Millones de fragmentos de plástico no se recogen en las limpiezas de playas

Un nuevo estudio revela el sucio secreto de las limpiezas de playas: gran parte del plástico de las playas es diminuto y está enterrado.

Por Laura Parker
Publicado 17 may 2019, 15:05 CEST
Isla Direction
Los desechos plásticos se acumulan en la parte norte de la isla Direction, en Australia.
Fotografía de Silke Stuckenbrock, courtsey of Springer Nature
Artículo creado en colaboración con la National Geographic Society.

En la última década, las limpiezas de playas se han convertido en un fenómeno global, con voluntarios que se congregan de forma regular para llevar a cabo la difícil tarea de limpiar los restos de plástico. Ahora, una nueva investigación en un remoto archipiélago australiano sugiere que las limpiezas de playas pueden enmascarar involuntariamente la escala total de la contaminación por plástico, gran parte del cual yace bajo la superficie de la arena.

El estudio de islas aisladas también aporta una imagen perturbadora del posible aspecto que tendrían las playas en lugares poblados si nunca se limpiaran y el plástico se acumulase año tras año, descomponiéndose en fragmentos cada vez más pequeños: microplásticos.

La organización Ocean Conservancy empezó a llevar a cabo limpiezas de playas en una sola playa de Texas en 1986. Ahora dirige estas operaciones en más de cien países que, durante décadas, han recopilado 136 millones de kilogramos de basura.

Sin embargo, lo que no se puede limpiar son los microplásticos que se esconden bajo la arena. Nadie está seguro de la cantidad presente, con qué velocidad se acumula o qué efectos tiene.

«Tristemente, la situación en las Islas Cocos no es única», afirmó Jennifer Lavers, científica marina e investigadora en la Universidad de Tasmania en Australia, en un estudio publicado el 16 de mayo en Scientific Reports.

«Con 2.000 islas oceánicas en todo el mundo y miles de nuevos objetos de plástico que quedan varados en playas remotas cada día, las limpiezas no podrán seguir el ritmo. Ante la ausencia de cambios rápidos y significativos, la mitigación del plástico marino seguirá siendo un pillapilla perpetuo», escribe.

¿De quién es esa basura?

Más del 80 por ciento de las 8 millones de toneladas de desechos plásticos que acaban en los océanos del mundo cada año proceden de tierra firme. Pero las islas remotas, deshabitadas o con una población dispersa ofrecen a los científicos un ejemplo único de las consecuencias de los desechos globales y su movimiento por el mundo, porque pocos o ninguno se generan a nivel local.

Las Islas Cocos (o Islas Keeling), un archipiélago aislado de 27 pequeños atolones en el océano Índico a 2.000 kilómetros al noroeste de Australia, tienen menos de 600 habitantes. La mayoría de los habitantes viven en las dos islas más grandes. Casi toda la basura que acaba en las playas de las Islas Cocos es transportada por las corrientes oceánicas y se queda varada en la orilla.

Las islas se promocionan como «el último paraíso virgen de Australia». Levers y su equipo llegaron allí en 2017 para tomar muestras de la basura de 25 playas en siete islas. Recogieron madera, vidrio, metal y plástico de las superficies de las playas y las zonas de maleza justo tras las playas, donde también se acumula la basura. También recopilaron micropartículas enterradas a casi 10 centímetros bajo la superficie. El 95 por ciento de los materiales eran plásticos.

Basándose en el muestreo, Lavers estimó que el archipiélago contenía 414 fragmentos de desechos con un peso de 238 toneladas. Las micropartículas enterradas en la arena componían el 93 por ciento del recuento estimado.

Plásticos 101

«Lo que se puede ver en la superficie es solo la punta del iceberg», afirma Lavers. «Lo que hay en realidad está completamente oculto a la vista».

De los artículos más grandes, el 25 por ciento eran pajitas, bolsas de plástico, cepillos de dientes y zapatos. Solo el dos por ciento de la basura de las playas era aparejos de pesca, pruebas de que la mayor parte de la pesca en torno a las islas es a pequeña escala y no industrial, según Lavers.

Los efectos de los microplásticos

Según Kara Lavender Law, oceanógrafa e investigadora de la Sea Education Association en Woods Hole, Massachussets, el descubrimiento de que la mayoría de los plásticos de las playas de las Islas Cocos son microplásticos enterrados en la arena es un resultado lógico, ya que los plásticos se descomponen en trocitos cada vez más pequeños cuando están expuestos a la luz solar y al oleaje.

«Me alegra que la gente haga este tipo de trabajo de campo para analizar en detalle el tipo de desechos, incluidos los tamaños presentes en las playas», afirma. «No conocemos el alcance total de la contaminación de las playas».

Hace casi una década, un equipo de científicos en Hawái determinó que los microplásticos enterrados en la arena facilitaban el flujo del agua entre los sedimentos, lo que a su vez afectaba a la velocidad de secado de la arena. La acumulación de microplásticos hacía las veces de aislante e impedía que el calor llegara a las capas más profundas de la playa, afectando a la temperatura de la arena. A su vez, esto afectaba al sexo de las crías de tortuga, que viene determinado por la temperatura de los huevos durante la incubación.

«Las temperaturas más frías implican tiempos de incubación más largos y pueden cambiar la proporción sexual de las tortugas al hacer que nazcan más machos», afirma Steven Colbert, científico marino de la Universidad de Hawái y uno de los autores del estudio de 2011.

Lavers afirma que la investigación en las Cocos —junto a su estudio de 2017 de los restos plásticos en la aislada isla Henderson, en las islas Pitcairn del Pacífico Sur, donde encontró la mayor densidad de contaminación por plástico del mundo— aporta una nueva plataforma para avanzar este tipo de investigación en playas.

«Esta es la pregunta del millón de dólares: ¿cómo afecta el plástico a la funcionalidad de los sedimentos de las playas? No podemos pensar que, aunque sigamos añadiéndolos, [las playas] no cambiarán», afirma. «En algún momento, cambiará la temperatura de la playa, la composición química de la playa, la absorción y evaporación del agua en la playa. Todas estas cosas se verán alteradas y todos los animales que viven en la playa se verán afectados».

Lavers, la última científica que visitó Henderson, tiene pensado volver a la isla deshabitada durante 16 días para recopilar datos de temperatura, humedad y contenido de agua. Partirá el 1 de junio.

George Leonard, científico jefe de Ocean Conservancy, declaró que cuestiona la idea de que las playas de California se pudieran parecer a las playas de las Islas Cocos si se detuvieran las limpiezas de playas en California.

«No puede darse ese salto», afirma. «Son hábitats diferentes. La oceanografía es diferente. Pero el hecho de que el plástico llegue a lugares vírgenes y deje una huella tan espantosa de nuestra obsesión con los plásticos resulta terrorífico. Es un llamamiento a un esfuerzo global».

Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos.  Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es

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