Quince fotografías de National Geographic de la fauna española
La península ibérica, junto a las islas Baleares y Canarias, forman un territorio repleto de ecosistemas diversos donde habita una gran variedad de especies, algunas de ellas endémicas y de gran importancia para el equilibrio ecológico.

Con los picos repletos de presas, un trío de abejarucos observan sus nidos cercanos. España es el segundo país de Europa con mayor diversidad de aves, pero 21 especies se encuentran en peligro de extinción. El abejaruco, famoso por sus llamativos colores, habita todo el territorio de nuestra península, a excepción de Galicia, la región cantábrica y los Pirineos. En nuestro país se estima que existen como mínimo 100.000 parejas, según datos de SEO Birdlife, lo que supone una parte importante de la población europea. Además, se trata de un ave migratoria que inverna en el África tropical.
Un lince ibérico, Lynx pardinus, acecha a un conejo en el Centro de Cría de La Olivilla en Santa Elena, España. Este mamífero, endémico de la península ibérica, es la especie felina más amenazada del mundo, con una población que ha llegado a rozar los 100 ejemplares en el 2002. A fecha de hoy, se ha recuperado hasta alcanzar los 1.000 ejemplares en estado salvaje, según datos de WWF.
Este territorial felino vive de forma nómada y solitaria y tiene hábitos principalmente nocturnos, aunque en invierno puede llegar a mostrar actividad casi las 24 horas del día. El lince ibérico se encuentra en hábitats de bosque y matorral mediterráneo, en zonas muy aisladas de la actividad humana. Sus principales amenazas son la actividad humana (atropellos y caza del propio lince y de sus presas), enfermedades, la fragmentación de su área de distribución y la pérdida de hábitat por incendios o reforestaciones inadecuadas.
El año pasado nació el primer quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) en libertad desde su extinción en los Picos de Europa hace siete décadas. Con ese nacimiento y 24 quebrantahuesos sobrevolando el ecosistema, el Parque Nacional de los Picos de Europa recuperó una especie que el hombre extinguió hace casi 70 años. El quebrantahuesos se encuentra en el nivel más alto de protección en la Unión Europea y en España, donde está declarado como ‘Especie en peligro de extinción’. Durante el último siglo, las poblaciones de quebrantahuesos en toda Eurasia han sufrido un drástico proceso de regresión que ha conducido a su declive y extinción en la mayoría de las áreas donde estaban presentes.
Un oso pardo (Ursus arctos) se mueve a través de la vegetación en Asturias, España. Estos gigantes omnívoros suelen ser solitarios, a excepción de las hembras y sus oseznos, aunque en ocasiones sí se reúnen. Sus poblaciones viven en los bosques y montañas septentrionales de Norteamérica, Europa y Asia. En España, sus poblaciones han estado reduciéndose hasta finales del siglo XX, pero a mediados de la década de 1990 comenzó su recuperación. Hoy se encuentran en Asturias, León, Palencia, Cantabria y en una pequeña parte de Galicia.
Una tortuga de Hermann oriental, Testudo hermanni boettgeri, en Parco Natura Viva. La llamada tortuga mediterránea habita únicamente al sur de Europa porque habitan los climas suaves. Esta especie está en riesgo de extinción en estado salvaje debido a la destrucción de sus hábitats, el cambio de usos del suelo, el uso de pesticidas, la captura ilegal y las especies invasoras. Aunque hace años que capturar a estos animales está prohibido, se calcula que el número de tortugas cautivas es de decenas de miles, lo que refleja la necesidad de una mayor educación ambiental al respecto.
Una hembra de liebre ibérica, Lepus granatensis granatensis, en la Universidad de Porto en Portugal. Aunque la liebre ibérica tiende a ser confundida con los conejos, son especies diferentes, sobre todo por su velocidad. Este pequeño mamífero alcanza hasta 70 km/h, ya que cuenta con un esqueleto muy ligero y grandes patas traseras, así como un sistema circulatorio muy desarrollado que le permite bombear oxígeno a gran velocidad. Las principales amenazas de la liebre ibérica, además del impacto humano, son los lobos, zorros, gatos monteses, búhos y águilas.
Un visón europeo en peligro crítico de extinción, Mustela lutreola, en el Zoo de Madrid. Esta especie se encuentra en peligro crítico de extinción según la clasificación de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza. Habita en escasas y pequeñas poblaciones aisladas desde España hasta los montes Urales. En nuestra península habita los ríos de régimen oceánico, como el río Ebro, hasta La Rioja. Debido a los escapes de las granjas peleteras, el visón americano se convirtió en una especie invasora en Europa, lo que ha perjudicado gravemente al visón europeo, que puede llegar a ser desplazado hasta su extinción.
Un águila imperial ibérica, Aquila adalberti, en el Zoo de Madrid. El águila imperial ibérica es una de las aves endémicas de la península ibérica, una especie amenazada de la cual solo hay constancia de 330 parejas en la península ibérica, según datos de SEO Birdlife. En libertad, esta ave vive unos 20 años de media, aunque en cautividad ha llegado incluso a los 41. Sus hábitats abarcan una gran diversidad de lugares de España, desde pinares en zonas de montaña, hasta zonas de dunas y marismas en zona de costa. Entre sus amenazas se encuentran la desaparición y fragmentación del hábitat, el veneno, la electrocución, la persecución humana, la falta de alimento, la contaminación y las enfermedades.
