Los pesticidas podrían aumentar las poblaciones de mosquitos

Estos insectos chupasangres desarrollan resistencia, pero sus depredadores no, según un nuevo estudio en Costa Rica.

Por Jake Buehler
Publicado 3 jun 2019, 15:21 CEST
Un mosquito tigre asiático
Un mosquito tigre asiático se alimenta en el brazo de un hombre.
Fotografía de Brian Gordan Green, Nat Geo Image Collection

Según una nueva investigación, en al menos una zona los insecticidas no consiguen controlar a los mosquitos, sino que en realidad permiten que estas plagas chupasangres sobrevivan al matar a sus depredadores.

El estudio, publicado este mes en la revista Oecologia, revela un giro inesperado en los impactos de los insecticidas en los ecosistemas. Los mosquitos en la zona de estudio en Costa Rica han desarrollado resistencia a sustancias químicas habituales que deberían matarlos a ellos y a otras plagas. Por su parte, los depredadores de los mosquitos no han seguido el ritmo de dicha evolución y esto ha permitido un aumento de la población de mosquitos.

Edd Hammill, ecólogo de la Universidad del Estado de Utah y autor principal del estudio, tuvo el presentimiento de que los insecticidas no podrían estar surtiendo el efecto previsto cuando investigaba plantaciones de naranjos en el norte de Costa Rica.

«Nos pareció que nos estaban picando muchos más mosquitos en las plantaciones que en zonas prístinas y empezamos a preguntarnos por qué», cuenta Hammill.

Por eso él y su equipo estudiaron la procedencia de los mosquitos: bromeliáceas, un grupo de plantas que se encuentra en partes cálidas de las Américas y que normalmente crecen en las ramas de los árboles. Los espacios llenos de agua entre las hojas íntimamente superpuestas albergan a una comunidad entera de larvas de insectos, entre ellas mosquitos de la especie Wyeomyia abebela.

El equipo estudió bromeliáceas en plantaciones —algunas tratadas con insecticidas durante más de 20 años— y en bosques no tratados. Los agricultores costarricenses utilizaron dimetoato para tratar sus naranjos contra los áfidos, pero este mata a muchas más especies de insectos. En Estados Unidos, se emplea mucho en cítricos, maíz y otros cultivos.

El equipo de Hammill descubrió que, a pesar de todo el insecticida, las plantaciones de naranjos albergaban el doble de mosquitos que los bosques prístinos. Pero las larvas de caballito del diablo —uno de los principales depredadores de las larvas de mosquito— estaban claramente ausentes en las plantaciones.

Cuando los investigadores llevaron a los insectos al laboratorio y los expusieron a diversos niveles de dimetoato, descubrieron que los mosquitos de las plantaciones toleraban concentraciones diez veces superiores que los mosquitos de los bosques. Pero los caballitos del diablo de la plantación no habían desarrollado dicha resistencia.

Por lo tanto, los mosquitos resistentes parecían haber encontrado un punto débil: un hábitat de cría para sus larvas privado de los caballitos del diablo depredadores. En entornos como este, prosperan.

Una tendencia mundial

Para Don Yee, ecólogo de insectos de la Universidad del Sur de Misisipi que no participó en el estudio, los hallazgos encajan en una historia a mayor escala: las dificultades actuales para gestionar las poblaciones de mosquitos. La resistencia a los principales grupos de insecticidas ya está extendida por todo el mundo. Resulta particularmente preocupante en el caso de las especies de mosquitos que propagan enfermedades peligrosas.

Según Yee, la evolución de la resistencia es solo una consecuencia adversa del uso de insecticidas. Otra es un fenómeno denominado «liberación competitiva», en el que unos cuantos supervivientes del tratamiento con insecticidas pueden recuperar la población en una sola generación.

«Como se produce un descenso de la densidad de larvas [de mosquito], esto ha permitido que esas larvas [restantes] crezcan más, porque ahora cada animal dispone de más recursos», explica Yee. Las larvas más grandes acaban produciendo más huevos en la siguiente generación.

El nuevo fenómeno identificado por Hammill, en el que los mosquitos resistentes huyen de las garras de los depredadores no resistentes, podría sumarse a las dificultades de combatir las enfermedades transmitidas por mosquitos. Hammill afirma que no está claro si los mosquitos Wyeomyia pueden ser portadores de virus como el dengue, un patógeno potencialmente mortal cuya prevalencia se ha disparado recientemente en Latinoamérica.

Pero Yee indica que otros mosquitos médicamente relevantes tienen depredadores similares a los caballitos del diablo. Aún está por ver si los pesticidas dan a dichos mosquitos un empujón paradójico.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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