuos», afirma.

Añade que, al contrario de lo que piensa la mayoría, reducir los residuos no lleva mucho trabajo. «Compramos al por mayor para reducir nuestros viajes a la tienda, lo que nos ahorra dinero y tiempo», explica Williamson.

Lo único inusual de su casita de 20 años es la cantidad de espacio de almacenaje que usan para guardar sus compras al por mayor de arroz, harina, legumbres, frutos secos, papel higiénico y otros productos, suficientes para no tener que ir a la compra durante un mes, según estima. «No está abarrotado. Todavía puedo aparcar el coche en el garaje».

Williamson, consultor financiero especializado en sostenibilidad, dice que su objetivo es sencillamente despilfarrar menos en todos los aspectos de su vida. «Es una mentalidad de buscar mejores formas de hacer las cosas. Una vez la descubres, mantenerla no exige mucho esfuerzo», afirma.

Ayuda que su comunidad tenga un buen programa de reciclaje para plásticos, papel y metales, y en su jardín caben dos pequeños compostadores —uno para el invierno, otro para el verano— que produce una gran cantidad de tierra para su jardín. Para todo lo demás, compra minuciosamente para evitar los residuos y señala que tirar cosas a la basura cuesta dinero: el envase aumenta el precio del producto y pagamos por la eliminación de los envases con nuestros impuestos, afirma.

Comprar productos locales facilita comprar alimentos y otros productos sin envase, como carne o jabón. Y cuando no hay otra opción, deja el envase en la caja. Las tiendas suelen reutilizarlo o reciclarlo, y dejarlo allí manda un mensaje: muchos clientes no quieren que sus aguacates estén envueltos en plástico.

Estos pimientos envasados en plásticos se venden en el norte de Londres. Pero 42 empresas, responsables del 80 por ciento de los envases plásticos vendidos en Gran Bretaña, han firmado un pacto con el objetivo de reducir la contaminación por plásticos a lo largo de los próximos siete años tomando una serie de medidas.
Fotografía de Daniel Leal-Olivas, AFP, Getty

Incluso después de diez años reduciendo residuos, a Williamson todavía se le ocurren nuevas ideas. Y con esto se refiere a los residuos en el sentido más amplio de la palabra: no comprar un segundo coche que esté aparcado el 95 por ciento del día o afeitarse en la ducha para ahorrar tiempo. Su consejo: analiza lo que podrías estar desperdiciando en tu vida. «Si lo eliminas, tendrás una vida más feliz y provechosa», afirma.

Cinco principios de cero residuos según los expertos*

1. Rechaza: niégate a comprar cosas con mucho envasado.

2. Reduce: no compres lo que no necesites.

3. Reutiliza: busca un nuevo uso a objetos desgastados, compra bienes de segunda mano o productos reutilizables, como cantimploras de acero.

4. Composta: hasta el 80 por ciento de los residuos por peso son orgánicos. Pero en los vertederos rara vez se convierten en compost.

5. Recicla: para reciclar hacen falta energía y recursos, pero es mejor que mandar la basura al vertedero o permitir que se quede tirada por las calles.

*Aparecen en orden de importancia

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