5 razones por las que debes visitar la ciudad de Ho Chi Minh

Una guía para explorar esta ciudad vietnamita contemporánea, conocida anteriormente como Saigón.

Por Clay Dillow
Publicado 9 nov 2017, 4:19 CET
Vietnam
Las motocicletas suelen recorrer las estrechas calles y los transitados cruces de la ciudad de Ho Chi Minh, en Vietnam, y son un medio de transporte muy popular en la localidad.
Fotografía de Derek Dryland, Alamy Stock Photo

Entrar por la puerta del Hotel Caravelle en el centro de la ciudad de Ho Chi Minh es, durante un breve instante, como estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo. Puedes sentir la esterilidad del mármol del vestíbulo del hotel detrás de ti y el frío soplo del aire acondicionado en la nuca, y escuchar el Muzak (o música de fondo) que sale de los ascensores. Mientras tanto, al otro lado de la puerta, un muro de aire denso y templado está saturado de sonidos y olores, una combinación caótica de gases procedentes de los tubos de escape de las motocicletas y el humo procedente de los puestos de comida. 

Pese a su cambio formal de nombre, esta extensa metrópoli del sur de Vietnam todavía se conoce como Saigón, su nombre antes de ser tomada por las tropas norvietnamitas en abril de 1975 al finalizar la guerra de Vietnam. En las cuatro décadas que han pasado desde la reunificación de Vietnam —y especialmente en la última década— el rápido desarrollo económico y un auge de la construcción han alterado drásticamente el aspecto físico de la ciudad, aunque no su carácter.

El inconfundible skyline de la ciudad de Ho Chi Minh mezcla la arquitectura moderna y antigua para crear esta ciudad de contrastes.
Fotografía de Phong Tran, Alamy Stock Photo

El contraste entre lo viejo y lo nuevo es bastante marcado, incluso al contemplar la ciudad a través la borrosa imagen que proporciona recorrerla en una moto Yamaha. Los vendedores empujan lentamente bicicletas cargadas de flores, fruta y productos horneados frente a los escaparates de establecimientos como Salvatore Ferragamo y Starbucks. Los hombres se acomodan sobre las motos aparcadas mientras miran sus smartphones, a la sombra de un grupo creciente de torres de oficinas que llenan el skyline de la ciudad. Los bares, las piscinas, los restaurantes y los clubes nocturnos brillan en los cielos sobre las azoteas de la ciudad. En otro tiempo algunas de ellas, como la de la embajada de Estados Unidos, sirvieron como centros de evacuación para los helicópteros militares estadounidenses durante las horas finales de la guerra.

El piloto de nuestra motocicleta es Fred Wissink, un expatriado canadiense y fotógrafo para quien la ciudad de Ho Chi Minh ha sido un hogar durante casi una década. Me ha prometido enseñarme la ciudad de la única forma que debería verse, según él: desde una moto, pasando a través de las destacables rotondas y los callejones estrechos a toda velocidad. Wissink y yo hicimos una pausa para tomar un cà phê sữa đá —un clásico café helado vietnamita con leche condensada— y planificar nuestra visita en el refugio del Old Compass Café.

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Toma tu dosis de cafeína

El Old Compass Cafe, en la calle Pasteur, ofrece un entorno sereno en un centro caótico junto a cafés europeos y vietnamitas de calidad, así como un pequeño menú de excelentes bocados canadienses, cerveza y vino.

Au Parc, un lugar frecuentado por expatriados y viajeros, es un restaurante de Oriente Medio y Mediterráneo, pero su envidiable localización junto al parque en el Palacio de la Reunificación lo convierte en un atractivo punto vintage en el que disfrutar de un café mañanero cuando la ciudad despierta.

Fuera del centro de la ciudad, en el Distrito 3, el establecimiento familiar abierto hace 79 años, Cheo Leo Cafe, sirve todavía el cà phê vợt o «café con medias», preparado con un antiguo método que consiste en emplear un filtro largo parecido a una media al verter la bebida en las teteras de arcilla tradicionales antes de servirlo en las tazas.

Hatvala en Lê Thánh Tôn ofrece una amplia y especializada gama de tés y cafés de origen local que pueden disfrutarse en una sala de degustación, así como granos y hojas de té que puedes llevarte a casa. Los trabajadores también preparan degustaciones de té de múltiples variedades, pero deberás llamar con antelación para comprobar su disponibilidad.

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    El mercado de Bình Tây en el distrito de Cholón de la capital sirve a los locales una variedad de comida y platos con ingredientes de la región.
    Fotografía de Hemis, Alamy Stock Photo

    El céntrico Distrito 11 cuenta con el mercado de Bến Thành, uno de los más populares de la ciudad de Ho Chi Minh, ya que ofrece productos como seda vietnamita, artesanía, camisetas, suvenires y comida callejera. En este mercado se recomienda y se espera que regatees. La seda vietnamita de calidad puede comprarse a bajo coste para quienes puedan distinguir la calidad y estén dispuestos a mantenerse firmes y seguir a los vendedores que hacen ofertas a toda velocidad.

    Frente al mercado de Bến Thành, la calle Lê Công Kiều —también conocida como Antique Street— está llena de estrechos escaparates que venden porcelana, obras de arte, monedas antiguas, muebles, colecciones de estatuas religiosas, objetos de la era colonial y reliquias militares estadounidenses. Reconocer la diferencia entre lo auténtico y lo falso puede ser difícil, y aquí se siguen manteniendo las normas de regateo.

    Aquellos que tengan un especial interés en recuerdos militares tendrán más suerte en el mercado de Dân Sinh, a unas manzanas al sur, un banco de liquidación de equipos militares olvidados por franceses, estadounidenses y varios ejércitos vientamitas que han ocupado la ciudad de Ho Chi Minh durante el último siglo. 

