Esta nueva especie de dinosaurio tiene el nombre de un monstruo de los Cazafantasmas

Hasta el feroz tiranosaurio hubiera tenido miedo del Zuul, una bestia del Cretácico conocida como «destructor de canillas».

Por Michael Greshko
fotografías de Mark Thiessen
Publicado 18 dic 2018, 13:20 CET
Zuul crurivastator
Las temibles espinas óseas del cráneo del Zuul crurivastator, uno de los dinosaurios con armadura más completos descubiertos hasta la fecha. El aspecto demoníaco del Zuul inspiró a los investigadores a llamarlo como un monstruo de la película de «Los Cazafantasmas», pero el animal solo tenía sed de brotes, no de sangre, ya que era herbívoro.
Fotografía de Mark Thiessen

En la segunda planta del Royal Ontario Museum, en Toronto, se encuentra el esqueleto de un pariente más antiguo y flacucho del Tyrannosaurus rex. Pero si la criatura siguiera con vida, es posible que cojease. Hace más de 70 años, este Gorgosaurus habría sido un superdepredador en las actuales badlands de Montana y el oeste de Canadá. Sin embargo, «súper» no significa invencible. La espinilla derecha del animal es un enredo de hueso roto que se curó cuando seguía con vida.

¿Qué rompió la pierna de este pobre tiranosaurio? Al no tener una máquina del tiempo, los investigadores no pueden estar seguros. Pero en otra parte del mismo museo, los visitantes pueden contemplar cómo era uno de los sospechosos más probables —y exquisitos— de este caso sin resolver del Cretácico.

Te presentamos al Zuul crurivastator, una nueva especie de anquilosáurido que además es el fósil más completo de su tipo descubierto en Norteamérica. En vida, el animal era un tanque viviente de seis metros de largo cargado con una armadura y que pesaba lo mismo que un rinoceronte blanco. Muerto, su fósil descomunal se encuentra en un estado de conservación impresionante, desde el hocico hasta su cola con forma de mazo, el arma perfecta para dar golpes y romper huesos.

Aunque el descubrimiento del Zuul se anunció en mayo de 2017, el cráneo y la cola fosilizados se desvelaron al público el 15 de diciembre como parte de una nueva exhibición del museo. Se trata de un espectáculo multimedia con un modelo a tamaño real del fósil, una animación gigantesca del Zuul en acción e inclusos videojuegos educativos.

El resto del fósil todavía se está retirando de su tumba de arenisca en un almacén mucho más tranquilo a casi 160 kilómetros al este del museo. En una fría mañana de diciembre, unos días antes de la revelación, visité las instalaciones propiedad de Research Casting International, una empresa de exposiciones de museo en Trenton, Ontario. Mientras la nieve caía despacio, Peter May, presidente de RCI me llevó a su espacio de trabajo principal. El olor amargo de la resina de poliéster llenaba el aire y se escuchaba de fondo el zumbido de los ventiladores.

May me condujo por el pasillo principal del almacén hasta una tienda marrón que protegía lo que parecía un cajón de arena lleno de hormigón. Cuatro técnicos con batas de color azul grisáceo se disponían sobre el bloque, trabajando con martillos diminutos. Milímetro a milímetro, estas herramientas con punta de aguja revelan manchas minerales parduscas. Para mi sorpresa, esas piedrecitas curtidas son fragmentos de armadura y escamas individuales.

Liberar un fósil tan detallado es una labor dolorosamente precisa, pero valdrá la pena. Los fósiles de anquilosaurios son inusuales y, aun cuando los encuentran, suelen ser piezas de un puzle dispersadas por el proceso de descomposición. En el caso del Zuul, es casi como si el animal entero se hubiera convertido en piedra al instante.

«Es uno de los especímenes más óptimos de aquí», afirma la paleontóloga Victoria Arbour, conservadora en el Royal BC Museum de Canadá y experta en anquilosaurios. Los científicos ya han podido ver la armadura rota por un costado, indicio de que el Zuul sufrió heridas causadas por otros anquilosáuridos.

«La calidad de la conservación de la armadura y la piel ha excedido nuestros sueños más descabellados», añade David Evans, paleontólogo del Royal Ontario Museum que está estudiando el dinosaurio.

Arrastrado por la corriente

Cuando Arbour y Evans anunciaron el hallazgo del Zuul, el descubrimiento apareció en titulares de todo el mundo. Pero, en un giro del destino, resultó que no eran los únicos paleontólogos canadienses con un dinosaurio que enseñar aquella semana. Pocos días después, el Royal Tyrrell Museum de Alberta desveló su impresionante dinosaurio con armadura, una nueva especie a la que llamarían Borealopelta markmitchelli.

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    A primera vista, la pareja puede evocar un déjà vu, pero son animales muy diferentes. El Borealopelta vivió 35 millones de años antes y, a diferencia del Zuul, no presentaba una cola con mazo. El Borealopelta también se descubrió años antes que el Zuul, por lo que sus guardianes contaron con ventaja para preparar el fósil. En 2017, el mundo pudo ver al Borealopelta en toda su gloria, pero, por aquel entonces, Zuul solo acababa de empezar a ver de nuevo la luz del sol.

