Cómo esta cárcel lituana (con un pasado oscuro) se ha convertido en un faro para el arte y los festivales
Ceremonia de encendido del árbol de Navidad en la prisión de Lukiškės en Vilna, Lituania. La que en su día fue una cárcel de máxima seguridad para criminales y disidentes políticos, ahora se usa como centro cultural polivalente.
En el corazón de Vilna, Lituania, la prisión de Lukiškės se erige como un duro recordatorio del horrible pasado del país. El lugar dónde se erige la prisión fue una vez el hogar de un monasterio católico transformado en una pequeña cárcel en 1837. Debido a su hacinamiento y deterioro de las condiciones, la prisión fue rediseñada para convertirla en una penitenciaría moderna y de alta seguridad y reabierta en 1904.
Esta fortaleza de ladrillo y piedra ha sido testigo de algunos de los momentos históricos más oscuros de Europa del Este, como el encarcelamiento de disidentes políticos, que se habían enfrentado a los regímenes políticos cambiantes, desde los zares rusos hasta las autoridades soviéticas.
Desde entonces, la prisión ha experimentado una transformación que habría sido inimaginable para sus antiguos ocupantes. Hoy en día, conocida como Prisión de Lukiškės 2.0, es centro de cultura y creatividad, donde se llevan a cabo eventos inmersivos, instalaciones de arte y festivales de música dentro de sus otrora formidables muros. La prisión de Lukiškės ofrece un viaje a lo inesperado, un testimonio de la resiliencia de un lugar y de una gente decidida a reutilizarlo, en lugar de derribarlo.
En 2022, la infame prisión saltó a la fama cuando se convirtió en un lugar de rodaje en la cuarta temporada de la serie de Netflix Stranger Things, utilizada como prisión soviética donde está cautivo el jefe Jim Hopper.
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De celdas imperiales a bastión soviético
Antes de su cameo en Netflix, la historia de la prisión de Lukiškės comenzó durante el dominio del Imperio ruso. Las autoridades zaristas construyeron la prisión para sofocar la resistencia en Vilna, conocida por su diversidad cultural y política. Fue una encrucijada de imperios políticos durante siglos y creció hasta convertirse en un lugar donde lituanos, polacos, bielorrusos, rusos y judíos coexistían dentro de sus fronteras. Un refugio seguro para un crisol de etnias, idiomas, religiones e ideologías políticas, hasta que Lituania finalmente se rebeló contra el dominio ruso.
A principios del siglo XX, la prisión de Lukiškės se convirtió en un sombrío hogar para encerrar a disidentes políticos y a criminales comunes por igual, consolidando su reputación como un lugar de terror. La tortura, la violación y el asesinato eran comunes en esta prisión que albergaba tanto a hombres como a mujeres. Sus gritos se podían escuchar no solo por otros prisioneros (como advertencia), sino también por los lituanos que caminaban cerca. La penitenciaría no ofrecía privacidad ni cuidados, pero a los presos se les permitía ducharse una vez a la semana.
Posiblemente tomada entre 1904 y 1908, esta foto podría ser la primera en captar la cárcel de Lukiškės tras su construcción a principios del siglo XX. En ella se ven los dos edificios de la cárcel con los patios de ejercicios adyacentes y una parte del muro de la prisión.
Antes de la Era Electrónica (la década de 1940), los guardias mantenían una vigilancia muy estricta sobre los prisioneros, y sus altos muros y su diseño laberíntico hacían que la fuga fuera casi imposible.
Cuando la Unión Soviética se anexionó Lituania en 1940, Lukiškės ya era famosa. Bajo el gobierno de Stalin, se volvió aún más abarrotada, ya que miles de lituanos —nacionalistas, intelectuales y aquellos que se negaban a conformarse a la ideología soviética— fueron arrestados y encarcelados aquí.
Durante la ocupación nazi de Lituania (1941-1944), la Gestapo utilizó la prisión para alojar a miles de judíos y miembros de la resistencia polaca antes de que fueran trasladados a Ponary (en las afueras de Vilna), donde fueron ejecutados durante la Segunda Guerra Mundial.
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Una nueva era y una transformación improbable
Lukiškės continuó su función como prisión de alta seguridad hasta su cierre en 2019, cuando Lituania cumplía casi tres décadas desde su independencia de la Unión Soviética, y la prisión era vista como una reliquia de una época que era mejor dejar atrás. Según los guías turísticos, sus condiciones eran lamentables; las celdas estaban abarrotadas y la ventilación era deficiente.
Pero en lugar de demoler este sombrío monumento, Lituania eligió un camino diferente. Al reconocer la importancia histórica de la prisión y su estructura única, los planificadores urbanos y los políticos vieron la oportunidad de dar nueva vida a sus celdas vacías. La idea era radical pero simple: ¿por qué no convertir este lugar, que alguna vez fue un símbolo de opresión, en un espacio para la creatividad y la autoexpresión? Este enfoque se hizo eco del deseo del país de recordar su pasado al tiempo que abrazaba un futuro arraigado en la innovación y la exploración cultural.
