¿Cómo se forma un huracán de categoría 5?

Se necesitan una serie de condiciones especiales para crear estas inusuales y monstruosas tormentas.

Por Willie Drye
Publicado 9 nov 2017, 4:27 CET

El huracán Irma se ha convertido en una de esas tormentas poco comunes que alcanzan la categoría 5 tras transformarse en un monstruo en alta mar con el poder de destrozar ciudades enteras.

Las tormentas de categoría 5 son inusuales y sorprendentemente frágiles, y para su formación y mantenimiento se requieren una serie de condiciones. La mayoría se debilitan antes de llegar a tierra, pero cuando llegan, se convierten en fenómenos históricos.

Para alcanzar el quinto nivel en la escala de Saffir-Simpson, los vientos máximos del huracán deben tener una velocidad superior a 250 kilómetros por hora. Irma ha alcanzado los 280 kilómetros por hora, la velocidad suficiente para provocar daños catastróficos.

Todo salvo el motor de este tren salió volando de las vías del ferrocarril de la costa este de Florida debido a un huracán de categoría 5 que afectó a los cayos de Florida en 1935. El tren se dirigía a recoger a veteranos de la Primera Guerra Mundial que habían sido enviado a los cayos para trabajar en un proyecto de construcción que formaba parte del New Deal.
Fotografía de Bettmann, Getty Images

Incluso un descenso o ascenso mínimos en las categorías de intensidad pueden marcar una diferencia importante en la destrucción que provoca cuando toca tierra. La diferencia entre el nivel superior y el inferior de la escala es mucho mayor de lo que insinúan los números de cada categoría. Un huracán de categoría 5 puede provocar 500 veces más daños que, por ejemplo, un huracán de categoría 1, con vientos de 150 kilómetros por hora.

«Cada kilómetro por hora que aumenta la velocidad del viento es importante», explica el meteorólogo Phil Klotzbach de la Universidad Estatal de Colorado.

Sin embargo, pese a tener esta energía tan salvaje, un huracán de categoría 5 depende enormemente del entorno que lo rodea para mantener su poder.

Los huracanes extraen su energía del agua de mar que se ha calentado hasta al menos 26 grados Celsius. Para formar un monstruo de categoría 5, una tormenta no solo debe alimentarse de aguas cálidas, sino que no puede encontrarse con demasiado viento de nivel superior, lo que se conoce como cizalladura, ya que podría interrumpir el desarrollo de la rotación del huracán en sentido contrario a las agujas del reloj.

Desafortunadamente para quienes viven en la trayectoria de Irma, las condiciones en la actualidad son bastante favorables para el desarrollo continuo de la tormenta. La página web Weather Underground ha informado de que el agua del océano justo por delante del huracán registra temperaturas cálidas de entre 28 y 30 grados Celsius. Además, se espera que la cizalladura sea baja durante los próximos días.

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    Tras el paso del huracán Andrew, las casas se quedaron reducidas a montones de escombros.
    Fotografía de Steve Starr, Corbis, Getty Images

    Sin embargo, la intensidad de Irma todavía podría fluctuar gracias a los complejos mecanismos de los huracanes más intensos. Las tormentas más fuertes suelen sufrir un fenómeno conocido como ciclo de reemplazo de la pared del ojo. La pared del ojo, que contiene los vientos más fuertes del huracán, rodea el centro calmado de la tormenta. A medida que una tormenta fuerte viaja a través de mar abierto, una segunda pared del ojo puede rodear la pared del ojo existente, provocando que la primera se desintegre y debilitando los vientos más intensos del huracán.

    Por otra parte, un huracán puede reintensificarse tras completar el ciclo de reemplazo de la pared del ojo si las aguas todavía están calientes y la cizalladura es baja.

    Una tormenta poderosa también puede perder fuerza si pasa sobre una isla grande. Si el huracán Irma atraviesa La Española o Cuba, podría debilitarse enormemente.

    John Burk (más adelante) y Carl Wilson (arriba hacia el fondo) estudian los daños a su casa de Long Beach el martes 19 de agosto de 1969. Los vientos del huracán Camille levantaron por los aires a Burk y lo depositaron en un árbol la noche del domingo y tuvo que enfrentarse a la tormenta desde allí. Wilson acabó bajo la casa cuando esta se derrumbó. Ninguno resultó herido. Sin embargo, otras personas que se encontraban en la casa fallecieron.
    Fotografía de Jack Thornell, Associated Press

    Solo tres huracanes han tocado tierra con categoría 5 en la historia de Estados Unidos. Un total de 32 han alcanzado la categoría 5 temporalmente en la cuenca atlántica desde 1924.

    • El huracán del labor Day de 1935 llegó a tierra en Long Key, en Florida, el 2 de septiembre de 1935, con vientos superiores a los 320 kilómetros por hora. Unos 250 veteranos de la Primera Guerra Mundial que trabajaban en la construcción de una carretera para la Works Projects Administration del New Deal fallecieron, ya que el gobierno fue incapaz de sacarles de la zona antes de la tormenta.

     

    • El huracán Camille tocó tierra el 18 de agosto de 1969 cerca de la ciudad de Bay Saint Louis, en Mississippi, con vientos de hasta 280 kilómetros por hora. La tormenta solo dejó una losa de hormigón donde antes se levantaba un edificio de apartamentos de tres pisos cerca de la ciudad de Pass Christian.

     

    • El huracán Andrew impactó contra una base de la fuerza aérea estadounidense y un estadio de béisbol nuevo con vientos de 280 kilómetros por hora cuando llegó a tierra justo al sur de Miami el 24 de agosto de 1992.

     

    El huracán Harvey: una tormenta potencialmente mortal

    Cuando el huracán de categoría 5 de 1935 impactó contra los cayos de Florida, islas de coral bajas frente a la punta de Florida, pocas personas vivían allí. Pero en la actualidad, el huracán Irma representa una grave amenaza para los cayos. Solo existe una carretera para entrar y salir de la isla, donde viven 75.000 personas, además de miles de turistas. Una evacuación completa llevaría tres días, lo que significa que los directores de gestión de emergencias deben ordenar una evacuación tres días antes de la fecha en la que se espera que un huracán toque tierra.

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