    El Zuul comenzó su marcha hacia la inmortalidad hace 76 millones de años, cerca de un exuberante estuario en el actual norte de Montana. Los helechos y los parientes de los sicomoros se mecían con el viento, y cocodrilos y tortugas acechaban bajo el agua. El Zuul falleció en aguas fluviales poco profundas. Mientras su cadáver se hinchaba y flotaba boca arriba, se quedó atrapado en un atascadero y fue dando bandazos hasta un torbellino. Varias olas de arena cubrieron enseguida casi todo —aunque quizá no todo— el fósil. Los investigadores todavía no han encontrado las extremidades del Zuul, por lo que es posible que los carroñeros las devoraran como si fueran kebabs de dinosaurio.

    “La calidad de conservación de la armadura y la piel ha excedido nuestros sueños más descabellados.”

    por DAVID EVANS, CONSERVADOR DE PALEONTOLOGÍA DEL ROYAL ONTARIO MUSEUM

    Una vez sepultado, el dinosaurio se transformó en un golem a medida que los minerales ricos en hierro preservaban su carne y sus huesos. Se acumularon unos 12 metros de roca sobre el capullo de arenisca del Zuul y la erosión de las laderas de dicha roca nunca se acercó a más de nueve metros del fósil. Finalmente, la tierra sobre el Zuul se convirtió en un rancho privado al sur de la frontera entre Estados Unidos y Canadá.

    En 2014, unos coleccionistas de fósiles comerciales de una empresa llamada Theropoda empezaron a excavar en el lugar los huesos dispersos de un Gorgosaurus. Mientras los trabajadores seguían la pista del esqueleto sobre 30 metros de tierra, encontraron piedra arenisca dura. De repente, un excavador gritó: «¡Esto es un alien!». Estaba observando algo que sin duda no pertenecía a un tiranosaurio: el mazo de la cola de un anquilosaurio.

    Pese a que vende muchos de sus fósiles a coleccionistas privados, el equipo de Theropoda sabía que el Zuul era especial y que debía pasar a ser patrimonio público. Poco después de encontrarlo, la empresa contactó con Evans, que instó al Royal Ontario Museum a adquirir el fósil en 2016.

    «Así es como debería funcionar el sistema», afirma Tommy Heitkamp, director de operaciones de Theropoda.

    ¿A quién vas a llamar?

    Para Arbour, la mudanza del Zuul a Canadá fue una oportunidad de ensueño. Acababa de empezar una estancia de dos años en el museo justo cuando llegó el fósil, todo un golpe de suerte. Mientras Evans y ella estudiaban el cráneo y la cola del dinosaurio, que ya habían sido extraídos de la roca, se dieron cuenta de que el dinosaurio era un nuevo tipo de anquilosáurido.

    En honor a la cola armada del animal, optaron por llamar a la especie crurivastator, que en latín significa «destructor de canillas». En lo que al nombre del género se refiere, sus cuernos recordaban a Arbour a Zuul, un sabueso infernal de la película de 1984 Cazafantasmas. Para oficializar el nombre, Evans buscó la bendición de un amigo suyo: el entusiasta de la paleontología Dan Aykroyd, coprotagonista y coguionista de la película. Aykroyd accedió entusiasmado.

    Mientras tanto, el bloque de 20 toneladas que contenía el cuerpo del Zuul permaneció en el almacén de RCI como recordatorio de la tarea hercúlea que les esperaba. Incluso introducirlo en el almacén había sido difícil: el fósil era tan pesado que el montacargas que lo sostenía se hundió en el suelo del aparcamiento.

    El bloque permaneció intacto hasta enero de 2018, cuando los preparadores empezaron a trabajar para sacar a la luz la columna vertebral y la caja torácica del Zuul. Ocho meses después, ya estaban listos para afrontar la armadura trasera del dinosaurio, tarea para la que RCI debía cortar el bloque a la mitad y darle la vuelta, como si de una tortilla de piedra se tratase.

    Desde entonces, la preparadora Amelia Madill y su equipo han revelado meticulosamente la armadura del Zuul. Estas cinco mujeres conocen ahora la magnitud del hallazgo mejor que nadie. «Cuando llegó el bloque, se lo conté a mi padre y le dije: “ese va a ser el trabajo de toda una vida”», cuenta Madill. «Es un trabajo alucinante, es surrealista».

    El Zuul es tan surrealista que RCI trabaja con retraso. El equipo de Madill necesitará lo que queda de 2018 para acabar su labor, como mínimo. Solo entonces podrá comenzar la historia científica del fósil, cuando se buscarán pistas químicas de las proteínas originales del dinosaurio.

    En el Royal Ontario Museum, la estrella indiscutible de la nueva exposición se encuentra dentro de una caja de metacrilato: el cráneo del Zuul, boquiabierto y con un ceño perpetuamente fruncido. Observar la criatura es como mirar atrás en el tiempo hasta llegar a sentir la vida cotidiana de la que disfrutó hace 76 millones de años. Esas mandíbulas devoraron pastos del Mesozoico. Esos ojos con párpados óseos contemplaron un mundo perdido.

    Cuanto más lo miro, más se desvanecen las vitrinas y los rótulos. Aquí no existe el presente, solo el pasado devuelto a la vida en forma petrificada. No hay museo, solo el Zuul.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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