Esta ciudad balneario de la Toscana ofrece historia antigua bañada en aguas curativas

El notable yacimiento arqueológico demuestra que San Casciano dei Bagni ha sido un lugar de bienestar desde la época etrusca.

Por Elizabeth Heath
Publicado 29 nov 2023, 13:14 CET
Excavación arqueológica en San Casciano dei Bagni

En la ciudad italiana de San Casciano dei Bagni se está llevando a cabo una excavación arqueológica que ha sacado a la luz antiguas estatuas de bronce enterradas bajo unas termas centenarias.

Fotografía de Gianni Cipriano, The New York Times, Redux

La ciudad amurallada de San Casciano ofrece una Toscana de cuento: estrechas calles peatonales, pasadizos de piedra cubiertos, un castillo imponente y una plaza repleta de cafés. Fuera de las murallas, los paisajes arquetípicos de la Val d'Orcia se despliegan en todo su esplendor, con ondulantes campos de viñedos y olivares salpicados de cipreses y el perfil de una ciudad de montaña aquí y allá.

Aunque el entorno es tan idílico como cabría esperar, San Casciano es mucho más que un paisaje. A poca distancia de la ciudad, casi 1000 años de historia antigua, enterrados durante mucho tiempo en un lodo rico en minerales, están saliendo por fin a la luz y están cambiando los conocimientos de los eruditos sobre el periodo de decadencia etrusca y ascensión romana.

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Un balneario para la eternidad

Al pie de la misma colina, por un camino polvoriento difícil de encontrar si no se sabe dónde buscar, los coches aparcan en un parking improvisado. Con las toallas en la mano, los visitantes caminan varios cientos de metros para hacer algo tan cotidiano como extraordinario: sumergirse en las aguas termales que llevan eones brotando de la tierra.

El arqueólogo Emanuele Mariotti supervisa la excavación cerca de San Casciano dei Bagni, en Italia, el 17 de junio de 2023. La zona protegida se encuentra a escasos metros de las aguas termales a las que etruscos y romanos acudieron a rendir culto y buscar curación durante cientos de años.

Fotografía de Gianni Cipriano, The New York Times, Redux

Las tinas de piedra poco profundas que vadean se construyeron en el siglo XVII, cuando San Casciano dei Bagni formaba parte del Gran Ducado de Toscana, gobernado por los Médicis. Los fondos de las piscinas son ásperos con guijarros y a veces resbaladizos con algas. Pero a los bañistas no parece importarles, sobre todo porque estos baños termales son gratuitos, a diferencia de las caras piscinas del lujoso complejo turístico cercano. Y a una temperatura constante de 42 grados centígrados, la experiencia es igual de relajante, aunque un poco más rústica.

A pocos metros de las terme libere, o baños libres, una valla de alambre cubierta con una pantalla de privacidad y asegurada con un candado es todo lo que separa a este spa casero de lo que bien podría ser el hallazgo arqueológico más importante de este siglo en el Mediterráneo. Se trata de un antiguo complejo termal que data del siglo III a.C. y que era un lugar de veneración y curación antes de ser abandonado ceremoniosamente en el siglo V d.C. Hoy, las pruebas que han aparecido en el yacimiento demuestran que durante cientos de años, y a lo largo de un periodo de tremenda agitación social y guerras casi constantes, etruscos y romanos se reunían aquí para rendir culto, dejar ofrendas y buscar curas.

Entre los asombrosos hallazgos extraídos del lodo termal se encuentran 24 bronces datados entre el siglo II a.C. y el siglo I d.C. Muchos de los bronces son partes del cuerpo (pies, manos, orejas, incluso órganos internos, como un útero y una víscera) o pequeñas estatuas de bebés, niños, adultos mayores y divinidades, y se entregaban como ofrendas a los dioses de la curación venerados en el lugar. No siempre está claro si se dejaban como súplica por una curación o en agradecimiento por la misma, aunque algunas están claramente inscritas como ex voto, o una ofrenda hecha en cumplimiento de un juramento.

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    La restauradora Maria Giuseppina Valeri trabaja en una de las estatuas de bronce descubiertas en las aguas termales de San Casciano dei Bagni, en la Toscana.

    Fotografía de Guglielmo Mangiapane, Reuters

    Este verano, Jacopo Tabolli, director científico de la excavación, y su equipo de arqueólogos y estudiantes prosiguieron sus esfuerzos, descubriendo más de la antigua zona termal y recuperando más artefactos del fondo de las piscinas, incluida una estatua de Apolo de 1,80 m de altura y un altar de travertino con inscripciones en latín y etrusco, una prueba más de la naturaleza multicultural del yacimiento.

    "Excavar un santuario etrusco y romano intacto, a pocos metros de las piscinas renacentistas al aire libre donde la gente aún se baña, es excepcional", afirma Tabolli. "Es una demostración viva de la resistencia de estas aguas termales-minerales. Este paisaje sagrado, a pesar de las transformaciones de los ritos, los cultos y las prácticas, siempre ha permanecido ligado a sus aguas."

    La continuidad del agua y su papel como portadora física y simbólica de vida se percibe más allá de las excavaciones. "Somos una ciudad que vive del turismo", dice Agnese Carletti, alcaldesa de San Casciano dei Bagni, "y el agua siempre ha sido la constante". Un museo que albergará los impresionantes artefactos de la excavación arqueológica abrirá sus puertas en algún momento de 2024.

    "Lo más hermoso", dice Carletti, "es que la gente sigue bajando a las termas por las mismas razones que hace 2300 años. El agua sigue siendo absoluta".

    Elizabeth Heath es una escritora de viajes y estilo de vida afincada en Umbría (Italia). Síguela en Instagram.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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