"Los lituanos están contentos con la transformación. No solo no se parece a nada que los turistas puedan experimentar en otro sitio, sino que nuestro patrimonio cultural ha sido inmortalizado y reimaginado de una manera espectacular", dice Milisenta Miseviciute, guía turística de Vilna desde hace casi 20 años.
Al visitar la prisión abandonada, los huéspedes pueden explorar los laberínticos bloques de celdas y sentir el escalofrío de la historia en el ambiente. Los guías (algunos ex guardias de la prisión) conducen a los visitantes a través de pasillos oscuros y filas de celdas con ventanas enrejadas, cada una de las cuales es un espacio austero y confinado apenas lo suficientemente ancho para una simple litera y un pequeño escritorio.
Algunas celdas se han dejado intactas, pero los visitantes que hacen un recorrido tienen la oportunidad de ver una sala de suicidios, que muestra cómo pudo haber sido después de que un prisionero se quitara la vida, algo que no era raro en este hogar de horrores y torturas psicológicas. Durante un recorrido, los guías de la prisión describen cómo se utilizaba el aislamiento como una forma de castigo, lo que realzaba la atmósfera opresiva que se apoderaba de los visitantes en esta parte de la prisión.
"Los prisioneros vivían en celdas extremadamente pequeñas. Cada persona tenía en promedio solo de 1,81 a 2,71 metros cuadrados de espacio personal. También había comida de mala calidad, poca luz diurna a través de pequeñas ventanas, una ducha de 15 minutos una vez a la semana y solo una hora de tiempo al aire libre en un patio cerrado", explica Martynas Butkevičius, copropietario de la Lukiškės Prison 2.0.
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Festivales y arte en un lugar inquietante
En 2021, Lukiškės reabrió sus puertas, esta vez como centro cultural. Hoy en día, alberga una amplia gama de eventos, desde exhibiciones de arte hasta actuaciones de música en directo de artistas locales como Aklì y King Gizzard & the Lizard Wizard.
Muchos de los bloques de celdas de la prisión ahora se han transformado en galerías improvisadas, que exhiben arte moderno que a menudo se inspira en la historia de Lituania.
La prisión de Lukiškės se transformó en 2021, lo que incluyó convertir los bloques de celdas en galerías de arte temporales. Ahora se la conoce como Lukiškės Prison 2.0., la antigua cárcel organiza exposiciones de arte y actuaciones musicales en directo como este concierto del rockero británico Yungblud.
El complejo, que abarca casi 19 000 metros cuadrados, es ahora el hogar de más de 550 artistas residentes, que trabajan en diversas disciplinas creativas, como música, artes visuales, diseño, danza, cine y artesanías.
"Como un artista que transforma objetos cotidianos y les da un nuevo significado; Lukiškės Prison 2.0 es un lugar perfecto para crear. Estoy contenta de formar parte de la propuesta que dará a este edificio nuevas funciones y cambiará su historia", dice la artista lituana y residente de Vilnius Jolita Vaitkutė. "Cuando llegué por primera vez a mi estudio actual, la cantina de la prisión, vi una posibilidad. Ahora, no tiene otro significado que mi estudio, ya se ha convertido en un lugar luminoso e inspirador", añade.
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El papel estrella de Lukiškės en Stranger Things
Más allá de las actuaciones artísticas y musicales, la antigua prisión funciona como plató de cine. En 2022, la prisión de Lukiškės se convirtió en el lugar de rodaje de la exitosa serie de Netflix Stranger Things. La estética cruda y gótica de la prisión demostró ser la réplica perfecta de cómo sería una prisión soviética, lo que permitió a los espectadores experimentar la sensación de temor que Lukiškės inspiró una vez en la vida real. Para Lukiškės, esto fue más que un cameo; se convirtió en un momento crucial en su reinvención, presentándola a una audiencia global.
Cómo llegar a Vilna y hacer un tour por la prisión de Lukiškės
Para ir desde España para visitar la famosa prisión, donde hay vuelos directos al Aeropuerto Internacional de Vilna desde Barcelona, Málaga, Palma de Mallorca, Tenerife Sur (algunas rutas son solo de caracter estaciones) a través de aerolíneas como Wizz Air, Avion Express, Air Baltic y Ryanair.
Los visitantes pueden tomar un taxi o compartir el viaje desde el centro de Vilnius para llegar a la prisión. Está unos tres kilómetros de distancia del centro histórico de Vilna (unos 30 minutos andando). Los visitantes interesados en una visita guiada a la prisión pueden comprar las entradas con antelación en la web de Lukiškės Prison 2.0. Los precios de la entrada van desde 15 euros un recorrido de día hasta los 20 euros para un recorrido nocturno. Después, los invitados pueden tomar una cerveza y un bocadillo en uno de los camiones de comida estacionados fuera de la prisión y contemplar la historia y las historias reveladas durante la visita guiada.
Visitar esta página de Facebook para obtener más información sobre los próximos eventos programados que se llevarán a cabo en la prisión.
Malika Bowling es una periodista independiente que vive en Atlanta, Estados Unids, y es la fundadora de Roamilicious, un sitio web de comida y viajes especializada en experiencias de aventuras en todo el mundo. Síguela en Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.