Los nidos a prueba de depredadores podrían evitar la extinción del periquito migrador

Esta solución no es suficiente: si la deforestación continúa, podría ser la perdición de estas aves.

Publicado 24 nov 2017, 13:39 CET
Los nidos a prueba de depredadores podrían evitar la extinción del periquito migrador

A medida que la deforestación en la isla de Tasmania aumenta para dar cabida a las industrias pujantes de la madera y la agricultura, la población en peligro de extinción de periquito migrador ha descendido a solo 2.000 ejemplares.

Además de no tener acceso a los gigantescos árboles donde ponen sus huevos, los periquitos migradores tienen que enfrentarse a una resistente población de petauros del azúcar.

Estos animales que caben en la palma de la mano se parecen a las ardillas, pero tienen ojos más grandes y cuerpos más redondos. Fueron introducidos en la región a mediados del siglo XIX para servir como mascotas y, tras ser liberados en la naturaleza, se han convertido en una especie invasora.

Según Dejan Stojanovic, científico de conservación del Difficult Bird Research Group, han resistido de forma excepcional a la deforestación de la región. 

Sus terrenos de reproducción, esenciales para mantener una población sana, están infestados de petauros del azúcar que cazan a los polluelos y roban los huevos de estos periquitos.

Stojanovic y un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Australia esperaban poder ser más astutos que los pequeños depredadores con un hábitat sencillo, que ha resultado ser todo un éxito a la hora de proteger a las pequeñas aves de los invasores. Este hábitat consiste en una caja que los periquitos usan como nidos. En el exterior de la caja se fija un rectángulo mecanizado cerca del agujero circular por el que entran y salen las aves. Está controlado por un sensor de luz que cierra esta puerta durante la noche y la abre cuando capta la luz de la mañana.

Es un concepto simple, pero funciona: los periquitos son diurnos, mientras que los petauros son nocturnos. De esta forma, los periquitos se mantienen a salvo. «Soy optimista, pero también muy cauto», afirma Stojanovic. Insiste en que las cajas impiden que los petauros del azúcar se alimenten de los polluelos, pero esta medida es como poner una tirita sobre una herida enorme. «Siguen perdiendo hábitat y no parecen producirse cambios para detener la tala, parece que la deforestación va a continuar. Si ese es el caso, lo que hacemos es inútil».

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