Vivir junto a la vía del tren es perjudicial de más formas de las que crees

Desde estrés crónico hasta un mayor riesgo de cáncer, la comunidad científica afirma que la exposición constante a los trenes pasa factura al cuerpo humano.

Por Jason Bittel
Publicado 23 feb 2023, 14:14 CET
Un tren de pasajeros recorre la ciudad de Thiruvananthapuram, India, en 2019.

Un tren de pasajeros recorre la ciudad de Thiruvananthapuram, India, en 2019.

Fotografía de Creative Touch Imaging Ltd., NurPhoto, Getty Images

El 9 de febrero, un tren de Norkfolk Southern descarriló cerca de East Palestine, Ohio (Estados Unidos), derramando en el suelo 11 vagones de materiales peligrosos. Aunque nadie resultó herido en el accidente, las autoridades evacuaron el pueblo para que los bomberos pudieran realizar una explosión controlada de algunos de los contenedores que transportaban un producto químico tóxico llamado cloruro de vinilo, que se utiliza para fabricar PVC.

Esto provocó una apocalíptica columna de humo negro que se elevó sobre la zona, y ha suscitado preocupación por la contaminación del aire y el agua entre los residentes locales, algunos de los cuales se han quejado de dolores de cabeza y náuseas después de que se les permitiera regresar a sus hogares.

Los accidentes de tren en Estados Unidos son, por desgracia, frecuentes: en los dos primeros meses de 2023, el Gobierno ya ha registrado más de una docena de descarrilamientos. Cada año, más de mil trenes se salen de la vía. En España, el Ministerio de Transportes informó que en en 2021 se produjeron 96 accidentes con 11 víctimas mortales, de los cuales 65 fueron calificados como significativos o graves incluidos 9 descarrilamientos. Entre 2011 y 2021 el número de accidentes significativos o graves en España se ha mantenido estable entre 60 y 76 al año.

Y aunque los accidentes con nubes de humo son noticia, los estudios sugieren que los trenes acarrean costes sanitarios incluso cuando no descarrilan.

Según Natalia Caldeira Loss Vincens, experta en salud pública de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), la contaminación acústica y las vibraciones son algunos de los principales problemas, sobre todo para quienes viven a menos de 500 metros de vías férreas o estaciones ferroviarias.

"La idea es que estas exposiciones al ruido y a otras cosas son estresantes", dice Vincens. El aumento de los niveles de cortisol, un tipo de hormona del estrés, puede provocar diversos problemas de salud.

Por ejemplo, en un estudio publicado en 2022 en la revista Environmental Research, Vincens descubrió una relación entre el ruido ferroviario y la incidencia de diabetes, incluso teniendo en cuenta variables como factores sociodemográficos y de estilo de vida.

El estrés crónico puede provocar "una cascada de cambios fisiopatológicos", afirma Vincens, como alteraciones de la sensibilidad a la insulina, inflamación y cambios en el apetito.

El ruido y la furia

Aunque los vagones pueden ser extremadamente ruidosos, "si los sonidos son bastante estables, al final no lo percibimos en absoluto", afirma Luca Fredianelli, técnico acústico del Consejo Nacional de Investigación italiano.

Son los ruidos menos intensos pero más imprevisibles, como los chirridos, los silbidos y el rechinar de frenos, los que realmente molestan a la gente, ya que es difícil aclimatarse a ellos, afirma. Estos "ruidos no convencionales", como él los llama, son también mucho más difíciles de cuantificar y relacionar directamente con los efectos sobre la salud, admite.

Pero es probable que esos ruidos de bajo nivel contribuyan a dificultar la salud mental, la cognición y el sueño. Por ejemplo, en estudios de laboratorio sobre el sueño, las personas expuestas a vibraciones como las que emana el tráfico ferroviario presentan ciclos de sueño fragmentados, revelados por cambios en la frecuencia cardíaca, afirma Vincens.

"Lo que pensamos es que si sigues teniendo estos efectos una y otra vez, si vives cerca de este ferrocarril, entonces podría conducir a cambios crónicos en cómo funciona tu fisiología", dice Vincens; "pero no dejan de ser teorías". También es difícil demostrar la causalidad, por ejemplo, de que el ruido ferroviario provoque diabetes. Pero los científicos están reuniendo cada vez más datos que apuntan a los múltiples riesgos para la salud de la exposición al ruido.

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¿Contaminan el aire los trenes?

Los trenes suelen considerarse una alternativa ecológica a los medios de transporte que consumen muchos combustibles fósiles, como los coches y los aviones, pero muchos de ellos siguen quemando gasóleo. Y esas emisiones pueden acumularse, sobre todo en espacios cerrados.

Un estudio realizado en la estación londinense de Paddington, en el Reino Unido, descubrió que sus trenes contribuían a unas emisiones de dióxido de nitrógeno que superaban los límites establecidos por la Unión Europea para la calidad del aire exterior. Y esos niveles seguían siendo altos en la calle, donde las mediciones de partículas, dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno eran elevadas.

Los patios de maniobras (lugares de almacenamiento y reparación de vehículos ferroviarios) añaden otro nivel de riesgo para la comunidad, debido a la concentración de vehículos diésel, como camiones, grúas, locomotoras de maniobras y locomotoras de transporte.

En un estudio realizado en el Hobart Railyard de BNSF Railway en Los Ángeles (Estados Unidos), la Agencia de Protección del Medio Ambiente de California estimó que los residentes que vivían cerca de un intercambiador de trenes experimentaban un mayor riesgo de exposición a carcinógenos. Esto significa que el riesgo de cáncer aumentó entre 100 y 3000 veces en comparación con las zonas circundantes.

(Relacionado: La contaminación del aire)

Beneficios del ferrocarril para la salud

Mientras se acumulan las pruebas de que vivir cerca de las vías férreas tiene innumerables repercusiones en la salud humana, también hay que señalar que la proximidad a ciertos tipos de trenes también tiene beneficios. Jennifer D. Roberts, profesora asociada de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland (Estados Unidos), afirma que el acceso a sistemas de metro ligero en zonas urbanas puede beneficiarnos.

"Las investigaciones han demostrado una y otra vez que las personas que viven cerca de los trenes ligeros han aumentado significativamente su actividad física y han reducido su sobrepeso", afirma Roberts.

Esto se debe a que los sistemas ferroviarios a menudo obligan a la gente a caminar hasta un kilómetro y medio o más para llegar a una parada de tren. También conectan comunidades desfavorecidas con zonas a las que antes no tenían acceso, dice Roberts.

En definitiva, Roberts afirma que hay pros y contras, pero que cualquier línea ferroviaria (sea de mercancías o de pasajeros, pesada o ligera) siempre tendrá consideraciones de justicia medioambiental que deben investigarse a fondo.

"Tenemos que analizar estas cuestiones de forma crítica", afirma Roberts. "Deberían ser una carga que todos deberíamos asumir, y no sólo determinadas comunidades".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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