La aventurera Jessica Nabongo nos cuenta lo que ha aprendido tras visitar 195 países

En octubre del 2019, la emprendedora y fotógrafa Jessica Nabongo se convirtió en la primera mujer negra que ha visitado los 195 estados miembros de la ONU, viajando sola a 89 países. Nos ha hablado de los destinos extremos y de sus nuevas aventuras.

Por NORA WALLAYA
Publicado 18 feb 2021, 11:52 CET
Fotografía de Jessica Nabongo

Jessica Nabongo nos habla sobre sus nuevas aventuras y qué significa ser intrépida.

Fotografía de Elton Anderson

¿Qué inspira tus aventuras?

La curiosidad: eso es lo que siempre me ha inspirado. Siento un fuerte deseo por ver las diferencias y las similitudes en las vidas de personas de todo el mundo. Incluso en casa, en Estados Unidos. Deposito mucha confianza en los desconocidos y creo que puedes viajar sola a cualquier lugar.

¿Quién es la persona más interesante que has conocido?

Mi guía en Algeria, Zaki. Fue hacia el final de mi viaje y por aquel entonces había muchas protestas contra el gobierno. Se suponía que teníamos que ir de excursión, pero acabamos sentados en una cafetería, hablando. Nunca olvidaré lo que me dijo: «Yo vivo por vivir. Aquí no puedes tener grandes ambiciones, sobre todo si eres el hijo mayor». Me impactó mucho. Por el simple hecho de nacer donde nació, sus oportunidades se han visto limitadas hasta tal punto que ni siquiera quería pensar en el éxito.

¿Hay algún viajero o viajera que sea tu héroe o heroína?

Barbara Hillary. Fue la primera mujer negra que visitó el Polo Norte y el Polo Sur, y lo hizo a los 75 y los 79 años, ¿a que es una pasada? El otro es Cory Lee. Está en silla de ruedas y ha visitado 37 países. No puedo identificarme con él porque yo no he afrontado esos retos, pero me encanta que no haya permitido que estar en una silla de ruedas le haya impedido explorar el mundo. También sigo a Traveling Black Widow en Instagram. Estuvo casada durante 31 años, pero después de la muerte de su pareja empezó a explorar el mundo. La adoro.

Cuando hablamos de diversidad, la gente suele pensar en diversidad racial, pero también se trata de capacidades, edad y tipo de cuerpo. Hay muchos tipos de diversidad diferentes y todo el mundo debería ser visto. Me gusta ver cómo la gente vive sus vidas sin límites.

Jessica en la mezquita Sheikh Zayed en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos.

Fotografía de Jessica Nabongo

Antes de tu carrera como viajera, estudiaste desarrollo internacional y trabajaste con Naciones Unidas. ¿Te ayudó esta experiencia a prepararte?

Aprender la historia política y económica en la Facultad de Economía de Londres me abrió la mente y me enseñó mucho sobre el mundo, y no cabe duda de que la ONU fue una experiencia interesante. Mis estudios me han permitido comprender la dinámica poscolonial y cómo diferentes países ejercen su poder. Un ejemplo sencillo de cómo puedo aplicar esto a los viajes es la relación entre las antiguas colonias y las rutas aéreas. La forma más fácil de llegar hasta las antiguas colonias francesas, sobre todo en África, sería volando desde París. Las aerolíneas francesas de allí tendrán un monopolio debido a la diáspora.

¿Cuál ha sido el lugar más extremo que has visitado?

Hablemos de Sudán del Sur. La embajada estadounidense desaconseja encarecidamente que los ciudadanos estadounidenses visiten el país y un diplomático me dijo que era demasiado peligroso. Sudán del Sur es inseguro en lo que respecta al gobierno y, por supuesto, han ocurrido cosas terribles. Pero siempre digo que ningún país del mundo es completamente seguro y ningún país del mundo es completamente inseguro. Encuentras lo que buscas. Lo que yo busco es humanidad. Busco amor. Así que fui de todos modos.

Allí pasé un tiempo con una mujer sursudanesa, Nyankuir. No quería ir a un complejo [turístico] y no salir nunca. En su lugar, visité un campamento de ganado. El ganado vacuno es un aspecto importantísimo de la cultura dinka. Hablé con los ancianos y los niños y descubrí mi precio de novia: 30 vacas, como máximo, porque mido 1,70 y allí se me considera baja.

