La oceanógrafa Sylvia Earle, Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2018

Tras 7000 horas de inmersiones y una trayectoria de más de 60 años defendiendo y explorando los océanos, la dama de las profundidades recibe este reconocimiento a su labor.

Por Redacción National Geographic
Publicado 14 jun 2018, 12:48 CEST
La exploradora residente de National Geographic Sylvia Earle ha acumulado más de 7000 horas bajo el mar.
Fotografía de Kip Evans, National Geographic Television

Ayer miércoles, el jurado del Premio comunicó que Sylvia Earle, oceanógrafa con una larga y destacada trayectoria, era la galardonada con el Princesa de Asturias de la Concordia.

Earle, oceanógrafa, buceadora, científica, empresaria y exploradora residente de National Geographic, ha pasado más de 7.000 horas bajo el agua, ganándose el mote de «la dama de las profundidades» o «majestad de las profundidades» (Her Deepness, en inglés).

Su carrera es todo un ejemplo. Sin dejarse intimidar por una sociedad que esperaba que las mujeres se hicieran enfermeras o azafatas, nunca médicos o pilotos, lideró el primer equipo de mujeres acuanautas que trabajó en un laboratorio submarino en 1970 como parte del proyecto Tektite. Situada a 15 metros de profundidad en la isla de Saint John, la estación científica se centraba en la investigación marina.

«Los formularios de solicitud para formar parte del equipo no se molestaban en aclarar que no se podían apuntar mujeres», comentaba Earle una entrevista en 2013. «Estaba claro que era solo para hombres. Sin embargo, el jefe del programa era más práctico y dijo: “bueno, si la mitad de los peces son hembras, podemos incluir a alguna mujer”».

En julio de 1970, Sylvia Earle se unió a otras científicas en una misión en un hábitat subacuático llamado Tektite II, en las islas Vírgenes. El equipo llevó a cabo experimentos ecológicos y fisiológicos.
Fotografía de Ap

En 1980, Earle descendió a 381 metros de profundidad, la que supuso la inmersión a más profundidad realizada sin cable cuando caminó sobre el lecho marino de Oahu en un traje presurizado. Además, tiene un récord de inmersión en solitario a 1000 metros. «Cuando piso el lecho oceánico, sé que estoy entrando un terreno similar en ciertos aspectos a un paisaje lunar», escribió en National Geographic. «Ambos tienen una apariencia encantadoramente similar y ambos han sido inaccesibles e inexplorables hasta hace relativamente poco».

En 1990 se convirtió en la primera mujer nombrada científica jefe de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA) de Estados Unidos y, en 1998, fue la primera persona nombrada «Héroe del Planeta» por la revista Time. En 2013 se le otorgó la medalla Hubbard de la National Geographic Society por su trabajo en la conservación y exploración del océano y actualmente es Rosemary and Roger Enrico Chair for Ocean Exploration de National Geographic.

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    Earle examina un alga frente al hábitat submarino. Earle, que estudió las plantas marinas para su doctorado, se ha valido de sus amplios conocimientos sobre el océano en varias disciplinas.
    Fotografía de Bates Littlehales, National Geographic Creative

    Es la fundadora de Mission Blue y SEAlliance, organizaciones dedicadas a la protección del océano frente a amenazas como el cambio climático, la contaminación, la destrucción de hábitat, las especies invasoras y la drástica reducción de los caladeros oceánicos; y de DOER (Deep Ocean Exploration and Research), empresa que diseña vehículos submarinos remotos (ROV).

    El interés de Earle por el océano surgió de su amor por los animales. Se crió en Nueva Jersey y recuerda que «siempre me interesaron los animales, ¡y la mayoría estaba en el océano!». Estudió oceanografía y biología en la Universidad del Estado de Florida y obtuvo su doctorado en Oceanografía en la Universidad de Duke. Para ella, la parte más emocionante de su trabajo es que nunca saber lo que se va a encontrar. «El 95 por ciento del océano está sin explorar» , cuenta.

    Ha buceado en los cinco océanos del mundo y desempeña un papel de líder a la hora de establecer áreas marinas protegidas (AMP) como «puntos de esperanza» por todo el mundo. El objetivo de las AMP es proteger y restaurar el corazón azul del planeta, según ella.

    A sus 83 años, su pasión sigue siendo proteger los océanos de la sobrepesca y el daño ambiental, como explicó a National Geographic en una entrevista sobre el documental Mission Blue, de Netflix. «Sin océano no hay vida; sin océano, no existimos», insiste. «En realidad, proteger el océano nos protege a nosotros. Todos somos criaturas marinas. Todos dependemos del océano. Si te gusta respirar, más vale que te guste el océano».

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