Conflictos por el agua
Publicado 9 mar 2022, 11:47 CET

Momina Mohammed y su bebé de ocho meses, Alí, se enfrentan a un futuro incierto en el campo de refugiados de Suola, Etiopía, cerca de la frontera con Eritrea.
Madre e hijo sufren una desnutrición severa como miles de eritreos que cruzaron la frontera huyendo de la dura realidad bajo la opresión de su gobierno. La persistente sequía ya se ha cobrado la vida de muchos animales domésticos como cabras y camellos, fundamentales para la supervivencia de la población local.
Para obtener más información sobre la crisis del agua potable, visite centro neurálgico del agua de National Geographic.
Fotografía de John Stanmeyer
Niños juegan felices a orillas del plácido Río Amarillo en China, aunque grandes cambios están teniendo lugar justo bajo la superficie. En 1997, el gobierno chino anunció que casi un tercio de las especies subacuáticas del «río madre» se han extinguido y las pesquerías se han reducido casi un 40 por ciento. Los funcionarios apuntan a la contaminación como causa, alegando que el 66 por ciento del agua del río no es apta para consumo humano y enfatizan que los proyectos hidroeléctricos han degradado el entorno. El desarrollo adicto al agua y la persistente sequía también han combinado sus efectos para reducir el flujo del río de forma alarmante, por lo que durante algunos períodos, el agua ni siquiera llega al delta del Amarillo, situado a 5.470 kilómetros de su cabecera.
Fotografía de Greg Girard
Un perfectamente cuidado «green» ofrece un oasis deportivo para un grupo de golfistas desérticos. Mientras que estos zoquetes beben sus copichuelas, la mayor parte de la gente sensata queda horrorizada al saber cuánto lÃquido es necesario para mantener estos pequeños mantos de césped a punto. Un campo de golf estadounidense utiliza 1,18 millones de litros al dÃa según las estimaciones de Audubon International. En los campos del desierto se utilizan 3,79 millones de litros diarios, tanta agua como la que utilizarÃa una familia estadounidense de cuatro miembros durante cuatro años. Muchos campos de golf utilizan agua reciclada y experimentan con varios tipos de césped, en un denodado esfuerzo por reducir su consumo de agua.
Fotografía de Vincent Laforet
Los residuos de una fábrica china de fertilizantes llegan serpenteando lentamente a través de torrentes hasta las aguas del Río Amarillo. El censo de polución de 2010 elaborado por el gobierno chino, ha revelado que el grave problema de contaminación de aguas de esa nación es el doble del previsto, puesto que los residuos agrícolas no se incluyeron en estimaciones previas. Los contaminantes industriales como químicos y metales pesados además de las aguas negras no tratadas hacen que la mayor parte de la reserva acuífera de China no sea apta para el consumo humano.
Fotografía de Greg Girard
El granjero australiano Don Gargaro riega un cultivo de lechugas iceberg recién plantadas con aguas del Murrumbidgee, en Nueva Gales del Sur. Alrededor del 70 por ciento del agua que consumen los humanos de los ríos, acuíferos y lagos se utiliza para la agricultura. El riego en las áridas planicies de la región de Murrumbidgee lleva ya 100 años y ha convertido esta parte del país en la cesta australiana del arroz, maíz, trigo, uvas, legumbres y ganado con una producción anual estimada en los 1.500 millones de dólares australianos.
Fotografía de Amy Toensing
En un país destruido por la guerra, las tuberías rotas del barrio Sadr City en Bagdad permiten a los niños llenar su contenedores, pero desperdician los escasos recursos hídricos de la zona. Para muchos de los residentes de Sadr City, la situación del agua mejoró cuando una nueva planta de tratamiento entró en producción en 2009. Sin embargo, muchos de los sistemas hidráulicos de Bagdad y muchas otras partes de Irak y del mundo son excesivamente caros para mantener y requieren electricidad para hacer funcionar sus bombas. Las averías causadas en dichas infraestructuras, bien sea por la guerra o el uso normal, restringen el suministro de agua y generan contaminación. Para obtener más información sobre la crisis del agua potable, visite el centro neurálgico de National Geographic.
Fotografía de Fotografía de Karim Kadim y AP
Un granjero contempla el agua bombeada desde el Amarillo en China. Sus ancestros comenzaron a canalizar las aguas del «rÃo madre» para riego hace más de dos mil años, pero los cambios perniciosos se han acelerado en los últimos años. El auge económico de China ha generado una infinidad de nuevas granjas, fábricas y ciudades de constante crecimiento que están secando con sus demandas hÃdricas, este rÃo de 5.470 kilómetros de largo. Es poco probable que esas presiones disminuyan. China tiene la misma cantidad de agua potable que los EE.UU. pero cinco veces más población. Las aguas están seriamente contaminadas y el 50 por ciento del RÃo Amarillo está biológicamente muerto. Para obtener más información sobre la crisis del agua potable, visite el centro neurálgico del agua de National Geographic.
