Este glaciar de Groenlandia está creciendo, pero esto no significa el fin del deshielo

Un pulso de agua fría en el frente glaciar ha permitido que parte del glaciar gane masa. Pero, en general, el deshielo de Groenlandia continúa a un ritmo acelerado.

Por Adam Popescu
Publicado 26 mar 2019, 12:37 CET
Glaciar Jakobshavn
Al borde del glaciar Jakobshavn, en el oeste de Groenlandia, se rompen y acumulan icebergs.
Fotografía de Jefferson Beck, NASA, Gsfc

Está derritiéndose y no se recuperará. Es algo que solemos escuchar acerca del cambio climático y el hielo. En el Ártico, los glaciares menguan, ¿no? Quizá no del modo que creemos.

El proyecto Oceans Melting Greenland (OMG) de la NASA ha revelado que el glaciar Jakobshavn de Groenlandia, el más grande de la isla, está aumentando, al menos en su término. En una investigación publicada el lunes en Nature Geoscience, un equipo de investigadores informó que, desde 2016, el hielo del Jakobshavn se ha engrosado ligeramente, gracias a las aguas relativamente frías en su base, que han hecho que el glaciar ralentice su derretimiento. Esto revierte la tendencia de 20 años de merma y retirada del glaciar. Pero, debido a todo lo que ocurre en el casquete glaciar y los pronósticos climáticos generales, no es necesariamente algo bueno para el nivel del mar.

Eso se debe a que, pese a que este glaciar en particular está creciendo, el casquete glaciar de Groenlandia todavía pierde una gran cantidad de hielo. Jakobshavn vacía solo el siete por ciento del total del casquete glaciar, por lo que, aunque creciera vigorosamente, la pérdida de masa del resto del casquete glaciar superaría esta ligera expansión.

Parece difícil de comprender, pero eso se debe a que, según los investigadores de la NASA, la realidad del cambio climático no es una línea recta.

«La idea era que, una vez que los glaciares empezaran a retirarse, nada los pararía», explica Josh Willis, oceanógrafo del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y científico principal de OMG. «Hemos descubierto que no es así».

Otros glaciares árticos podrían estar experimentando un crecimiento similar. Willis afirma que esto sugiere que los altibajos de los glaciares en un mundo en calentamiento podrían ser más complejos y difíciles de predecir.

Un factor importante es que no solo se calienta la atmósfera. «El agua también se está calentando», afirma Willis. «Los mares hacen una parte importante del trabajo a la hora de provocar el deshielo de Groenlandia».

«Todo esto es un indicador de la sensibilidad de los glaciares ante las temperaturas marinas», afirma el coautor del estudio, Ala Khazendar, glaciólogo del proyecto OMG.

¿Por qué crece Jakobshavn? Los científicos apuntan a una insólita entrada reciente de agua fría del Atlántico norte en el Ártico. Ha sido particularmente notable en la bahía de Disko, en la desembocadura del fiordo de Ilulissat, hogar del glaciar. A una profundidad de 250 metros, las temperaturas han descendido dos grados Celsius desde 2014. Ese agua más fría ha contribuido a que el glaciar ralentice su deshielo e incluso a crezca ligeramente.

Esta entrada de agua fría no es un hecho aislado: gracias al ciclo natural en el océano Atlántico, que oscila entre cálido y frío casi una vez cada 20 años, penetran aguas más frías en la costa occidental de Groenlandia. Pero esta fase cambiará de nuevo en algún momento y las aguas cálidas volverán.

Así que, aunque el deshielo general en el continente no se ha detenido —y el equilibrio general de hielo del casquete glaciar aún desciende conforme el mundo se calienta—, estos ciclos ponen de manifiesto que el cambio climático no genera necesariamente impactos en línea recta. También significa que las condiciones de los más de 200 glaciares de Groenlandia podrían ser algo más complejas de lo que se creía.

Interacciones complejas

Glaciares como Jakobshavn se extienden hasta el mar, lo que explica cómo la temperatura del agua puede afectar a su tamaño y movimiento y podría significar que la tendencia de deshielo general —que continúa— podría ocurrir a menos velocidad de la prevista.

Entre los años 2000 y 2010, Jakobshavn aportó la mayor descarga de hielo sólido de todo el casquete glaciar de Groenlandia, el equivalente a casi un milímetro de aumento del nivel del mar. Groenlandia alberga el 10 por ciento del agua dulce del mundo congelada. Si se derritiera por completo, el nivel del mar podría aumentar 7,6 metros.

Willis explica que los expertos creían que la forma del lecho marino era lo que controlaba en mayor medida la retirada de un glaciar, ya que el hielo puede quedar atrapado en dorsales submarinas y retrasar su movimiento. «También descubrimos que debíamos prestar atención a la actividad del océano», explica. Y, conforme el hielo se derrite en la superficie, el agua perfora el casquete glaciar y sale por el fondo del glaciar.

Esta mezcla de agua dulce y salada bajo el glaciar provoca el deshielo y aumenta los desprendimientos de hielo, la desafortunada consecuencia de los hallazgos. Así que, aunque el glaciar crece, el casquete glaciar aún pierde una masa enorme y contribuye al aumento del nivel del mar.

«Así se traduce el calentamiento marino», afirma Khazendar.

