Los huracanes duran más tiempo y mantienen su fuerza tras tocar tierra

Un nuevo estudio realiza el primer análisis de cómo el cambio climático podría aumentar la fuerza destructora de los huracanes incluso después de tocar tierra.

Por Sarah Gibbens
Publicado 12 nov 2020, 12:26 CET
Imagen del huracán Michael

Se estima que el huracán Michael en 2018 (en la imagen como tormenta de categoría 4) provocó daños por valor de 25 100 millones de dólares. Un nuevo estudio ha desvelado que los huracanes duran cada vez más que antes sobre tierra, un efecto del cambio climático que podría causar más daños en las comunidades del interior.

Fotografía de Noaa

Un nuevo estudio sugiere que los huracanes podrían durar cada vez más tiempo tras tocar tierra y extender su destrucción hacia el interior, un efecto del cambio climático que no se había descrito.

El estudio, publicado en la revista Nature, analizó los huracanes que han afectado a Norteamérica entre 1967 y 2018. Revela que, en los años sesenta, los huracanes perdían un 75 por ciento de su fuerza durante el primer día tras tocar tierra. Hoy en día, la fuerza de un huracán que toca tierra suele decaer un 50 por ciento durante el primer día, según el estudio.

La de 2020 ha sido una temporada de huracanes sin precedentes, con 29 tormentas con nombre hasta la fecha y semanas hasta su fin oficial, el 30 de noviembre. La costa del Golfo ha sufrido daños por valor de miles de millones de dólares y el huracán Eta, que actualmente es una tormenta de categoría 1, se dirige hacia la costa oeste de Florida tras su paso por los Cayos. Mientras las comunidades costeras aprenden a afrontar tormentas más intensas, esta nueva investigación sugiere que aquellas más alejadas del lugar donde tocan tierra podrían verse más afectadas en el futuro.

Los autores del estudio dicen que el aumento de las temperaturas marinas es la fuerza impulsora responsable de la mayor duración. Añaden que, si el calentamiento climático antropogénico continúa, la potencia destructiva de los huracanes —algunos con vientos de más de 160 kilómetros por hora y lluvias torrenciales— podrían extenderse hacia el interior y repercutir en comunidades poco preparadas para gestionar tormentas tan perjudiciales.

¿Cómo lo saben?

Según los autores del estudio, el descubrimiento del vínculo entre los huracanes longevos en tierra y el calentamiento del océano fue accidental.

Las olas del huracán Leslie azotan la costa cerca de Lisboa, Portugal, el 13 de octubre de 2018.

Fotografía de Patrícia de Melo Moreira, AFP, Getty Images

«Estudiábamos la evolución de los huracanes que tocan tierra mediante simulaciones y empezamos a encontrar características que no podían explicarse con los modelos predominantes», cuenta Pinaki Chakraborty, director de mecánica de fluidos del Instituto Okinawa de Ciencia y Tecnología de Japón.

Chakraborty dice que los modelos no explicaban un factor: el aumento de la humedad almacenada por los huracanes.

El aire caliente retiene más humedad que el aire frío y varios estudios anteriores han probado que existe un vínculo evidente entre el cambio climático y los huracanes que descargan más lluvia. Si un huracán fuera un motor, el agua cálida del océano sería el combustible. Cuando el agua marina está bastante caliente, como ocurre en el Caribe y el golfo de México, puede sobrecargar los huracanes.

A medida que un huracán se desplaza tierra adentro, de repente no cuenta con su combustible y empieza a desintegrarse y debilitarse. En cambio, si el agua marina es como el combustible, los autores del estudio creen que la mayor humedad que puede transportar un huracán a medida que la atmósfera se calienta podría actuar como una batería de repuesto.

Para probar la tasa de desintegración más lenta observada en los registros históricos, Chakraborty y su coautor ejecutaron cuatro modelos que simulaban un huracán que se desplazaba sobre tierra. En cada uno, ajustaron la temperatura del agua marina bajo las tormentas. Los investigadores descubrieron que, cuanto mayor era la temperatura en la superficie marina, más humedad transportaba una tormenta sobre tierra y más tardaba en desintegrarse.

James Kossin, climatólogo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) que no participó en el estudio, dice que «exponen argumentos convincentes a favor de que esto está relacionado con el aumento de las temperaturas del océano y, a su vez, puede vincularse al cambio climático».

¿Habrá que adaptarse?

El nuevo estudio no cita un huracán específico de los últimos 50 años como ejemplo de esta mayor duración. En general, los científicos están de acuerdo en que ni una tormenta ni una temporada de huracanes entera pueden vincularse directamente al cambio climático provocado por los humanos.

«Si sus conclusiones son acertadas, y parecen serlo, entonces al menos en la (región) atlántica podría afirmarse que las primas de seguro tendrán que subir y habrá que mejorar las normas de edificación en el interior para compensar la mayor fuerza destructiva del viento y el agua», explica Brian McNoldy, meteorólogo de la Universidad de Miami.

Además de las estructuras físicas, las evidencias de que los huracanes descargan más lluvia en comunidades del interior podrían influir en las órdenes de evacuación antes de una tormenta.

«Se trata de una cuestión práctica importante, ya que podría afectar a las decisiones de evacuar a la gente», escribe en un email Kerry Emanuel, climatólogo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés).

A la espera de confirmación

Los científicos señalan que habrá que seguir investigando para confirmar la existencia de este nuevo fenómeno y comprender mejor sus repercusiones.

«Estoy convencido de que este es un problema importante, pero no creo que los resultados sean definitivos; es necesario investigar más para confirmar o refutar los hallazgos», cuenta Emanuel, que sugiere que hay varias formas de analizar los datos.

«Probablemente me inclinaría por que sí que ocurre, posiblemente. Creo que la combinación de los datos y los experimentos de modelización sencillos son muy convincentes», afirma Dan Chavas, científico atmosférico de la Universidad de Purdue y uno de los revisores del estudio. «Creo que el efecto es muy real, pero la cuestión es cómo de potente es el efecto».

Chakraborty dice que habrá que seguir investigando para cuantificar cuánto podría afectar un cambio de temperatura a un huracán y el proceso físico exacto de cómo el aumento de la humedad almacenada ayuda a un huracán a permanecer intacto. Chavas señala que, aunque en general Norteamérica cuenta con los mejores datos históricos de huracanes, aún hay que aplicar esta teoría a otras cuencas de ciclones tropicales. El trabajo preliminar de Chakraborty sugiere que esta teoría también podría aplicarse al Pacífico.

Por ahora, Chavas dice que la investigación en el Atlántico es un primer análisis de un efecto poco entendido del cambio climático: «Cuando me enviaron este trabajo, pensé: “Anda, ¿cómo no se nos había ocurrido antes?”».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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