Fotografía de Greg Girard
La familia que se ducha unida, permanece unida. En el sur australiano devastado por la sequía, esta familia de Hallett Cove no sólo comparte las duchas sino que recicla cuidadosamente el agua utilizada en cubos. En esta árida región, el agua es un bien sumamente valioso como para dejarlo perder por el desagüe.
Fotografía de Amy Toensing
Varias mujeres ceban una bomba de agua en el campo de Hamadiya, al oeste de Darfur (Sudán). Al igual que dos millones de desplazados, tuvieron que abandonar sus hogares debido a la guerra. Aunque se hayan salvado de la violencia, se enfrentan a riesgos sanitarios diversos en los campos de refugiados tales como la carencia de alimentos, agua y salubridad, lo que puede propagar enfermedades derivadas del agua contaminada, como el cólera o el tifus.
Fotografía de Fotografía de Lynsey Addario,VII Network y AP
Habitantes del Punjabi se reunen alrededor de una bomba para recoger su ración diaria de agua suministrada por un tanque de filtrado.
Dichos tanques son componentes esenciales de los sistemas artificiales de recolección de agua, con los que se espera recolectar el agua de las intensas lluvias del monzón para tenerla disponible en las épocas más secas del año. Los tanques enterrados se utilizan para canalizar el agua de lluvia y ayudarla a regresar al acuífero subterráneo. Estos trabajos han mejorado la calidad de vida de muchos, pero estos tanques también se secan.
Para obtener más información sobre la crisis del agua potable, visite el centro neurálgico del agua de National Geographic.
Fotografía de Lynsey Addario
Un indio Manoki con su tocado tradicional, rema corriente abajo en la cuenca brasileña del Amazonas. Sólo 300 miembros de la tribu Manoki permanecen en el estado de Mato Grosso (Brasil) donde han vivido durante muchos siglos gracias a los recursos del ecosistema ribereño.
Pero incluso los nativos de lugares remotos no han salido indemnes a las presiones del mundo moderno. Los Manoki están luchando una batalla perdida por el acceso a tierras y al agua a medida que las industrias madereras, agrícolas y ganaderas florecen junto a las selvas fluviales del Amazonas.
Fotografía de Alex Webb
Varias mujeres esperan bajo el abrasador sol del verano para verter algo de agua desde una manguera pública en Nayaf (Irak). Años de desinversión y sanciones internacionales dejaron la infraestructura hidráulica iraquí en pésimas condiciones incluso antes de la invasión estadounidense de 2003. En 2009 UNICEF estimó que 6 millones de iraquíes carecían de acceso al agua potable (4,5 millones de ellos en áreas rurales). Millones de personas tienen que recoger agua de ríos y torrentes, arriesgándose a contraer enfermedades transmitidas por el agua. Para obtener más información sobre la crisis del agua dulce, visite el centro neurálgico del agua de National Geographic.
Fotografía de Fotografía de Alla al-Marjani y AP
Una cansada niña transporta agua para su familia en un campo de refugiados a las afueras de Nyala, al norte de Darfur, durante el verano de 2005. Alrededor de 2,7 millones de personas fueron desplazadas por el conflicto de Darfur, que pareció amainar a principios de 2010. Los campos de refugiados carecen de la infraestructura básica y sus residentes deben ocupar la mayor parte de su tiempo en tareas de supervivencia como la búsqueda de agua potable. Funcionarios de Naciones Unidas (ONU) indican que cada persona del planeta necesita diariamente de 20 a 50 litros de agua limpia para beber, cocinar y limpiarse. Los refugiados deben arreglárselas con mucho menos y a menudo depender de ONGs o gobiernos que distribuyen el agua mediante camiones cisterna. Para obtener más información sobre la crisis del agua potable, visite el centro neurálgico del agua de National Geographic.
Fotografía de Fotografía de Ron Haviv, VII y AP
La represa de Morelos, situada en la frontera de Estados Unidos y México es la barrera final de uno de los ríos más desviados del mundo: el Colorado. Esta masa fluvial suministra agua a más de 30 millones de personas de siete estados del oeste de EE.UU y a México, incluso a ciudades tan extensas como Los Angeles, Denver, Las Vegas y Phoenix. También proporciona agua de regadío para 1 millón y medio de hectáreas de cultivos con valor de miles de millones cada año. Pero los estudios paleoclimatológicos demuestran que los albores del siglo XX, el momento justo de la construcción de sus represas y las previsiones de consumo, fue uno de los periodos más húmedos del milenio pasado, pero devastadoras y prolongadas sequías fueron la norma en otros momentos de la historia. Si el pasado nos sirve de guía, los caudales futuros pueden ser muy inferiores a las necesidades agrícolas y humanas asentadas a lo largo del río.
Fotografía de Fotografía de Jonathan Waterman y NG Missions