    El mercado de Bình Tây en el distrito de Chinatown, el más grande de la ciudad de Ho Chi Minh, sirve principalmente a los habitantes locales, y aunque es menos interesante para los buscadores de suvenires, gran parte de los productos se venden a granel. El mercado de Bình Tây cuenta con un amplio mercado de alimentos lleno de ingredientes vientamitas y chinos de origen local, así como una zona de restaurantes que sirve los platos favoritos de la región. Te recomendamos que vengas para desayunar, como hacen los habitantes locales.

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    Pasea a través de la historia

    Localizado en el extremo norte del Distrito 1, el Pagoda del Emperador de Jade —construido en 1909— es un apacible homenaje taoísta al «Dios de los Cielos» (Ngoc Hoang). El complejo del templo, un lugar de culto activo, está repleto de divinidades y símbolos taoístas y budistas, entre ellos una estatua del mismísimo emperador, envuelta en incienso.

    La Ópera de Saigón, que ahora alberga la orquesta sinfónica y el ballet de la ciudad, fue construida en 1897 y sirvió brevemente como la Cámara Baja de Vietnam del Sur tras su creación en 1955. La oficina de correos central de Saigón, diseñada por el arquitecto francés Marie-Alfred Foulhoux (aunque se suele atribuir erróneamente a Gustave Eiffel) y finalizada en 1891, proporciona el que quizá sea el mejor ejemplo en la ciudad de estilo francés del periodo colonial, con altas bóvedas de cañón, detalles decorativos en hierro fundido y un hermoso suelo de baldosas.

    La casa de ópera de Saigón del siglo XIX alberga la sinfónica y el ballet de la ciudad en un entorno arquitectónico maravillosamente adornado.
    Fotografía de Robert Harding, Alamy Stock Photo

    La basílica de Notre Dame de Saigón, finalizada en 1880, celebra misa los domingos por la mañana y está abierta a los visitantes todas las mañanas del resto de los días de la semana. Sin embargo, para muchos visitantes la estatua de la virgen María que se encuentra frente a la catedral románica tiene mayor misticismo. En lo que ha sido denominado como milagro, aunque el Vaticano no lo ha reconocido como tal, una lágrima habría caído supuestamente del rostro de la estatua en 2005.

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    Prueba los platos locales

    Los viajeros que estén cansados de clásicos vietnamitas como el phò podrán encontrar cualquier otro tipo de plato, desde un exquisito meze mediterráneo (pruébalo en Beirut, cerca del edificio de la refinería de opio) hasta chuletas de cerdo estilo al estilo Carolina (disponibles en Jake’s American BBQ en la calle Pasteur).

    La cocina local incluye el hủ tiếu, un plato survietnamita de fideos de arroz y cerdo en un caldo a base de cerdo cuyo origen se remonta a los colonos chinos de la región (pruébalo en Quán Hủ Tiếu Mỹ Tho Thanh Xuân, un local de 40 años incrustado en un callejón en el centro de la ciudad de Ho Chi Minh). Aunque no es exactamente local, el Bun Cha es uno de los platos norvietnamitas favoritos, compuesto de cerdo asado servido sobre fideos de arroz, combinado con hierbas y una salsa dulce (el lugar favorito de Wissing está en el número 10 de Bis Lý Tự Trọng, en el Distrito 1).

    Los amantes del phò no tendrán problemas para encontrar un cuenco caliente de esta sopa de fideos y ternera sazonada, prácticamente ubicua (Phở Quỳnh y Phở Cao Vân son restaurantes locales populares), así como otros platos sabrosos y menos conocidos como el bò kho, un estofado de ternera vietnamita con influencias francesas.

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    Cócteles con historia

    Durante tres años a principios de la década de 1950, el novelista inglés Graham Greene se encerró en el hotel Continental Saigon para escribir El americano impasible, novela que pinta un cuadro tanto terrible como romántico de Saigón en época de guerra. Los amantes de la historia y la literatura todavía acuden al histórico bar del Continental con vistas al encantador patio ajardinado del hotel. 

    El cercano Hotel Caravelle fue la sede de varias embajadas y agencias de noticias durante la guerra de Vietnam, lo que lo convirtió en un centro de la comunicación internacional y una atractiva fuente de información para los ávidos reporteros. Bombardeado en 1964 y nacionalizado tras la caída de la ciudad en 1975, el Caravelle ha sufrido numerosos cambios desde que abrió sus puertas en 1959, pero el bar en la azotea, Saigon Saigon, en el décimo piso, se encuentra todavía en su emplazamiento original.

    El que probablemente sea el mejor mirador desde el que contemplar la ciudad de Ho Chi Minh —la nueva y la vieja— es el bar en la azotea del Rex Hotel, una histórica terraza francesa colonial que ahora ha sido completamente rodeada por el boom de construcción vertical de la ciudad. Durante la guerra, los militares estadounidenses celebraban sus ruedas de prensa diarias en el bar del Rex Hotel, un acontecimiento que fue cada vez más escandaloso a medida que se ampliaba la brecha entre la cruda realidad de la guerra y los informes militares oficiales.

    Los reporteros llamaban a estas sesiones informativas «las Locuras de las Cinco en Punto», un ritual en el que periodistas, responsables militares, diplomáticos y espías disfrutaban de unos cuantos cócteles al atardecer y contemplaban a los bombarderos que regresaban. En la actualidad, los bombarderos han desaparecido, pero los impresionantes atardeceres permanecen, y las únicas «Locuras de las Cinco en Punto» vienen en vasos de tubo con hielo, vodka, ron y licor Midori.

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