Por eso, pese a las graves implicaciones de la futura pérdida de hielo de Groenlandia, los investigadores advierten de que los hallazgos no quieren decir que hayamos encontrado un truco de magia para revertir el cambio climático. De hecho, se parece más a un péndulo. Jakobshavn experimentó periodos de retirada rápida en el siglo XX, seguidos por engrosamiento y una posterior retirada, según Khazendar, pero de media el aire y el mar están calentándose y eso significa que las retiradas siempre serán superiores a los aumentos, añade Willis.

«Se retirará más rápido que nunca»

«Más del 90 por ciento del calor que queda atrapado por gases de efecto invernadero calienta los mares», afirma. «Sabemos que, a largo plazo, este enfriamiento pasará. Cuando lo haga, el glaciar se retirará más rápido que nunca».

El proyecto OMG de la NASA, que comenzó en 2016 para rastrear los altibajos estacionales del hielo y predecir el aumento del nivel del mar global, tiene el objetivo de determinar si dicha hipótesis es precisa. Para determinar el grosor del hielo, el equipo sobrevuela el glaciar y emplea una herramienta de cartografiado topográfico aéreo que, mediante un radar, escanea y mide el casquete con una precisión de casi 90 centímetros. Gran parte de la investigación climática estudia el aire. El OMG, que también etiqueta narvales para medir la temperatura y la profundidad del océano, estudia el agua y los glaciares.

Este año, la misión Grace Follow On de la NASA, que rastrea el agua en movimiento del planeta, revelará cuánta masa ha perdido Groenlandia en los últimos dos años, algo que según Willis «podría ayudarnos a comprender si este efecto marino está más extendido y podría afectar al equilibrio de masa de forma positiva con menos pérdida de hielo en los próximos años. No sabremos cómo introducir los resultados del Jakobshavn en el contexto de Groenlandia hasta que obtengamos más datos».

«Creo que la historia, en esencia, es correcta», afirma David Holland, un profesor de la Universidad de Nueva York que no ha participado en la investigación, pero que ha estudiado la interacción entre hielo y mar en Jakobshavn durante 12 años. Cree que este tipo de interacción marina podría ser generalizada, del Ártico a la Antártida.

«En verano puede verse que el Jakobshavn avanza, no se ralentiza», prosigue Holland. «Creo que la pregunta es por qué el glaciar hace lo que hace, y yo tengo la opinión de que el océano es un aspecto dominante que lo controla».

Algunos de sus colegas no están tan seguros. «Debo decir que me sorprendió esta observación», admite Martin Truffer, de la Universidad de Alaska, que emplea georradares para medir el movimiento glacial.

Truffer cree que las temperaturas más cálidas del aire están implicadas en el crecimiento glacial. «Lo importante es que estos glaciares pueden reaccionar mucho más rápidamente a cambios de temperatura a corto plazo. Solíamos creer que estos casquetes glaciares reaccionaban lentamente, pero esto demuestra que pueden tener reacciones bastante rápidas al clima», afirma. «Está por ver si se está extendiendo o no».

Según Truffer, esta expansión depende también de la temperatura del agua, que según Willis será revelada cuando la misión GRACE publique sus hallazgos en los próximos meses.

Willis añade que es probable que la temperatura del aire sea importante, así como la cantidad de nieve. «Un aire más cálido provocará más deshielo y pérdida de hielo», afirma. «Un aire más frío provocaría menos pérdida de hielo. Pero sabemos que lo que observamos fue provocado por el océano, porque la desaceleración y el engrosamiento están concentrados donde el hielo se encuentra con el agua. El engrosamiento es cada vez menor conforme te mueves tierra adentro».

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La interacción de corrientes cálidas que erosionan glaciares de cara al mar ya afecta a la Antártida: el 10 por ciento de sus glaciares costeros están retirándose. Entre 1991 y 2016, los océanos se calentaron una media de un 60 por ciento más al año de lo que estimaba el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

Los cambios en el hielo tienen una miríada de consecuencias, como la minería de minerales, las rutas de navegación, la pesca y las reclamaciones estratégicas que surgen desde China hasta Rusia.

Una menor pérdida de hielo en glaciares como Jakobshavn podría implicar que viajen icebergs menos peligrosos hacia el Atlántico, una amenaza para las rutas de navegación. Pero también podría implicar que los desprendimientos submarinos generen más bancas de hielo flotantes. Cada año, 20.000 millones de toneladas de hielo llegan al mar desde Jakobshavn, más que cualquier otro lugar además de la Antártida, y sus icebergs son recogidos por la corriente de Labrador. Más de mil icebergs se desplazaron por debajo de los 48 grados Norte en 2017 y son enormes: el iceberg que provocó el hundimiento del Titanic en 1912 se originó allí.

Y, para que quede claro, el glaciar Jakobshavn «todavía contribuye al aumento del nivel del mar», afirma Khazendar. «Eso no ha parado».

Para añadir aún más complejidad, una reciente investigación ha demostrado que de 1979 a 2012, las precipitaciones aumentaron en Groenlandia y provocaron fenómenos de deshielo repentinos. También hay pruebas de que el aumento de las temperaturas desplaza la posición de la línea de nieve, que expuso más hielo a la atmósfera y contribuyó al deshielo.

Willis sostiene que estos hallazgos no son mutuamente exclusivos. Y aunque cuesta discutir los datos que demuestran el crecimiento del Jakobshavn, no está claro lo generalizado que es ni por qué. «Hay toda una lista de explicaciones posibles», afirma.

«Pero lo sorprendente es el océano; en realidad revirtió la retirada de este glaciar. No creíamos que el océano pudiera ser tan importante».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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