Nota del Editor: en una versión anterior había una errata en el nombre de la especie que ya se ha corregido.
Una cabra montés salvaje cerca de Pitoes das Junias, en el Parque Nacional Peneda-Geres. La cabra montesa o cabra pirenaica es una especie endémica de la península ibérica que actualmente se encuentra en las áreas montañosas de España y el norte de Portugal, aunque antiguamente estaba repartida también por el sur de Francia y Andorra. Suelen habitar en zonas montañosas de entre 500 y 2500 metros de altura, tanto en bosques como en zonas herbáceas, su protección ha facilitado su expansión a zonas tan inusuales como las zonas costeras de Granada, Málaga o Almería.
Un sapo partero ibérico, Alytes cisternasii, en el Zoológico de Londres. El sapo partero ibérico es una especie de sapo endémica de la península ibérica que está presente en bosques mediterráneos de encinas y alcornoques, repartiendo su hábitat por la península en sus zonas centrales y en el sudoeste. La principal amenaza del sapo partero ibérico es la pérdida de hábitat de bosque mediterráneo y la contaminación del agua en la que se desarrollan las larvas.
Este pato buceador, Malvasía cabeciblanca, resulta inconfundible por su característica cola larga y afilada, que suele mantener erguida mientras nada. El hábitat de este anátido se ha visto afectado en los últimos años por una especie invasora de origen americano, la malvasía canela, con la cual se aparea provocando variaciones genéticas que dificultan su conservación. Su distribución en España se encuentra principalmente en las zonas de Castilla-La Mancha, Valencia y Andalucía. Igual que el resto de aves en peligro de extinción, la pérdida de su hábitat, la caza furtiva y el deterioro de los humedales hacen que la población española de esta ave acuática siga en declive.
Un cernícalo vulgar, Falco naumanni, en el Jardín Zoológico de Praga. Esta especie es una de las rapaces más frecuentes de Europa por su extraordinaria capacidad de adaptación para hacer nidos o conseguir alimento en los territorios que habita. El cernícalo, censado en 30.000 parejas en la península ibérica y las islas Baleares, es un ave diurna de campo abierto y matorral. Estas aves anidan cualquier terreno buscando grietas de rocas, edificios o huecos de árboles. Su zona de distribución se extiende por Europa, Asia y África, y aunque las poblaciones del norte de Europa pasan el invierno en el sur, las meridionales permanecen en nuestro territorio todo el año.
Cada año, al terminar la época estival, el instinto natural de las cigüeñas europeas las guia hasta África. Sin embargo, más de un 80% de los animales adultos que forman las poblaciones de España y Centroeuropa deciden acortar el viaje e invernar en España. Los vertederos que se extienden por nuestro territorio, así como algunos arrozales, son el motivo de que estas poblaciones decidan fijarse a medio camino desde hace algunas décadas. Pocas aves resultan tan familiares en nuestro territorio, e incluso en nuestras ciudades, como la cigüeña blanca, que hace años abandonó sus hábitats para acercarse a los asentamientos humanos en busca de alimento. Esta especie fue catalogada como preocupación menor por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Una tortuga mora, Testudo graeca, pasta en un prado. La tortuga mora vive en entornos mediterráneos, buscando hábitats áridos o semiáridos donde no abunden las lluvias puedan pasear bajo sus arbustos y matorrales. En España se distribuyen en tres poblaciones: en Doñana ocupa las dunas y los pinares de la costa, así como árboles como alcornoques o encinas, al sureste habita entre Murcia y Almería, y por último Mallorca, en una pequeña zona de Calviá.
La actividad humana y la pérdida de hábitat ha llevado a esta especie al borde de la extinción. Hoy se encuentra protegida a nivel europeo a través del CITES e incluida en el Libro Rojo de los anfibios y reptiles de España.
La focha moruna o cornuda, Fulica cristata, es una especie que se encuentra en peligro de extinción en toda España, y en Andalucía ya ha alcanzado el estatus de situación 'critica'. Esta ave acuática, de color negro, se caracteriza por el gran pico blanco que se extiende hacia atrás por encima de su frente. Se diferencia de la focha común en que tiene dos pequeñas protuberancias a modo de cuernecillos de color rojo sobre su cabeza, lo que le ha hecho merecedora del nombre focha cornuda. La focha moruna presenta una población autóctona escasa y sigue dependiendo de los planes de reintroducción y recuperación. Esta especie está incluida en los programas de recuperación puestos en marcha en Doñana y las Marismas del Odiel y otras zonas han sido objeto de reintroducciones en los humedales del sureste, como la Charca de Suárez, en Motril y las lagunas de Roquetas de Mar, en Almería.
Nota del Editor: en una versión anterior la fotografía era de la focha común, se ha corregido a la focha moruna.
