¿Cómo saben los árboles cuándo perder sus hojas y volver a brotar?

Ante los mismos estímulos climatológicos, los árboles caducifolios que crecen en el Mediterráneo reaccionan de forma muy distinta a aquellos que lo hacen en Noruega. Un nuevo estudio explica de qué dependen estas variaciones.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 27 nov 2019, 17:57 CET
Parque nacional Olympic, Washington
Observa los sutiles cambios de color en el sotobosque frondoso del sendero de Hall of Mosses en el parque nacional Olympic. Es normal que los visitantes tengan este bosque para ellos solos en otoño, es decir, si no contamos a los wapitíes de Roosevelt.
Fotografía de Michael Melford, Nat Geo Image Collection

Con la llegada del otoño, el suelo de ciudades y montes se tiñe de la preciosa estampa que forman las alfombras de miles de hojas que se desprenden de las copas de los árboles. Sin embargo, ¿ocurre siempre este fenómeno en el mismo momento?

Una misma especie de árbol es capaz de perder y volver a hacer brotar sus hojas en momentos muy diferentes en función del momento y el lugar en el que se encuentre. ¿De qué dependen estas variaciones? ¿Cómo saben los árboles cuándo volver a brotar?

El despliegue de las hojas en los árboles de los bosques templados está determinado  por la temperatura de primavera, pero aún se sabe poco sobre la variación espacial en esa dependencia de la temperatura. Hoy, un estudio publicado en Nature Communications ha demostrado que la adaptación de los árboles caducifolios a su clima local es algo clave para determinar este momento en cada lugar.

Más allá de los ciclos fenológicos de los árboles

“Factores climáticos como la luz que reciben, la temperatura y la aridez juegan un papel importante en el momento del inicio de estación”, afirma en un comunicado el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF). “En otras palabras, el clima de cada zona hace que el haya brote en un momento o en otro, como si fuera un director de orquesta independiente en cada lugar”.

En Noruega, por ejemplo, un abedul saca las hojas en cuanto llega el buen tiempo, a sabiendas de que el margen de esta temperatura durante el verano es muy corta; debe ir al grano. En el Mediterráneo, sin embargo, los abedules demoran más la salida de sus hojas aunque el tiempo sea el mismo, porque el margen de buen tiempo es mucho mayor y así evitan que las heladas tardías del inicio de la primavera puedan matar los brotes.

"Con este estudio hemos comprobado que si en lugar de mirar los cambios en los años miramos los cambios en el espacio, observamos que el clima es uno de los promotores principales de la variación espacial de la fenología", comenta Adrià Descals, investigador pre-doctoral del CREAF. "Una misma especie brota en momentos diferentes en un lugar o en otro, en parte porque se ha adaptado a las características climáticas del lugar donde vive".

Hasta este estudio, se sabía que los árboles tenían que recibir unas horas de calor determinadas, y que si esto variaba según el año, el momento de brotar también. Esta hipótesis también era utilizada para explicar las variaciones en el espacio. Con este hallazgo se ha demostrado que el calor acumulado no es razón suficiente para explicar las variaciones según el territorio.

Este estudio, liderado por los investigadores del CREAF Marco Peaucelle, Adrià Descals, Roberto Molowny y Josep Peñuelas, se ha basado en una base de datos mundial de ocho especies de árboles que ha arrojado luz sobre los cambios que han tenido lugar en los ritmos de la naturaleza desde el 1970  hasta la actualidad.

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