También pienso en mi viaje al mercado. Había un señor mayor sentado justo en el medio. Tenía la cara llena de arrugas y acabé mirándolo fijamente. Pensé que estaba pidiendo dinero, pero resulta que sus hijos eran mayores y se habían ido de casa y no le gustaba estar solo en casa. Así que se sentaba a diario en el mercado para interactuar con la gente. Le pedí si podía sacarme una foto y me dijo que esperara, porque primero quería ponerse las gafas. Así que ahora tengo dos retratos: uno de cómo él quería que lo vieran y otro de cómo yo quería verle.

Ambas fueron experiencias preciosas y sencillas. Nunca sentí miedo. Me recordó que hay que coger con pinzas todo lo que te dice la gente.

Jessica visita un campamento de ganado en Sudán del Sur. Ha descubierto que el ganado vacuno es un aspecto importantísimo de la cultura local dinka.

Fotografía de Jessica Nabongo

¿Qué objetos no pueden faltar en tu maleta?

Me gustan las cámaras sin espejo porque son más ligeras, ya sean Sony o Canon. Creo que el de 24-70mm es el objetivo perfecto para obtener una amplia gama de fotografías, desde imágenes del paisaje hasta retratos preciosos, y para poder moverme con un objetivo. Obviamente, puedes llevar más de un objetivo, pero si viajas durante periodos largos deberías llevarte uno de 24-70mm. También viajo con mi dron. Tengo un DJI Mavic Air que me resulta bastante ligero y es discreto cuando necesito que lo sea.

¿Alguna vez has tenido algún contratiempo?

No creo en el fracaso. Y no tengo la capacidad de sentir vergüenza. La vergüenza no es un rasgo humano natural; en mi opinión se debe a la socialización. Si me cayera en medio de Grand Central Station, me reiría de mí misma. Realmente creo que cada fracaso en la vida es solo una oportunidad para aprender.

¿Qué coleccionas cuando viajas?

Alcohol. En Perú compré pisco; en Georgia y Nueva Zelanda, vino. Waragi —un tipo de ginebra— en Uganda y más ginebra en Eritrea. Después ron en Barbados, por supuesto, y rakia en Serbia.

Si pudieras cambiar una cosa en el mundo del viaje, ¿qué sería?

El plástico de un solo uso. Ojalá no existiera. Durante mis viajes he visto las consecuencias. Una vez fui a hacer esnórquel en Nauru, uno de los países menos visitados del mundo, y había tanta basura en el agua que me partió el corazón. Lo veo todo el tiempo, por todas partes, pero por desgracia la mayoría está en países en vías de desarrollo. Las empresas introdujeron todo este plástico y no le explicaron a nadie cómo deshacerse de él. Estas comunidades están acostumbradas a los residuos orgánicos, como las pieles de plátano, y los tiran. No tienen sistemas de gestión de residuos para administrarlos.

¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?

Mi madre siempre me decía «sé humilde». Lo aprecio mucho porque cuando viajas, dependiendo de tu pasaporte, de tu clase social y de muchas cosas diferentes, puedes visitar lugares con mucho ego o puedes ser humilde y saber que todas las personas son iguales. Te permite conectar con todo tipo de personas, independientemente de si es un hombre sentado en el suelo del mercado o el director general de un hotel Four Seasons. Se trata de ver a las personas por lo que son: seres humanos. La humildad es importantísima.

¿Cuál es tu próxima aventura?

Voy a hacer un viaje por carretera por Nueva Inglaterra, en Estados Unidos. Empezaré en Nueva York, iré a Connecticut, luego Rhode Island, Massachusetts, Nuevo Hampshire, Maine, Vermont, el estado de Nueva York y Nueva Jersey. Estoy entusiasmada por la comida. Como está en la costa este habrá mucha langosta en Maine y Rhode Island. Y me muero por explorar la naturaleza: en Maine está el parque nacional Acadia y la mayoría de estos estados tienen un litoral atlántico maravilloso. Voy a disfrutar de algo nuevo, pero de forma segura, teniendo en cuenta las circunstancias actuales.

¿Qué consejo le darías a alguien que esté pensando en embarcarse en una aventura similar?

Viaja con amabilidad, viaja con energía positiva y sin miedo. Creo que lo que frena a mucha gente es el miedo a lo desconocido. Lo que he aprendido durante mis viajes es que la mayoría de las personas son buenas y por eso no hay motivo para sentir miedo innato de un desconocido. La mayoría de la gente quiere ayudarte. En muchos casos, la gente está contenta de que estés en su país.

Para seguir las aventuras de Jessica Nabongo, visita su blog The Catch Me If You Can, o síguela en Instagram. Jessica ha abierto una tienda online, donde vende artículos que ha recopilado en sus viajes.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.co.uk.

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