El secreto del sigilo de los mosquitos, desvelado a cámara lenta

Un equipo de investigadores ha descubierto por qué los mosquitos son mucho más sigilosos que otros insectos.

Por Elaina Zachos
Publicado 9 nov 2017, 4:31 CET
El secreto del sigilo de los mosquitos, desvelado a cámara lenta

Sin importar dónde vivas, probablemente hayas tenido que vértelas con el animal más mortífero del planeta: el mosquito.

Estas agujas del cielo, capaces de alejarse zumbando antes de que los aplastes de un manotazo, parecen estar siempre fuera de nuestro alcance. Sin embargo, una nueva investigación está descubriendo cómo estos molestos ladronzuelos se escapan con su botín carmesí y cómo podríamos combatirlos mejor.

Algunos mosquitos son del tamaño de clips y pesan apenas unos miligramos. Son difíciles de detectar hasta cuando sus barrigas están llenas de comida. Pero otros insectos, como las moscas de la fruta, también parecen delicados. Así que, ¿por qué son estas más fáciles de sentir?

Los científicos de la Universidad de California, Berkeley, en la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos, se han asociado para investigar la conducta de estos molestos vectores empleando imágenes a cámara superlenta.

Observando cientos de especímenes de mosquitos Anopheles coluzzii con una cámara de alta velocidad, los científicos descubrieron que los mosquitos comienzan a batir sus alas a una velocidad de 600 aleteos por segundo, en preparación para el despegue. A continuación, se impulsan suavemente hacia el aire con sus delgadas patas, levitando hacia un lugar seguro.

Para cuando notas que ya te han picado, es demasiado tarde.

«Se impulsan tan suavemente que no se pueden detectar», afirma el autor principal del estudio, Florian Mujires. Por el contrario, el equipo descubrió que las moscas de la fruta saltaban y batían sus alas frenéticamente mediante una técnica torpe que revela su ubicación.

«En lugar de ir rápido, [los mosquitos] se toman su tiempo, pero aceleran todo el tiempo para poder alcanzar una velocidad final muy similar a la de las moscas de la fruta», contó la coautora Sofia W. Chang a Berkeley News. «Es algo que puede ser único de los mosquitos y quizá incluso único de los que se alimentan de sangre».

Los resultados del estudio podrían ser útiles en el futuro para controlar las enfermedades transmitidas por mosquitos, según Ryan Carney, explorador emergente y profesor adjunto de biología en la Universidad de Florida del Sur. Los mosquitos A. coluzzii empleados en este experimento estaban libres de enfermedades y eran estériles, pero en estado salvaje pueden ser portadores de la malaria.

A partir de aquí, valdría la pena investigar la dinámica del vuelo de los mosquitos Aedes aegypti y Culex, que pueden ser portadores del zika y del virus del Nilo occidental respectivamente, según Carey.

Y encontrar formas de combatir a los mosquitos es más apremiante a raíz de la intensa temporada de huracanes de este año.

Por ejemplo, cuando el huracán María arrasó Puerto Rico, los fuertes vientos e inundaciones barrieron en un primer momento a toda la población de mosquitos de la zona. Sin embargo, la tormenta dejó atrás charcos de agua estancada que convirtieron a esta zona en un paraíso para mosquitos, y miles de residentes todavía viven sin techos, ventanas o aire acondicionado.

Si los científicos pudieran entender mejor cómo vuelan los mosquitos, podrían diseñar trampas más eficientes que pudieran proteger a grandes poblaciones.

«Cuanto más sepamos, más podremos hacer con esa información», afirma Carney.

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